BIN LADEN Y LA LIBRE EXPRESIÓN EN LA NBA. SERGIO RUIZ ANTORÁN

DEPORTE Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN

La noticia del asesinato de Osama Bin Laden ha colapsado la agenda informativa mundial. La intrigante y enigmática ‘captura’ del Enemigo Número 1 de los Estados Unidos fue recibida con fervor patriótico en el país que gobierna un Premio Nobel de la Paz, Barack Obama. O por lo menos esas imágenes de calles convertidas en caudal de euforia y viento bailando con banderas de barras y estrellas son las que han fijado los canales internacionales en nuestra retina.

La NBA no ha quedado al margen. La Liga está envuelta en los playoffs con mayor repercusión televisiva de los últimos años y la primera medida fue la implantación de rigurosas medidas de seguridad ante la alarma de posibles represalias terroristas de los seguidores del líder de Al Qaeda. El aumento del dispositivo policial en los partidos, incluyendo agentes especiales con perros, y el acceso con controles de metales, habituales en los aeropuertos, en la entrada de los aficionados a los Arenas fue visible en los partidos de Semifinales.

No es el único frente que se ha abierto en la NBA respecto a esta impactante operación. Las celebraciones también tuvieron su cabida en el parqué como lo tuvieron en las calles de Nueva York. Con los Knicks eliminados, los Heat tomaron la bandera de la nación. La franquicia de Florida hizo un llamamiento público para que su afición cantara orgullosa el himno nacional antes del segundo partido de las Semifinales del Este ante Boston durante la ceremonia de reconocimiento que se hizo a las Fuerzas Armadas del país, recuerden, patrocinador de la competición.
En un colectivo tan amplio como es la NBA, con centenares de jugadores, entrenadores, árbitros, dirigentes, periodistas, las reacciones han caído como una cascada. La dirección se orienta hacia esa misma expresión de júbilo y alegría por la noticia de la muerte de Bin Laden. Se celebra el éxito del asalto de los SEAL al escondite de Abbottabad, se recuerda a las víctimas del 11-S y sus familiares, se hacen bromas de mejor o peor gusto con el asunto, Nash se pregunta si a partir de ahora se terminarán los controles en los aeropuertos…

Twitter fue el escaparate desde el que protagonistas de la NBA activaron sus opiniones sobre la ‘caza’ de uno de los personajes necesarios para contextualizar el inicio del Siglo XXI. Pero, como decimos, en un colectivo tan amplio, es normal que aparezcan voces discordantes, que seguramente son un reflejo de las preguntas que se hacen muchos estadounidenses que no han salido a las calles para celebrar la defunción de Bin Laden.

Ha habido una opinión que ha elevado la controversia por su carácter crítico y falta de patriotismo. La realizó Chris Douglas-Roberts, alero de los Bucks, y expresó con ironía su visión de la victoria que celebraban sus compatriotas. Sus tuits rezaban (traducido):

“¿Esto es una celebración?

¿Estará Dios contento porque celebréis una muerte?

¿O es tu religión ‘americana’?

Nos ha costado 919.967 muertes matar a un sólo hombre

Nos ha costado (USA) unos 1.188.263.000.000 dólares matar a ese ….. tío.

Pero parece que ganamos. Jaaaa (sarcasmo)

¿La gente me está diciendo que me vaya de América por estar en contra de que MÁS INOCENTES mueran cada día? ¿Por estar en contra de una guerra de diez años?”

Su cuenta twitter fue inundada con ataques frontales ante esta libre expresión de sus sentimientos.

“¿Qué ha pasado con nuestra libertad de expresión? Ese es el problema, no queremos escuchar nada que vaya en contra de nuestra perspectiva”.

Precisamente esa última pregunta que deja en el aire Chris Douglas-Roberts parece esconder un tabú que aparta a los deportistas de dar su opinión sobre asuntos lejanos a su profesión. En un universo donde iconos del deporte tienen más presencia en los medios que otros agentes políticos, económicos o sociales parece incómodo que ellos salgan del ‘Circo’ desde el que nos entretienen para abrir la boca con temas ajenos. Y si salen de la corriente la multa social es abultada.

A los deportistas se les exige una uniformidad, pero no solo dentro de una pista de juego, también en el tono de su discurso. Es significativo que la mayor de las censuras nazca de los propios implicados, pegándose el esparadrapo para no caer en patinazos o no sufrir represalias. El propio grupo no debe ser muy tolerando a voces disonantes y actúa como azote ante los críticos, siempre con gratas excepciones. En otros estados, incluido España donde el tema del nacionalismo levanta confrontaciones (¿Cuántas veces han escuchado que un jugador catalán o español oculta el escudo de la selección?), no es una excepción.

No siempre fue así y referentes del deporte no se mordieron la lengua. La NBA fue un ejemplo de integración y Hall of Fame como Bill Russell o Kareem Abdul Jabbar fueron estandartes de esta lucha racial. Pero los tiempos del Black Power o la indignación contra Vietnam están lejanos pese a la presencia de exjugadores de la NBA en cargos políticos (Kevin Johnson, Bill Bradley, Chris Dudley…) y al Obamismo generalizado de la competición: un presidente negro que juega al básket. Ejemplos de activismo como los de Ethan Thomas son una excepción a la norma.

La libertad de opinión languidece en fuera de las pistas si no se reduce a unos cánones razonables (no más allá de la disputa demócrata-republicana, la defensa de un convenio colectivo…) y la disonancia suele ser un estigma para algunos deportistas que un día se atrevieron a remar en dirección contraria y terminaron en inscritos en una ‘Lista Negra’.

Recuerden el caso de Craig Hodges, al que ningún equipo quiso contratar después de ir como campeón con los Bulls (1992) a la Casa Blanca con un traje africano como repulsa al trato contra la comunidad afroamericana. O la polémica con Mahmoud Abdul Rauf, que se negó a incorporarse para honrar al himno americano al considerarlo un signo de tiranía contra su raza y religión (musulmán). Al finalizar la temporada de ese affaire (1996), terminaría traspasado a Sacramento y un par de años después nadie lo ficharía cuando expiró su contrato pese a firmar más de 10 puntos por encuentro. Esperemos que a Chris Douglas-Roberts no le retiren sus ideas y entre en esa Lista Negra. Realmente creo que un deportista como cualquier ser humano se atreva a dar su opinión libremente sí es algo que se merezca celebrar en las calles.

PUBLICADO EN EL BLOG http://puertatras.wordpress.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

La libertad de expresión está cada vez más acotada. Los recientes sucesos de España van en esa línea. Como se está desprestigiando la campaña de democracia real ya por culpa de unos incidentes muy concretos. Enhorabuena por el artículo. Javier Marín del Oso