GALLARDÓN, EL ENDECASÍALBO. JUAN CARLOS ESCUDIER

GALLARDÓN, EL ENDECASÍALBO
Incapaz de soportar que se empañe todavía más su imagen de prototipo de la derecha moderna y avanzada, Gallardón se descolgó ayer afirmando que no atisba causa de inconstitucionalidad en la ley que permite los matrimonios entre personas del mismo sexo, algunos de los cuales llegó a oficiar cuando era alcalde. Tratándose de un juicio tan autorizado como el del titular de Justicia, lo normal en esos casos sería actuar en consecuencia y pedir a su partido que retire el recurso que tiene interpuesto contra la norma, pero el ministro se limitó a decir que esperaría el pronunciamiento del Tribunal Constitucional. En definitiva, que, siendo él partidario, se somete a mejor opinión fundada en derecho.

Contrasta esta cautela con la urgencia con la que anunció la derogación de la ley de plazos del aborto de 2010, sobre la que también debe resolver el Alto Tribunal en virtud de los recursos que contra ella presentó el PP y el Gobierno de Navarra. ¿No debía haber esperado a este fallo por pura coherencia? Sostener que existe ya un pronunciamiento desfavorable de esta magistratura no es sólo hacer una lectura interesada de su sentencia de 1985, sino ignorar interpretaciones más recientes, como la del Consejo de Estado, que avaló por unanimidad la ley, incluido que las adolescentes de 16 y 17 años tengan la última palabra en la interrupción de su embarazo. Es bueno recordar que el ponente de dicho informe fue Miguel Herrero, padre de la Carta Magna, y que uno de los consejeros que votaron a favor fue Landelino Lavilla, democristiano de toda la vida.

Lo que sí admite varias interpretaciones es el papel de Gallardón en el Gobierno. ¿Ha sido premiado con una cartera o en el pecado de su ambición lleva la penitencia? ¿Ha sido colocado en Justicia para facilitar la digestión de unas medidas ideológicamente muy reaccionarias con las que no llega a estar de acuerdo o comulga plenamente con ellas? Ha bastado un mes para decapar la mano de progresismo con la que el ministro de la perpetua se había barnizado cuando ejercía de verso suelto del PP. Ahora forma parte del mismo poema que recita su partido. Es un endecasílabo más con rima en consonante.



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