HOMENAJE A JOSÉ MARÍA DÍEZ-ALEGRÍA. JUAN ANTONIO DELGADO DE LA ROSA

 JOSÉ MARÍA DÍEZ-ALEGRÍA
En torno a San Juan del 2010 nos dejó físicamente nuestro querido José María Díez-Alegría, estaba apunto de llegar a su centenario de vida. Hace muy pocos días otro Hermano mayor en la fe y en la lucha por una Iglesia divergente con el poder establecido nos dejaba. Los dos han sido referencias vitales y académicas para mí. Por eso, cuando me encontraba finalizando mi trabajo de Tesis Doctoral sobre el ex jesuita filomarxista Díez-Alegría, entrevisté y grabé una hora de conversación a Julio Lois, para recopilar el testimonio de su amigo y referente en el trabajo pastoral y social que habían realizado desde la Asociación de teólogos/as Juan XXIII, del que uno era presidente y el otro secretario respectivamente.

El 22 de septiembre de 2009, en la Parroquia Santo Tomas de Villanueva, en Vallecas, Madrid. Las preguntas que vertebraron aquella conversación fueron sobre el aspecto más humano de Díez-Alegría y su aportación al hombre del siglo XXI. Julio Lois enmarcó primeramente a Díez-Alegría en su referencia fundamental de hombre de fe. Él lo conocía desde 1958, donde le escuchó en Salamanca sus planteamientos sobre la Propiedad Privada. Curiosamente ambos mantenían en sus docencia y vida académica discursos convergentes, ya que eran profesores con inquietudes sociales, que su estancia en barrios periféricos les había permitido profundizar en el corazón de cada persona y su

Historia, con lo que en línea directa facilitaba ahondar en las claves y ejes fundamentales de un nuevo y brillante pensamiento ético-social y teológico cristiano. Se hacían cada vez más críticos con el capitalismo y con la significación histórica de la Iglesia católica.



Nunca fueron ni teólogos, ni juristas, ni filósofos de gabinete, sino que pasaron por la experiencia de tocar el barro del Pozo y nos abrieron constantemente a un pensamiento social comprometido con los más empobrecidos por el sistema perverso en el que vivimos.



Posteriormente asistió a sus clases en la Gregoriana de Roma, en el curso 1965- 1966, sobre los aspectos de la libertad religiosa; el asociacionismo obrero; La defensa de orden de paz y buena voluntad. Ya en Madrid, celebraban juntos la Eucaristía él mismo, José María de Llanos, Casiano Floristán2 y Díez-Alegría. Para Julio Lois, Díez-Alegría ha permanecido fiel a la amistad entre ellos dos y éste grupo eucarístico sacerdotal ministerial. Díez-Alegría tenía el don de la fidelidad en la amistad y el de la sinceridad. Es un hombre que fortalece la esperanza.



En cuanto a su pensamiento filosófico-teológico, señala Lois que resulta muy interesante y rico en matices, destacando su aportación a la dimensión social de la fe cristiana, en solidaridad con los más débiles, y haberlo hecho desde las claves del Derecho Civil y su relación con la Ética, lo que da lugar de forma inequívoca a la dimensión de Justicia. Le considera Lois un “adelantado” con autoridad testimonial e intelectual. Esta trayectoria humana e intelectual le ha convertido en un personaje molesto, en un “obús” en medio del franquismo, pues resultó una figura crítico profética

difícil de tolerar para la realidad española del momento.



A este respecto, hay que recordar que, juntos, Díez-Alegría y José María de Llanos activaron el movimiento Cristianos por el Socialismo (Documento de Ávila), motivo por el cual el régimen franquista los seguía muy de cerca desde el punto de vista socio-político.



Concluye Lois que Díez-Alegría es un hombre de referencia, con una humildad profundísima y radical, que no ha dudado nunca acerca de dos cuestiones fundamentales para su vida: la confianza en Dios y nunca arrepentirse de ser de izquierdas.



Para terminar este breve homenaje recordar que Julio Lois y José María Díez- Alegria, participaron juntos, en dos manifestaciones, que me parecen cruciales, cada una en su momento histórico y que bien merece la pena traerlas nuevamente a nuestras vidas:



1. firma y adhesión a la defensa de la libertad de conciencia la realiza a favor del libro de José Antonio Pagola, Jesús. Aproximación histórica, PPC, Madrid 2007, en julio de 2008, ya que la Comisión para la Doctrina de la fe hizo pública el 18 de junio del 2008 una nota de clarificación sobre el mismo. Considera Díez-Alegría dicha nota, con graves deficiencias de fondo y forma. Junto a José María Díez-Alegría firman esta defensa publica sobre la obra y vida de Pagola: Rafael Aguirre, Xavier Alegre, Dolores Aleixandre, José Arregui, Carmen Bernabé, Toni Catalá, Enric Cortés-Minguella, Juan Antonio Estrada, Joaquín García Roca, Carlos Gil, Josep Giménez-Meliá, José Ignacio González-Faus, José María Lacasia, Julio Lois, Juan de Dios Martín Velasco, Jesús Martínez Gordo, Guillermo Múgica, Joaquín Perea, Xavier Quinzá, Josep Rambla, Lucia Ramón Carbonell, Manuel Reus, Ignasi Ricart, Pius R. Tragan, Andres Torres Queiruga, J. Oriol Tuñí, Javier Vitoria Cormenzana, Josep Vives. El documento apareció en la revista Cristianismo y Justicia (2008).



2. Documento presentado a la opinión pública (El País 27/10/76), y firmado por: José María Díez-Alegría, Carlos Jiménez de Parga, Julio Lois Fernández y Reyes Mate. También lo encontramos como breves anotaciones sobre un problema candente. “Fe cristiana y materialismo marxista” en: AA.VV., El encuentro. Diálogo sobre el diálogo, Laia, Barcelona 1977, pp. 89-102. Y por último ha sido testimoniado este trabajo en la Revista Vida Nueva número 1053, de 6 de noviembre de 1976, pp. 13-15, el cual reproducimos aquí:



Conviene preguntarse hasta qué punto el materialismo marxista lleva consigo la afirmación contundente de su incompatibilidad con una forma religiosa como es la fe cristiana; o, dicho en otras palabras, hasta qué punto la fe es en su esencia un elemento alienador y que se da tortas con el proyecto socialista… el marxismo no acepta que el hombre sea el producto impersonal de un proceso de fabricación en el que lo determinante es el dinero y el atontamiento ideológico, servido por los que tienen el poder. Esto es lo que pasa con el capitalismo, el hombre es una máquina, una pieza natural irrelevante… el marxismo no se cree eso de que los discursos son verdaderos porque están bien hechos, porque tienen buena lógica. La verdad de los discursos, de las doctrinas o de las teorías, reside en su praxis, es decir en su capacidad de engendrar emancipación y liberación.



Ambas cosas pueden ser asumidas por el cristiano… lo que en definitiva pretende el materialismo histórico es analizar los factores socioeconómicos en todas sus implicaciones, desenmascarando todos los recovecos de las ideologías que actúan como instrumentos de alienación. Esto es perfectamente compatible con la fe cristiana.



Solamente me queda añadir esta reflexión final.

El cosmos en que estamos y del que formamos parte es un conjunto bellísimo y horrendo, sublime y miserable, violento y apacible. Es una unidad universal radicalmente dinámica, que evoluciona sin cesar. En un momento de esa evolución surge la vida, que es también evolutiva. En un momento de la marcha ascendente de lo animal, surge el ser humano, que es inteligente sentiente, y que, en función de esa facultad, se enfrenta con la realidad, en cuanto realidad. El ser humano es sujeto inexorablemente metafísico, porque tiene preguntas últimas y no tiene respuestas ciertas y definitivas. Aquí tocamos la entraña problemática de lo humano y de los cósmico aprehendido desde lo humano. Toda esta realidad esta traspasada por el humor trascendente, que es bastante indefinible ya que no se identifica sin más con la comicidad, se contrapone a la sátira, tiene algo de inmensa comprensión, tolerancia, piedad y esperanza. El humor trascendente es una actitud profunda que caracteriza la personalidad de un ser humano y se mantiene frente al sujeto mismo, frente a su entorno vital, de personas y cosas y frente al horizonte total de su existencia, con sus logros y sus fallos, sus luces y sus sombras, sus problemas no resueltos y sus preguntas radicales. Como aportación a lo planteado, dejémonos guiar por el siguiente texto:



Me siento mucho más en sintonía con una admirable declaración del sacerdote jesuita francés Auguste Valensin (1879-1953), discípulo y amigo de Maurice Blondel (1861-1949), correspondiente, confidente y consejero de Pierre Theilhard de Chardin (1881-1955), escrita en estos términos: “Si, por un imposible, en mi lecho de muerte, se me hiciese manifiesto, con una evidencia perfecta, que me he equivocado, que no hay otra vida, que incluso no hay Dios, no lamentaría haberlo creído; pensaría que ha sido un honor para mí haber vivido creyendo, que si el universo es absurdo y sin sentido, tanto peor para él, y que el fallo no está en mí por haber pensado que Dios es, sino en Dios por no ser”. Aquí tenemos una actitud de humor trascendente…por aquí podemos captar que el fondo de esperanza abierta, de humanidad, de compasión, de solidaridad, de aguante, de paciencia, de serenidad, de capacidad de donación desinteresada, de tolerancia, de sonrisa entre lágrimas, de un dolor que, como dice Antonio Machado, es nostalgia de la vida buena, todo esto, que está en la trama del humor trascendente, puede ser vivido por el no creyente. Y me parece que lo vivirá también como algo gratuito que surge de lo más profundo de su ser.



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