CRECER COMO PERSONAS Y MADURAR COMO SOCIEDAD
La idea de “perfeccionar” la sociedad siempre me acompañó a lo largo de mis decisiones. Una de ellas fue querer dedicarme a la educación para mejorar la personalidad humana y de esta forma contribuir también a la mejora de las nuevas generaciones como sociedad. Mis expectativas siempre han sido demasiado altas, muy exigentes. Mi directrices fueron muy claras decididas y mi actitud muy luchadora.
Siempre me he encontrado desarmado y desconcertado frente a los esquemas y las posibilidades de la sociedad. Por suerte, el componente utópico de la educación me anestesió durante todo este proceso y me permitió poder sobrevivir a disparates tales como, el de llevar a segundo problema más preocupante de este país a nuestros políticos, para luego legitimarles con un sinfín de votos.
Hoy, aún, tal vez insensibilizado por tanta anestesia, sigo buscando esa “maduración” de la sociedad que le hace falta para crecer. Y lo hago, de la forma que siempre he creído más eficaz y rentable: la educación. Y lo hago con la mesura, equilibrio y realismo que esta sociedad tan disparatada me permite. No es fácil.
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