¡ES
LA POBREZA, ESTÚPIDO!
Por un mecanismo elemental de defensa preferimos no
ver lo que sucede,.pero está sucediendo.La primera nevada del año es una fiesta
del paisaje. Tras los meses de calima espesa y las lluvias hostiles de otoño,
siempre es glorioso el estreno del cielo azul de invierno sobre La Maroma
nevada -no hay otro azul igual en el mundo, escribió Théophile Gautier-
emergiendo sobre las huertas lujuriosas de La Axarquía. Hoy es de esos días que
te tientan con un artículo de acuarela, pero solo hasta que otra página del
periódico te agarra por las solapas y te zarandea descarnadamente ante los
testimonios de las oenegés y voluntarios que trabajan el rally solidario del
Banco de Alimentos -la Gran Recogida- acuciados por la miseria que se extiende
en las zonas de sombra de la sociedad como una epidemia inmisericorde. No se
puede mirar para otro lado. O lo que es peor: sí se puede.
«Hay familias donde los padres están sobreviviendo
con un vaso de leche y galletas, y dan gracias a que sus hijos tengan una
comida asegurada en el colegio». Los adjetivos se convierten en adornos
frívolos ante esa clase de verdad desnuda. Poco se puede añadir. «Dejan de
medicarse para darles de comer.». En las colas de las oenegés ha irrumpido la
clase media tras superar muchos meses de resistencia avergonzada a verse allí
con la canastilla o la bandeja. «En Málaga hay cada vez más hambre; es un drama
real». Y la realidad es la única cosa, como decía Philip K. Dick, que no
desaparece aunque dejes de creer en ella. Te va cercando: «Tu amigo X está
durmiendo en el coche; y le van a quitar el coche». Antes de rasgarse las
vestiduras por las fotografías de la crisis en 'The New York Times', hay que
bajar al lado oscuro de la realidad donde no caben los eufemismos. Por un
mecanismo elemental de defensa preferimos no ver lo que sucede, pero está
sucediendo.
Hay días en que las fotografías de los dirigentes
políticos debatiendo sus enredos endogámicos en salas de madera noble, con sus
corbatas de 'duty free' y la verborrea de tecnócratas, parecen de ficción.
Entretanto hay oenegés recorriendo la ciudad a por alimentos para paliar casos
de hambre. Hay que prevenirse de la demagogia, pero al lado de los ochenta mil
parados de Málaga que ya tienen el contador de prestaciones a cero -y a cero ya
solo queda la palabra caridad- parecen inverosímiles titulares como ese del
viaje al 'meeting point' de Ciudades Inteligentes en Nueva York. Pero los
parados ya saben que no son una prioridad; y los desahuciados, después de
cuatrocientos mil casos, pueden dudar de la letra pequeña del tecnicismo
Insolvencia Sobrevenida No Dolosa. Ningún mandatario dirá por ellos «es la
pobreza, ¡estúpidos!».
La primera nevada del año siempre es una fiesta del
paisaje; pero este año hay poco margen para acuarelas. El invierno va a ser
duro.
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