Me decía ayer tarde una amiga que a la
gente no le interesa absolutamente nada este asunto de la legalización de
Sortu. ‘Vete con un micrófono a la calle o a un mercado y pregunta qué opinan.
Contestarán con desprecio o ignorancia. ¿Sortu? A mí que me dejen en paz, que
bastante tengo con poder comprar algo hoy para comer. ¿Usted cree que es normal
que el kilo de judías esté a 4,50 el kilo y el pollo a 3,50?, y se da la vuelta
y se marcha.’ Sortu es un tema de políticos y periodistas, no de ciudadanos,
termina mi amiga, que aún añade: Con lo que ha sufrido este país, ETA ya no le
importa a la gente, pertenece a una etapa cancelada, ya no se le concede la
menor importancia. Todos los porteros de finca urbana saben ya qué es la prima
de riesgo, y casi ninguno conoce Sortu.
El ser humano ha desaparecido. Todo es lo
mismo, la comprobación y saturación de a dónde llega la miseria material y
psíquica. Todo es dinero. No existe la menor sensibilidad hacia el ciudadano
por parte de quienes rigen el mundo. Hay que estrangularlos para que se salven
los cinco poderosos. Los mercados, no el de mi amiga sino los financieros, son
pirañas, y el resto, el pueblo, está a su servicio. Todo es de una mezquindad
horrible, descarnada y sangrante. ¿De ésos tenemos que esperar algo? Sí, la
revolución que no cabe porque la tienen controlada. Pero la crisis de Europa y
Occidente la sufrirá, será la revolución posible: Dentro de poco tiempo solo
existirán Oriente y América. Nuestra raza es así de mala, somos simios
educados, nos han dado un barniz y por eso se contiene el instinto de agresión
y no se sale a la calle con un cuchillo. Somos simios educados y amaestrados.
Vivimos ya como zombis angustiados por lo económico, tenemos desquiciados los
cerebros y el bolsillo.
De modo que para qué hablar de Sortu. Con el
convencimiento añadido de que lo que pueda decir no será catalogado de serio y
coherente por una mayoría abrumadora de lectores.
La formación política vasca Sortu ha sido
declarada legal por el Tribunal Constitucional, que revoca la decisión de
ilegalidad tomada hace más de un año por el Tribunal Supremo. Al ser un Derecho
fundamental recogido en la Constitución Española, el Tribunal Constitucional es
competente para enjuiciar el Recurso de amparo presentado por los representantes
de Sortu, y su sentencia es la que prevalece. El Ministerio Fiscal se oponía a
la legalización.
Pero la cuestión central no versará sobre el
acierto o idoneidad de la sentencia, analizado jurídicamente. Seguiremos
dejándonos guiar por los instintos básicos. Las preguntas se repetirán y
seguirán siendo ¿Cómo puede el Tribunal Supremo anular una sentencia del
Tribunal Supremo?, una de ellas estará equivocada, se dirá. ¿Cómo es posible
que no sea por unanimidad sino por la más apretada mayoría posible en asunto
tan relevante?, se continuará alegando en los foros y debates de televisión.
¿Cómo es posible que los llamados progresistas o de izquierda voten en bloque y
los conservadores o de derecha voten también en bloque lo contrario, acaso la
justicia es un apéndice de los partidos políticos y reproduce sus posturas
ideológicas? ¿Si se hubiera producido la renovación debida, con más
conservadores o designados por el PP, la sentencia no habría sido al contrario?
Es decir, todo lo que no es sustancial, todo
lo que es visceral, todo lo que, por mucho que se explique, no se quiere
comprender.
¿Es acertada la decisión?, ésa es la cuestión.
¿Qué efectos prácticos tiene? Pues quiere decir, ni más ni menos, que la
democracia del voto se agranda en Euskadi, fíjense si es acertada. Es una
sentencia a la vez fantástica y explosiva. Fantástica porque normaliza la
democracia en Euskadi. Y explosiva, o conflictiva, porque por primera vez cita
actos concretos que puedan acarrear la ilegalización: humillar a las víctimas de
ETA, ambigüedad en la condena del terrorismo, o la equiparación del sufrimiento
de las víctimas y el de los etarras.
Aquí lo verdaderamente grave y
sustancial es que el pollo esté a 3,50.
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(Argumentaciones repetidas y manidas:
¿Cómo puede el Tribunal Constitucional anular
una sentencia del Tribunal Supremo? Una de ellas estará equivocada, se dice.
Absolutamente en todos los países democráticos del mundo existen cientos de
millones de sentencias que son revocadas por otros tribunales, lo que no quiere
decir que fueran injustas, sino que las interpretaciones son diferentes por
unos u otros jueces para más garantía de los ciudadanos. Repito, en todos los
países del mundo. De lo contrario no existirían.
¿Cómo es posible que no sea por
unanimidad en algo tan importante? Por la misma razón: unos jueces lo aprecian
de una forma y otros de otra, y naturalmente se plasma lo aprobado por la
mayoría. Eso es la democracia, discrepar. La interpretación de las normas no es
unívoca, lo que no quiere decir que unos jueces se desvíen de la justicia y
otros no.
¿Cómo es posible que los llamados
progresistas voten en bloque y los conservadores también? Pues también por eso.
Al igual que los ciudadanos, unos ven unas razones, y otros, otras. Y todos son
igual de honestos. ¿O estamos obligados todos a pensar lo mismo? Hoy mismo hay
un periódico que en su portada titula ‘El TC se rinde a los proetarras’ y otro
‘El Constitucional legaliza Sortu pero le exige respeto a las víctimas’, y un
tercero afirma ‘Legalizado el partido de ETA’. ¿O sea que seis magistrados
cometieron prevaricación?
¿La Justicia es un apéndice de los
partidos y reproduce sus posturas ideológicas? En ningún caso. Pueden ser
coincidentes sus criterios, que no siempre, pero no quiere decir que reciban
instrucciones. Si en lugar de elegir los partidos a los jueces de los
Tribunales Constitucional y Supremo los eligieran los mismos jueces, el
resultado sería el mismo.)
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Gota del GOBIERNO NAUSEABUNDO: El
Ministerio del Interior multa con 300 euros a 278 indignados por manifestarse
el 15-M fuera de hora.
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Gota PRINCIPESCA: El Príncipe Felipe
(otro que tal baila) en Nueva York: “Nuestros salarios están volviendo a la
competitividad”. ¿O sea que le parece bien la Reforma laboral? ¿Eso no es
opinar políticamente, puede hacerlo? ¿Lo dirá porque su padre le haya rebajado
su salario? Mi Monarquía llega, y con dificultad, hasta la muerte de don Juan
Carlos. Ni un día más.
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