DESDE MI TIERNA INFANCIA UNA UTOPÍA. LLUÍS GONZÁLEZ

SON LAS ESTRELLAS
Desde mi más tierna infancia y hasta allá donde llegan mis recuerdos, mi memoria esté repleta de seres y escenas fantásticas. Cuentos imaginados o historias reales. Presencias míticas i oníricas o parajes insistentemente insinuantes. Océanos con olas de agua salada o desiertos con dunas de arena fina. Decididos y valientes marineros o fantasmales viajeros en medio del inmenso vacío. Monstruos, hadas, brujas, magos, fantasmas, demonios, gnomos…

Los elementos de la naturaleza, furiosos, se confabulaban con todo un ejército de seres que, por su físico o por su carácter, siempre se encontraban a caballo entre la realidad palpable i el ensueño fantasioso pero también con otros seres humanos que abyectos y codiciosos deseaban entorpecer el viaje para que no llegara a feliz término.

Entonces, adornado con las armas y disfraces que le correspondían al omnipotente héroe de turno, me arrojaba encima del peligro, sin miedo, con un deseo cercano a la ferocidad, y, lo más importante, sin la menor duda de salir vencedor de la empresa.

Y siempre, delante el desespero más tenebroso, la decepción más enloquecedora o el recelo más angustiante aparecían las estrellas salvadoras.

Del Norte, del Sur. Fuera el que fuera el lugar en el que me encontrara perdido me devolvían la serenidad, la tranquilidad de recuperar el camino perdido. El capitán podía enderezar la proa hacia el puerto de aguas calmadas, el guía de la caravana conducir las pisadas de sus monturas hacia el oasis más cercano para, una vez recuperados, seguir hasta la meta marcada.

Luego, casi de repente te encontrabas con la madurez. ¿La triste, insípida y aburrida madurez de los mayores? No hay momento para el reposo; la lucha siempre continúa.

Los cuentos de nuestra infancia se transforman mientras vamos creciendo en recursos creativos, en fuerzas sutiles que nos ayudan a seguir adelante.

Más a menudo de lo que yo quizás quisiera, amigos y compañeros criticaban mis ideales que les parecían, eso decían, demasiado lejanos, irrealizables, utópicos…

Yo no tengo otra respuesta:”Son mis estrellas”

Cuando zarandeados por tempestades furiosas o abrasados por vientos ardientes llega la calma y nos encontramos con las estrellas momentáneamente perdidas, regresa la paz e incluso la alegría de la superación después del esfuerzo, de la lucha.

Trampas y engaños sistemática y masivamente distribuidos por doquier por los medios de comunicación, leyes impuestas que nos podan las libertades conseguidas después de siglos y siglos de lucha a vida o muerte, sistemas educativos(formativos que tienen como objetivo último conformar una masa homogénea, anónima, silenciosa y obediente a las órdenes de élites económicas y políticas, poderosos corruptos ensalzados en pedestales de fingida buena voluntad hacia los pacientes ciudadanos, entrega sistemática de las estructuras estatales destinadas a proporcionar seguridad y bienestar a los habitantes del país a las codiciosas manos privadas que han encontrado en el erario público una fuente más de riqueza con la que engordar su patrimonio, abuso generalizado de cualquier práctica de poder social, utilización de los cuerpos de seguridad para la defensa de los privilegios de los poderosos reprimiendo las voces y gestos de los que se levantan para quejarse y denunciar estos mismos abusos…

Al fondo, destacadamente brillante en medio de tanta oscuridad mi estrella añade utopía sobre utopía diciéndome que ayudándonos, entre todos, conseguiremos un mundo mejor. Para todos, por supuesto.

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