GARFIELD
Como muchos malagueños me gusta comprar asiduamente el periódico, echar la mañanita tomando un cafetito con su pitufo antes de que lleguen los calores o, asomándome al mediodía en la playa, tumbado en la hamaca (aunque ahora con la crisis, toallita de publicidad). Gustan esas reuniones de entendidos que leen noticias en voz alta y provocan un debate larguísimo, página a página, aprovechándose de ese eurito y poco, sacándole un jugo social muy consistente. Los hay también, como no, de los que leen a solas, bien en el sofá o en el baño (mayor porcentaje) y como no, tomando el sol en cualquier parque.
Hojeando, nos gusta centrarnos en las páginas locales puesto que son las más tangibles dentro del noticiario y en la que siempre intentas reconocer alguna imagen o nombre; luego, criticar el juego de la paleta política (pasándose la bola de un lado a otro) en los asuntos nacionales; nos toca esperanzarnos por la paz mundial en las internacionales; amargarnos con las de economía; preparar la tarde con la programación televisiva o, si está bien la cosa, la peli que puedes ver en el cine; entretenerte con los pasatiempos, buscar empleo o curiosear los anuncios eróticos. Son noticias, juegos y eventos, que van cambiando, un mismo periódico nunca se repite. O casi nunca.
Concretamente hay un diario que me llama la atención. Es uno, no sé si es noble decir el nombre, que reconoceréis en seguida por el personaje que sale en la parte de atrás, Garfield.
Es un gato naranja barrigón (no es el gato Isidoro de la TV, pero muy parecido) que ha protagonizado alguna que otra película y lleva varias décadas acompañándonos en la última página de este periódico malagueño. Los personajes que generalmente salen junto a este son: su dueño, que nunca ejerce de amo y con el que no se entiende, y el perro que caracteriza la mentalidad simple, en comparación con el pícaro gato. Vamos, un gato que sólo pretende comer y descansar, bueno, más de uno nos apuntaríamos a ese Edén.
Sobre el comic quería hablar, sobre la insistencia de incluir estas tiras de humor que el grueso felino protagoniza. Un humor que carece de sentido muchas veces y que tiene poco que ver con la gracia andaluza, un personaje que carece de valores que puedan contener algo apreciable o interesante (porque no creo que quieran hacer un parangón con el odiado tópico de la vagancia y el buen vivir andaluz). Es un gato vago que se jacta de ser un vago, pero es que la forma de hacer el chiste (si se le puede llamar así) en esos tres o cuatro recuadros carece muchas veces de gracia.
¿Qué pretenden con este personaje? Si quisieran una tira profunda, de crítica política y graciosa, Mafalda estaría bien. Pero, ¿Garfield? ¿Será para hacernos reír? Yo no he visto a nadie desternillándose de risa después de leer sus “singracias”. A lo mejor es esa gran apuesta que hacen los periódicos, simulando a las cadenas de televisión, cuando emiten hasta la saciedad series como “Cosas de casa”, “Principe de Bel-Air”, “Los Simpson”… pero con la diferencia de que estas responden al gusto del televidente que las sigue viendo, y a Garfield te lo tropiezas al final de tu lectura.
Vale, nadie te obliga a leerlo, este es un país democrático, nadie tiene la obligación de comprar ese periódico o de que lo leas. Pero el mohín de desagrado de quien, aburrido, da vueltas y vueltas al manojo de papel, se te queda cuando ves la “mala pipa” del bicho naranja. A lo mejor es una forma fácil de rellenar espacio (¿no hay dibujantes de comics en paro?), y el periódico dispondrá de cientos y cientos de tiras cómicas del mismo personaje, por lo que además de ahorrar espacio, ahorran también tiempo y una nómina, claro.
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