Llevamos suspendiendo en educación más de 30 años, toda una generación. Tenemos el doble de abandono escolar que la media europea. Según las estadísticas, mucho Tuenti, mucho Twitter y mucho móvil, mucho portátil “regalado”, pero en general, se lee poco o muy poco.
La conclusión triste no sólo es que haya mucho paro, nulas perspectivas laborales, recortes sociales y desamparo político. Todo ello es un cóctel molotov. Añádase que, como dice el periodista Fermín Bocos: “Un país cuyos habitantes no leen, o leen poco, es más vulnerable al engaño”. Añádase que el 22 de mayo 800.000 jóvenes están llamados a las urnas por primera vez. ¿Puede extrañar a alguien que el km 0 de España esté abarrotado por los “Indignados”?
Si a ese panorama le añadimos la fuerza de la crisis, la pérdida de valores y un gobierno desastroso que como escribe Ussia: “han gobernado con sectarismo, resentimiento y convulsiva majadería. Han borrado a España del respeto y el protagonismo en la política internacional… han abierto heridas cicatrizadas y rencores dormidos. Se han cargado la armonía y la reconciliación…han pactado con el entorno del terrorismo etarra su vuelta a las instituciones democráticas”, ¿puede extrañar que los “indignados”, cabreados y manipulados florezcan en las plazas de todas las ciudades?
Si las instituciones fundamentales y sus titulares, en general no han estado a la altura, si la Junta Electoral Central dice una cosa, y el Ministro de Interior dice que “las Fuerzas de Seguridad cumplirán con la legalidad vigente con proporcionalidad”, es decir, no intervendrán; ¿se puede pedir a los “indignados” responsabilidad, respeto, sentido democrático para intentar cambiar las cosas en las urnas y no en la calle?
Nuestra joven democracia es mejorable. Pero si el gobierno actual “se ha equivocado gravemente durante siete años, lo extraño es ver cómo el objetivo de la manifestación de Sol, no es cambiar el gobierno. No presionan a Zapatero para que convoque elecciones…” (J.A.VERA). Puede constatarse tanto su desorientación como la “sutil manipulación” izquierdo-anarquista, por el lugar y la fecha escogidos y por algunas de las cosas que piden. Si bien muchas de sus reivindicaciones son justas además de necesarias.
Dicho esto, pienso como A. Burgos: “Dicen que están indignados. ¿Ahora os vais a indignar, hijos míos de mi alma, a tres días de las elecciones y montando la mayor exculpación de un Gobierno inepto que vieron los siglos? ¿Precisamente ahora os vais a indignar? Indignados, no: lo vuestro es indignante”. Y concluye:”Yo sé quién lo ha orquestado todo desde las redes no sociales, sino socialistas, para repetir lo mismito que hicieron tras el 11-M y que colocó en La Moncloa al peligrosísimo inútil que nos ha traído esta ruina provocada por una izquierda que siempre se resiste a obedecer a las urnas y a abandonar el poder”.
“La libertad significa responsabilidad; por eso, la mayoría de los hombres le tiene tanto miedo” (George Bernard Shaw). De momento se está canalizando su libertad sin ira, ¡Es mucho, cuando el individuo se diluye en el anonimato de la multitud!
Hay dos vías para el cambio: uno es personal y el otro social. “En cada uno de nosotros está el cambio, desde nuestra familia, desde nuestra ciudad. No esperemos a que cambie el de al lado: tenemos que cambiar nosotros mismos” (Isabel Miranda Wallace, Premio de Derechos Humanos en México). El cambio social, en democracia está en las urnas.
No estoy de acuerdo con el texto de esa foto: “nuestros sueños no caben en vuestras urnas”. En las urnas caben todos nuestros sueños, todos nuestros deseos y todas nuestras ilusiones para hacer un mundo mejor. El voto libre no es una simple papeleta con nombres. Es, debe ser, una elección. Es el respaldo a un programa de mejora y la opción por quien puede llevarlo a cabo. Podrán hacerlo realidad o defraudar nuestras esperanzas. El voto en blanco es que ninguno llegó a convencernos, y el tiempo dirá quien estaba en lo cierto. Pero ese sobre lleva nuestro respaldo al sistema menos malo de gobierno, que es la Democracia.
Los sueños, todos, hay que intentar que se hagan realidad. Cuantos más soñadores, y más ideas, más avanzaremos, como personas y como país. Necesitamos el empuje de la juventud y de la experiencia para no ser un país de ilusos descontentos y cabreados. Tenemos que exigir con nuestro voto que lleguen los cambios necesarios. Tenemos que exigir que no se defraude la esperanza que llevaba nuestro sobre depositado en las urnas. Hay que vigilar cada día para que nadie ahogue el brote de libertad que todos hemos puesto en estos momentos. La vida está fuera y dentro de las urnas, también la primavera y el futuro. Voy a votar.
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1 comentario:
Lamentablemente el actual sistema electoral hace que no todos los votos valgan lo mismo. Y eso, me temo, hace que la democracia actual no sea real.
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