EL DURÁN Y EL CAYETANO
PUBLICADO EN DIARIO DE ALMERÍA
La cosa empezó con las declaraciones enfáticas de un sujeto que vive del cuento y terminó con el comentario de un gorrón que vive del apellido. El primero es el atildado político catalán Durán Lleida, que va de gentleman por la vida y que, al calor de un mitin, perdió la compostura para decir, poco más o menos, que la culpa de los males de Cataluña la tienen los beneficiarios del PER de Andalucía, que se gastan los catorce euros que cobran cada día, en la barra del bar (ni para un par de tapas de arenques, digo yo). Incluso si fuera verdad, bendito sea, porque prefiero que mis impuestos alivien las penas a un parado, que se malgasten en pagar los miles de euros que cobra el señor Durán para defender el baile de la sardana y otras esencias propias de los catalanes con barretina.
Que no me digan a mí que no es vidorra la que lleva este galán, viaje va, viaje viene, dieta va, dieta viene, a cuenta del manido discurso sobre la pureza de sangre catalana. Porque los nacionalismos no dan más de sí. Todo es cuestión de alimentar sentimientos proclives a mirarse el ombligo y subirse al carro enarbolando la bandara para cobrar una pasta del tesoro. Y en todo caso, si hacemos cuentas, lo que los andaluces nos gastamos en el PER, por lo que nos ahorramos en el fomento de lo nuestro, que más bien habría que ponerle freno, pues todo fue vernos aparecer a un grupo de españoles en una discoteca de Estambul, y sonar un pogompopego por rumbas con acento francés, la madre que lo parió.
En cuanto al Cayetano, no me jodas la cara dura que hay que gastar para bajarse de un todoterreno en uno de los cortijos que la familia tiene en Andalucía sin haber amagado la raspa en su palaciega vida, y ponerse a decir que los que no trabajan son los que están vareando los olivos. Yo vi la conversación en directo (soy adicto al Follonero) y no daba crédito a que semejante especie subsista en pleno siglo veintiuno. Resumiendo la sarta de improperios que soltó por su boca, el señorito sentía añoranza de la Edad Media, la del vasallaje, vamos. Supongo que encaramado en el ducado de Alba que es el de esa ilustre señora, hija predilecta de Andalucía, a la que le reímos la gracia porque es muy castiza, muy moderna, muy campechana y todas esas cosas con las que el sentir popular adornan su venerada estampa. Tan chula y tan liberal ella, que con ochenta años largos se ha casado con un tipo un cuarto de siglo más joven. No amigo, ni la modernura ni el liberalismo, sino la cuenta corriente. Te apellidas Fitz-James Stuart y en lugar de una bolsa térmica de los chinos, puedes pagarte un mozo de cuerpo entero para que te caliente la cama, no nos engañemos.
2 comentarios:
Es curioso como hay tanta gente que se molesta por los comentarios sobre la pereza de los andaluces. Si yo fuera vasco o catalán no me daría por aludido si alguien dice que soy tonto por caer en la trampa de los psicóticos nacionalistas, que aquí por lo visto son de izquierdas pero en el nacionalsocialismo eran de derechas o en la Rusia de Stalin eran de izquierdas. En fin, en el fondo se trata de quitar del medio al que no comulga con ruedas de molino.
Evidentemente Cayetano desbarra, pero a mí me entristece más que una señora propietaria de media España sea tan querida por el pueblo. Y mientras recibiendo subvenciones al olivar... En fin, después de 30 años de subvenciones el campo andaluz sigue igual o peor ¿Se ha creado tejido productivo, hay una industria en torno al agro andaluz, hay un tejido empresarial creado a partir de los fondos feder? Subvención, subvención, subvención al olivar, al girasol,... Los que más tienen y los políticos nos toman el pelo. No, los andaluces no somos más tontos o más perros que los vascos o los catalanes pero llevamos retraso y todas las ayudas han caído en saco roto tras 20 o 30 años de estafa consentida ¿Y los responsables, es decir, los de la Junta, son de izquierdas o de derechas? Son los dueños del cortijo, son los amigos de Cayetana, de Cayetano, de Botín.
La vida sigue igual.
Pues si, la vida sigue como hemos querido que sea.
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