Consume y sé feliz.Desde que nacemos existe a nuestro alrededor tal cantidad de información de todo tipo que nuestro cerebro necesita de su atención selectiva para seleccionar aquello que es importante de lo que no. Con forme van pasando los años y crecemos, adquirimos conocimientos y generamos necesidades, el tipo de datos que percibimos cambia en su forma, estado y composición.
De entre toda esta maraña de información y datos, se hace hoy día indispensable y difícil distinguir entre lo que necesitamos realmente y las necesidades que son creadas de forma artificial sin que nos demos cuenta.
En los anuncios publicitarios, independientemente de su soporte, siempre existe un mensaje claro y conciso: CONSUME. No obstante, no tiene porqué ser el único. Siempre se ha hablado de la publicidad subliminal por ejemplo. Y es que, tras un spot de 20 segundos o un anuncio de una valla que leemos con rapidez, existen meses y meses de preparación, de desarrollo de ideas de los publicistas que no sólo saben de marketing sino también de psicología de las masas.
Vivimos en una sociedad donde el individuo forma parte de una masa y no existe como unidad, es un número al que crear necesidades, al que ofrecer productos, al que entretener para que no se preocupe de problemas o estigmas sociales sino de banalidades que se renuevan con cada temporada. Se crean cortinas de humo, se desvía nuestra atención.
La necesidad de unos de convencer a otros, y de otros de ser convencidos por unos, ha existido siempre y siempre existirá. Sin embargo, los medios de comunicación de masas, han hecho posible desde hace años que estos mensajes lleguen más rápido y a un mayor número de personas. De ahí que la burbuja publicitaria sea capaz hoy día de crear auténticas realidades ficticias que nos ofrecen como un caramelo a un niño para que nos olvidemos de la tremenda caída que acabamos de protagonizar.
La sociedad en la que vivimos inmersos responde a una estructura basada en la eterna búsqueda de la felicidad. Un estado al que nunca llegamos, porque siempre queremos más, más rápido y mejor. La publicidad nos ofrece un camino corto y sencillo para conseguir esa felicidad: consumir. Consume y serás feliz. Cómprate un buen coche, una buena casa, un buen perfume, unos buenos zapatos, viaja a la ciudad del amor…y se feliz.
Llegados a este punto, cabe parar en seco y preguntarse, hacerse un examen riguroso y diferenciar dos estados: “Consumo porque lo necesito o necesito consumir”. El tener cierta capacidad de análisis con respecto a los medios audiovisuales en general, y la publicidad en particular, es necesaria para hacer un consumo razonable y responsable. Vivir fuera de la sociedad es imposible, pero si que se puede parar uno un momento y pensar si vivimos en sociedad o la sociedad vive de nosotros.
1 comentario:
Ayer estuve en un centro comercial y estaban todas las tiendas llenas, y yo el primero. No recuerdo lo que compré.
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