LA MADRE ERA ÉL. JOSÉ MANUEL BELMONTE

LA MADRE ERA ÉL
Suele decirse que quien tiene un corazón generoso, tiene un corazón de madre. Y el refrán añade que: “la mujer que es madre, no es mujer, sino ángel”. No hay duda de que tienen algo especial, mucho de misterio y la belleza y el encanto de quien ha sido tocado por el cielo, para continuar la creación.Pero dicen los sabios que la grandeza, la ternura y la generosidad son dones que puede encarnar tanto una mujer como un hombre. En todo caso no será cuestión de palabras, ni de filosofía, sino de actitudes. ¿No puede haber ángeles varones?

En puertas de la gran fiesta de la maternidad, que es la Navidad, suena paradójico atribuir algo de ternura o de generosidad a un varón. Puede ser. Por eso quiero resaltarlo. Espero que se me entienda. No se trata de una reivindicación machista.

De hecho también es paradójico reclamar como un derecho el abortar al tiempo que se pone en casa o en la calle el “Nacimiento”, o el “Portal de Belén”. ¿O no? También considero paradójico no ponerlo “para no molestar”. ¿A quién puede molestar el Niño? ¿La representación de la Familia de Nazaret, o los cánticos de alegría pueden molestar? ¿Incluso el cantar Noche de Paz? Vean los carteles de las mujeres comprometidas: “ we must have peace”,”We want peace now”, “Our nation need peace”, “wwomen are cryinng for peace”. Ellas y Leymah Growee lo consiguieron. El Nóbel de la Paz en 2011 fue para esa mujer.

Lo que quiero decir, es que incluso cuando la mujer embarazada, renuncia a ser madre, puede hacer mucho más que firmar papel para que “otra persona” mate al hijo de sus entrañas. Lo justo y lo deseable, es posible. Eso sí, se necesita voluntad y generosidad.

El inmenso corazón de Teresa de Calcuta, sufría por ese genocidio. Gritaba: “no los matéis, dádmelos a mi”. Ella que había fundado una congregación para ir recogiendo moribundos y desahuciados, aún tenía sitio para recoger a los hijos de las madres que no querían serlo.

Pero esa generosidad y esa sinceridad, ni es exclusivo de una mujer como Teresa de Calcuta, ni de su orden religiosa. Hay otras organizaciones que los recogen, y también hay hombres dispuestos a acoger a esos bebés, antes de que los hagan desaparecer.

De hecho, en Vietnam un hombre ha adoptado a decenas de niños cuando iban a ser abortados. Se ha convertido en “padre” de 50 niños, rescatados de la muerte. Este héroe, de inmenso corazón de madre, ha agrandado sus brazos, su casa, y ha contagiado a sus amigos. Gracias a su iniciativa viven felices, tanto los niños como sus colaboradores y colaboradoras y él mismo. Hay un camino hacia el amor que es la dedicación y la entrega. ¿Sorprende que se llame T. Angelic?

Uno no puede obligar a nadie a percibir lo evidente, que es el derecho a la vida de estos seres indefensos, ni siquiera pretendo que se sorprendan, de que haya gente buena. ¿Puede haber algo más entrañable que este ejemplo para la Navidad? Es el ayer y el hoy. ¡Shalom! ¡Inshalá!

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