QUE
PODAMOS ABURRIRLOS
Crecimos en el boom de la tecnología.
Nos educaron preparándonos para un futuro maravilloso de naves espaciales y
móviles de última generación. Insensatos e insensibles a todo estímulo humano,
supimos adaptarnos al mundo que les vendieron y, nunca mejor dicho, a nuestros
padres. Realmente, a lo que nos adaptamos fue a un mundo de continuo cambio en
el que se suponía éramos reyes, no reses. Pero fuimos un nuevo concepto de
esclavos. Nuestras manos no tenían callos, a menudo no tenía siquiera huellas
en los dedos debido al desgate sufrido a causa de los teclados y pantallas
táctiles que “necesitábamos” para poder comunicarnos. Pero algunos teníamos
claro que no creíamos en un mundo controlado por drogas químicas, guerras,
robots y todo ese rollo. G. Bernanrd Shaw dijo que “los padres deberían darse
cuenta de cuánto aburren a sus hijos”, lo cual comparto. Por tanto, a mis 20 años, confío en que tengamos la
oportunidad de aburrirlos, relatándoles como rectificamos el mundo ante su
colapso, en lugar de contarles lo bello que pudo ser y no fue. “En mis tiempos
perdimos mucho, pero no la esperanza”
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