18 DE JULIO DE 1936
Han transcurrido 75 años desde aquel nefasto y terrible 18 de julio de 1936, fecha de la sublevación militar contra el legítimo gobierno republicano (elegido democráticamente por la población unos meses antes) de una parte del ejército español, fuerzas de asalto y guardia civil, apoyados por grupos paramilitares falangistas, carlistas y la inestimable ayuda de la iglesia católica.
Este golpe militar fue organizado desde mucho tiempo atrás por una pequeña camarilla de generales y altos cargos conspiradores del ejército, cuyo cabecilla fue el sanguinario Emilio Mola (gobernador militar de Pamplona), Francisco Franco como buen oportunista que siempre fue, se apuntó al carro de la rebelión apenas 5 días antes, tras enterarse del asesinato del político derechista José Calvo Sotelo, líder del partido Renovación Española. Fue asesinado el 13 de julio como respuesta a la muerte un día antes, del teniente de la Guardia de Asalto José Castillo (militar siempre fiel a la II República) a manos de un grupo de extrema derecha (posiblemente falangistas).
El 18 de julio, siempre deberá ser recordado en este país como el día en el que las armas terminaron con el sueño republicano.
Ese día se consumó un odio latente en las clases altas. Un sector de la sociedad ansioso de poder, contrario a las libertades de los hombres, de la justicia y la igualdad, temeroso del poder de la clase trabajadora, amante de la opresión y la explotación, que no pudo soportar la victoria electoral meses atrás (febrero 36) del Frente Popular, el bloque de izquierdas, y recurrió desesperadamente al núcleo duro y más intransigente del ejercito para hacer prevalecer sus privilegios y riquezas.
No fue una guerra entre una parte del ejército y el gobierno republicano, fue un ataque de las clases poderosas, la aristocracia, los terratenientes, las oligarquías locales, la iglesia y en definitiva de los más ricos del país, contra las clases populares, los campesinos, jornaleros, obreros, gentes humildes y sencillas. Fue realmente una guerra de clases.
Mola y sus compinches tenían un plan bien trazado, y este no era el de retirar el gobierno vigente y colocar al ejército, si no que iba mucho más allá. Como bien han señalado algunos de los historiadores más relevantes expertos en la II Republica y Guerra Civil (Francisco Espinosa, Paul Preston, Ángel Viñas, Julián Casanova, etc.), fue un plan de exterminio en toda regla. Lo que quisieron desde el principio (la historia confirma que lo consiguieron) y hasta el final, fue aniquilar por completo todo aquello que se saliese del marco ideológico del denominado Movimiento Nacional.
Estamos hablando de una limpieza ideológica a lo largo de todo el país, en la cual se fue desmantelando todo el sistema existente (educación, organismos políticos, etc. etc.) y sus integrantes duramente castigados. Miles y miles de maestros, políticos elegidos por el pueblo, trabajadores de todo tipo, personas normales cuyo único delito fue el de ser fiel a un gobierno legítimo y democrático, terminaron sus días en cunetas y fosas comunes, otros muchos en cárceles inhumanas durante muchísimos años, otros exiliados...
Tras el golpe militar y una vez terminada la guerra, comenzó una de las épocas más oscuras, cuarenta años de dictadura. Cuatro décadas que causaron a España un atraso y carencias que hoy en día siguen existiendo, y en las que se aprovechó para reescribir la historia según interesaba a los vencedores borrando de la memoria colectiva todo aquello que no gustaba que se supiera para así tener a la sociedad dentro de una amnesia profunda.
Hoy 18 de julio de 2011, por desgracia la sombra de aquel infame día sigue estando muy presente en instituciones, organismos de estado y en general en todo el sistema.
La iglesia continúa con su mismo discurso y actitud de aquel entonces, la intransigencia y fundamentalismo religioso están más que presentes en nuestra sociedad, y a la mínima aprovechan para atizar a cualquier cosa que huela a libertad y justicia (como hicieron en el 36).
Lo más sangrante es posiblemente la situación de una institución como la casa real, ya que el rey (Jefe de estado de esta nación) es una figura que fue designada por uno de los militares insurrectos aquel 18 de julio, por lo tanto ¿Que clase de legalidad tiene?
Algunos de los jueces y magistrados que hoy día continúan en activo, juraron en su día fidelidad a los ideales del régimen ya que no hubo una renovación de personal en el sistema judicial una vez muerto el dictador, lo mismo ocurrió con la guardia civil, fuerzas de policía y militares.
El partido político que gobierna actualmente en la mayoría de comunidades autónomas del país (y que seguramente lo hará en el gobierno central el año próximo), fue un partido fundado por una persona (M.Fraga) que ostentó el cargo de ministro del interior en el gobierno franquista (sí el gobierno nacido a partir del golpe del 18 de julio), por no hablar de muchas personas que todavía integran dicho partido hoy en día, que en su día fueron fieles al régimen franquista (y en su interior lo siguen siendo) y no dudaron en sumarse al carro de la democracia una vez muerto su general. Esta gentuza es hoy en día la que hincha pecho y proclama a los cuatro vientos lo gran demócratas que han sido toda la vida.
Otro gran oprobio es que la Falange Española es un partido legal (aunque sea algo residual y minúsculo) y lo podemos ver en las papeletas durante las elecciones.
Insisto, el aparato franquista nunca se llegó a desmantelar y actualmente sigue muy vivo. Lo demuestran hechos como los ataques judiciales contra Garzón, que dicen que es delito intentar investigar crímenes cometidos a raíz de la sublevación contra un GOBIERNO LEGÍTIMO, aquel 18 de julio del 36.
Además, cualquiera que intente abrir el debate entre monarquía y república es tachado de anticonstitucional y antidemócrata, cuando lo lógico hubiese sido el recuperar una república que las armas se encargaron de derribar allá por 1936.
Hoy 75 años después de aquella deleznable jornada de julio de 1936, en nuestro país el espectro del Movimiento Nacional está muy presente en todos los ámbitos.
Por todo ello debemos seguir con la lucha para recuperar una nueva III República basada en la igualdad, el respeto, la justicia real, la libertad de las personas, los derechos sociales, la propiedad común en lugar de las grandes propiedades privadas, terminar con privilegios absurdos (duquesas, títulos nobiliarios de cualquier tipo, etc.).
Una República, sería el mejor homenaje hacia todos aquellos que dieron su vida para defender aquel gobierno democrático y sus ideales frente al fascismo.
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