PREDATOR NEOLIBERALENSIS
Reflexión sobre los restos arqueológicos de la especie predator neoliberalensis encontrados entre las excavaciones de la prima de riesgo y la bolsa de valores.
Introducción
“Padre nuestro Capital, Dios todopoderoso de este mundo, que desvías la corriente de los ríos y perforas las montañas, que separas los continentes y unes a las naciones; creador de las mercancías y manantial de vida, que subyugas a los reyes y a los súbditos, a los patronos y a los asalariados: que tu reino se establezca en toda la tierra. Danos muchos compradores que adquieran nuestras mercancías, así las buenas como las malas. Danos trabajadores miserables que acepten sin resistencia todos los trabajos y se contenten con el salario más mezquino. Danos tontos que crean en nuestras promesas. Haz que nuestros deudores paguen íntegras sus deudas y que la banca baje nuestro tipo de interés. Haz que la cárcel no se abra nunca para nosotros; y aléjanos de la quiebra. Concédenos rentas perpetuas. Amén”.
(Paul Lafargue, 1886).
Podemos decir que el mercado es el modo en que la sociedad capitalista se organiza mientras el ser humano se halla en niveles inferiores de la conciencia. Por ello la “ciencia económica” ha de expresarse en términos de creencias, ritos y prácticas religiosas. Creencias y dogmas relacionados con conceptos como homo economicus, expectativas racionales, utilidad, oferta y demanda. Ritos y liturgias basadas en el equilibrio competitivo, la remuneración del riesgo del empresario, el desempleo voluntario, el marketing y el consumo. Y prácticas religiosas asociadas a la justificación matemática de los dogmas centrales, tales como la maximización del beneficio y la utilidad, las curvas de indiferencia o el monopolio estatal del mercado monetario. En definitiva, la “teología del mercado” o Marketheology.
Muchos economistas de escuelas heterodoxas han puesto de manifiesto el carácter religioso de la ciencia económica. E incluso los economistas ortodoxos aceptan que los dos sistemas históricos más importantes configuradores del ser humano son la religión y la economía, por este orden.
Cabe destacar a Paul Lafargue [1842-1911] como el que exploró con más intención y profundidad las posibilidades de un análisis crítico (y humorístico) de la disciplina económica como una religión. Particularmente en un conjunto de artículos recogidos bajo el título de “La religión del capital” y publicados en 1886, por los cuales fue llevado a la cárcel. Su estilo es en buena parte heredero del pensamiento marxista. El sentido crítico de “La religión del capital” es excepcional y en cierto sentido pionera, ya que articula la crítica económica con los aspectos psico-religiosos del capitalismo.
A continuación se expone un análisis psico-religioso del proceso de conversión del homo sapiens en predator neoliberalensis a partir de las creencias y pilares doctrinales del neoliberalismo.
La religión neoliberal:
Fases de la auto-concienciación predatoria
La religión de la economía neoliberal surge de la condición del ser humano que huye de su ser animal, de su ser depredador/especulador. Entendiendo la religión neoliberal como un sistema o código de moralidad que infantiliza, fragmenta y aliena a la sociedad. Esta religión representa, por tanto, el mecanismo por excelencia de autoaniquilación de la especie humana. Y tras alcanzar el nirvana neoliberal, el depredador volverá más plenamente consciente de su naturaleza especuladora. El lenguaje místico es necesariamente metafórico debido a la dificultad de expresar objetivamente una experiencia interior profundamente subjetiva. La función de este lenguaje religioso consiste en describir el “viaje” místico desde la vía purgativa hasta la vía unitiva. Así, pueden identificarse varias fases hasta lograr el clímax místico neoliberal:
1. Fase de negación.
2. Fase de deserción.
3. Fase de tentación.
4. Fase de des-identificación.
5. Fase de aceptación.
La primera y la última fase son las únicas que se dan en el ámbito consciente del individuo. Las etapas intermedias representan la vivencia interior inconsciente o semiconsciente del Misterio Neoliberal.
La realización histórica de esta auto-concienciación predatoria puede ser identificada, por ejemplo, en el laicismo de las sociedades occidentales, donde el capitalismo refuerza el mecanismo de selección natural, y donde tras siglos de cristianismo ha triunfado la condición predatoria del ser humano, confirmándose a través de “eficientes” relaciones económicas de mercado. O el caso de China, donde las autoridades están intentado introducir algún conjunto de creencias de tipo budista o similar para que la atea sociedad china no se abandone a los excesos y los placeres del pujante capitalismo.
1. Fase de negación:
La religión neoliberal proporciona al depredador/especulador una escapada de sus instintos asesinos, que le permite pasar a convertirse en presa, en víctima. Una escapada ética. La ética protestante. La ética utilitarista.
¿Qué otra especie podría crear un entorno aún más salvaje y peligroso que una selva? ¿Qué otra especie viviría en entornos urbanos masificados? La ciudad como símbolo y paradigma moderno de la depredación/explotación del ser humano. La urbe como símbolo de la industrialización capitalista.
El empresario como víctima de los sindicatos, mártir de los impuestos. Víctima de delitos contra la propiedad privada. El multimillonario filántropo, creador de fundaciones y amante de generosas donaciones para instituciones caritativas y religiosas.
El depredador que huye de su condición asesina se refugia en la religión neoliberal para asumir la condición de la presa, y así se compromete a dar su vida por otras personas, se compromete en la promoción de los más pobres, incluso vive como ellos, vive voluntariamente su opresión y esclavitud. Pero el depredador que se comporta como presa no deja de ser depredador, sólo que ahora es un depredador insumiso.
Y así cumple su objetivo predatorio: anular la capacidad de autonomía de las auténticas presas y debilitar la capacidad de movilización política. Baste analizar el efecto pernicioso de las ONGs y asociaciones de voluntariado asistencial y caritativo.
2. Fase de deserción:
Y si el predador insumiso consigue sobrevivir, se convierte en desertor, se convierte en presa huida, en depredador letárgico insumiso huido. La deserción implica la negación y además un distanciamiento, una ruptura con el pasado. Y en su éxodo volverá a cumplir su objetivo predatorio porque habrá conseguido evadirse de la lucha por la justicia.
Es la fase en la que recala la mayoría de la clase media burguesa. La mística del lujo y el glamour. La fase a la que como un agujero negro son atraídos también los pobres que aspiran a la vida y comodidades de la burguesía. El paraíso del bienestar privado: la educación privada, la sanidad privada, los planes de pensiones privados, el transporte privado…
En suma, el estilo de vida consumista representa el mejor ejemplo de esta fase. Y también la actividad investigadora al servicio del sistema y contraria o indiferente a los intereses de los excluidos.
En esta fase surgen también los aspirantes a burgués, seducidos por la fortaleza de sus principios religiosos y moralistas. Pero, sobre todo, seducidos por la riqueza y el oropel, el prestigio y la distinción social. Aspirantes que han vivido una infancia llena de carencias y privaciones, y que ahora se ven invitados al banquete de la clase media, jaleados por su propio esfuerzo, capacidad y talento natural.
3. Fase de tentación:
Y si muere acabará siendo carroña, alimento para otros, y habrá vuelto a cumplir su objetivo predatorio contaminando a los demás. Será en realidad un depredador insumiso huido desaparecido. Caballo de Troya que sigilosamente se acerca a su presa, como un cáncer o un virus inactivo.
Es la fase de las imputaciones judiciales por delitos económicos. Es la fase de la indignación tardía. Es la fase de las explosiones de las burbujas económicas. En esta fase los paraísos fiscales juegan el papel místico de refugio del predator.
Conviene recordar que de cada etapa el predator neoliberalensis sale reforzado, viendo incrementados sus beneficios y las expectativas de los mismos.
Las épocas de crisis económica, las quiebras de empresas y bancos estimulan el dinamismo de esta etapa predatoria. La industria armamentística alimenta permanentemente esta etapa.
4. Fase de des-identificación:
Y en cierta medida el predator neoliberalensis seguirá vivo, resucitará como un pájaro mítico. Es la prueba final, la del abandono en manos del dios neoliberal, la prueba suprema de confianza plena y absoluta.
Y como pájaro mítico desplegará su ataque final pese a las fuerzas internas que le impulsan ilusoriamente a ir contra su destino. Y así el pájaro se vende como esperanza, como futuro, como ejemplo a seguir. Se niega aún a asumir su condición predatoria. El mito del hombre hecho a sí mismo. El sueño americano que el cine de Hollywood no se cansa de repetir como las oraciones del rosario.
Cuando se canse de explorar y reflexionar sobre la muerte, porque es mortal, no es eterno, el predator neoliberalensis bajará en picado para inocular su gen predatorio en la última y definitiva fase.
Característicos de esta fase son los procesos de inmigración y la fuga de cerebros. También el cambio climático y todos los procesos de contaminación y degradación del medioambiente. Los procesos de deslocalización de las grandes empresas. Los subsidios a la exportación de excedentes agrarios del Norte hacia el Sur.
En suma, procesos que alientan el individualismo y alimentan el consumismo.
5. Fase de aceptación:
El predador insumiso huido desaparecido y resucitado volverá siendo un predador más plenamente consciente de su poder, para asestar el zarpazo definitivo, para ejercitar el mayor grado de insolidaridad posible.
Los principales protagonistas de esta fase son conocidos por su impacto mediático y por su magistral desenvoltura en graves delitos económicos (corrupción, fraude, sobornos): cargos públicos, altos ejecutivos, grandes agentes de bolsa, deportistas de élite, artistas de masas. Ídolos a imitar por el ciudadano de a pie.
Ciudadanos inmersos por inercia en el deporte favorito de los ricos, cuyo fraude económico preferido es en España la especulación inmobiliaria, de manera que la liquidez monetaria del rico se convierte en el derecho de pernada sobre los esfuerzos de subsistencia del pobre.
El ejemplo institucional paradigmático y más paradójico de este proceso evolutivo lo tenemos en las organizaciones de voluntariado, discípulas de las subvenciones capitalistas. Obviamente no todas recorren completamente cada etapa. Pero, salvo que remen a contracorriente o se retiren a la orilla, acabarán cayendo en el precipicio de las subvenciones.
El sujeto de la era post-capitalista
Nos planteamos ahora el proceso evolutivo que conduce al ser humano desde el neoliberalismo hacia la sociedad post-capitalista o post-neoliberal. A continuación se resume ese proceso basándose en el paradigma de la evolución cognitiva y moral de la persona.
El esquema siguiente expone brevemente el proceso de extinción de la especie predator neoliberalensis.
Esquema del proceso de extinción del Predator Neoliberalensis
Nivel post-neoliberal
Nivel 5: Nuevas relaciones e instituciones solidarias
Nivel 4: Compromiso social y político por la justicia
Nivel 3: Análisis científico crítico e indignación ética
Nivel 2: Creencias económicas sin evidencia ni contraste
Nivel 1: Fanatismo y violencia neoliberal
Nivel pre-neoliberal
El nivel post-neoliberal o de máxima conciencia por el bien común representaría la superación definitiva de la religión neoliberal. Así, según la definición gramsciana de religión, en la medida que los violentos y fanáticos se proclamen religiosos o utilicen la religión para justificar su violencia serán “predadores de nivel 1”.
En la escala evolutiva los “predadores de nivel 1” son violentos y están abocados a extinguirse y se encuentran muy por debajo de los predadores pertenecientes a religiones económicas primitivas (nivel 2), de hecho hunden sus raíces en el nivel pre-neoliberal. En cambio, los “predadores de nivel 5” son los más próximos a trascenderse y se encuentran en la vanguardia para alcanzar el nivel post-neoliberal o de máxima conciencia comunal.
En este sentido, la mística neoliberal representaría un mecanismo biológico para asegurar la supervivencia en condiciones extremas de individualismo feroz. Una inoculación de mística neoliberal en dosis elevadas supondría la extinción como especie humana. Cada época tiene sus místicos y sus infieles o bárbaros de la supervivencia. De los místicos neoliberales ya hemos hablado. Mientras que los bárbaros e infieles del neoliberalismo son los empobrecidos, producto de la religión económica neoliberal y de las (pseudo)democracias occidentales.
La función económica de la mística neoliberal es controlar el mecanismo de autoaniquilación anulando y eliminando a los individuos menos aptos (los infieles), sometiendo a los capaces y excluyendo a los incapaces, y que hagan lo que tienen que hacer dentro de la estructura social de explotación, predar organizadamente. Es decir, asumir la mortalidad desde la propia condición, la naturaleza predatoria.
La religión neoliberal sirve para organizar la supervivencia de una especie destinada a la autoextinción. La religión neoliberal sirve para fortalecer la conciencia colectiva de especie predatoria autoextinguible. Superarla exige el compromiso inexcusable con los excluidos del sistema, artífices y pioneros en el proceso de recuperación de la dignidad secuestrada por relaciones de explotación y servidumbre, proponiendo modelos relacionales de solidaridad entre iguales. Es por ello que los empobrecidos se encuentran en el nivel más elevado para trascender la religión neoliberal.
Implicaciones sociales de la mística neoliberal
La conciencia crítica en las Ciencias Económicas ha estado ausente en el enfoque ortodoxo, particularmente a partir de la separación entre Economía y Ética (Fase de negación) como ha estudiado el economista indio Amartya Sen. Ensanchándose esta división con el distanciamiento entre Economía y Medioambiente, a la vez que ha estrechado sus lazos con el patriarcado (Fase de deserción).
En definitiva, históricamente se ha producido un alejamiento de la investigación económica de su objetivo original, responder eficientemente a la satisfacción de las necesidades básicas humanas. Sirviéndose esta disciplina de las Matemáticas para dotarse del supuesto rigor científico que dan las fórmulas y del que carecía en sus albores (Fase de tentación). No se pueden explicar de otra forma los irreconciliables logros macroeconómicos con la creciente Brecha Norte-Sur y los perniciosos efectos de la globalización económica sobre los pueblos excluidos del sistema (Fases de desidentificación y de aceptación).
Es posible releer los principios económicos del mercado a la luz del principio profundo del Poder y la Violencia, del cual se desprende no la ley de la oferta y la demanda, sino la Ley Económica de la Entropía, más allá de un híbrido entre los enfoques del darwinismo social y el psicoanálisis freudiano.
Podríamos formular la Ley Económica de la Entropía como aquélla que postula que las relaciones económicas se degradan permanentemente, se desequilibran constantemente. Este desequilibrio efectivo de poder se manifiesta, por definición, por el lado del demandante y en su nivel de urgencia en satisfacer su necesidad básica. La demanda es la institución económica que soporta el mayor peso de la Ley Económica de la Entropía. Sin embargo, la negociación estratégica se establece ocultando la inferioridad inherente a la demanda, elevándose los negociadores a la categoría de oferentes (posición de superioridad).
No obstante, la institucionalización mediante el mercado de los roles de demandantes-consumidores y oferentes-productores implica la institucionalización social de la “esclavitud económica” y del homo economicus violator, es decir, del predator neoliberalensis.
Dividir el mercado entre oferentes y demandantes es un error conceptual grave, incluso aunque se asuma general e implícitamente que la oferta es una posición dominante y la demanda una posición dominada.
A continuación se comentan las principales objeciones a la “sabiduría” económica convencional. En concreto:
- La naturaleza mixta de los agentes económicos.
- El lugar periférico de las necesidades en el marco tradicional.
- El ejemplo paradigmático de dominio en las relaciones laborales.
- Las conductas Giffen como fundamento de relaciones económicas solidarias y no dominantes.
- La inexistencia de los mercados.
- Y la exposición seminal de una teoría redistributiva del valor.
Las funciones clásicas del productor-oferente también pueden detectarse en el comportamiento del consumidor-demandante. La oferta del cliente es de singular importancia y previa a la oferta del productor. El consumidor ofrece información. Información útil para el diseño del producto final, para su fabricación y estrategia de comercialización. También ofrece garantías de su propia capacidad de pago. Sin olvidarnos del papel como productor que ejercen los consumidores en su tarea de gestores de residuos y reciclaje.
El papel de la demanda como oferente primigenio es innegable, aunque la teoría y la historia le hayan usurpado esta función, relegándolo en el mejor de los casos a un teórico y cuestionable “principio de soberanía del consumidor”.
Las funciones generalmente atribuidas a los consumidores también pueden encontrarse en los productores. Especialmente cuando se asocian en una estrategia comercial común para dar salida a la enorme producción excedentaria (necesidad del productor). Es decir, demandan consumidores que compren sus productos.
El corolario a esta naturaleza mixta de los agentes económicos es la refutación de la clásica tijera entre oferta y demanda que define la susodicha “ley de la oferta y la demanda” según la teoría del libre mercado.
Son las instituciones económicas que desarrolla la sociedad las que conceden y distribuyen las posiciones dominantes y dominadas. Son las que determinan la legitimidad y prioridad de la satisfacción de necesidades. Así, las necesidades de las posiciones dominadas quedarán siempre subordinadas a las necesidades de las posiciones dominantes.
Hasta el momento no ha habido un acuerdo social universal para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas sea cual sea la posición económica de los agentes participantes. En este subdesarrollo económico juegan un papel básico las posturas de economistas que dudan maliciosamente sobre la identificación y jerarquización de necesidades básicas. Desviando el debate hacia rincones matemáticos que privilegian funciones continuas y derivables de utilidades esperadas y máximos beneficios.
Sólo en el caso del mercado laboral la demanda adopta la postura dominante y la oferta la dominada. ¿Por qué esto es así? Basta caer en la cuenta del motivo principal de esta relación de dominio: la demanda de trabajo realiza un papel crucial como oferente de puestos de trabajo. Por otro lado, la posición de la oferta laboral se debilita hasta el punto en que no hay elección real, creándose las condiciones que obligan a vender la fuerza de trabajo según los intereses de los empleadores.
De lo anterior se deduce con facilidad la presión de la patronal para que la conducta de los trabajadores sea Giffen en el tramo de salarios bajos, es decir, trabajar más por menos. Limitando el número de oferentes de trabajo que estarían dispuestos a trabajar menos horas por más sueldo (propio de salarios altos).
Razonamiento similar puede aplicarse al caso tradicional en el que los demandantes compran más a precios mayores de productos básicos (contrariamente a la ley marshalliana de la demanda decreciente). Entendiendo por “productos básicos” aquellos bienes y servicios que son necesarios para alcanzar un determinado nivel de supervivencia o bienestar.
En definitiva, las conductas Giffen (que contradicen las leyes de la oferta y la demanda) suelen ser ignoradas e invisibilizadas porque están sugiriendo un tipo de relaciones económicas solidarias sólo viables entre posiciones dominadas. El óptimo social sólo es alcanzable cuando entre los agentes no hay ningún dominante, ningún sujeto con derecho y capacidad para explotar a otros.
Sin embargo, la teoría económica convencional con su terminología aséptica elude estas relaciones de poder y los conflictos de intereses, presentando proposiciones tremendamente ideológicas como auténtica y rigurosa ciencia.
El mercado como unidad de análisis económico es incorrecto. No existe como tal, salvo en la teoría. El mercado es una idealización de las relaciones económicas que las presenta como un lugar o red de transacciones libres, armoniosas, eficientes y justas. Lamentable y obviamente la ciencia económica neoliberal está al servicio de la esclavitud humana. Cantidad de mentes brillantes que vuelcan su ingenio y capacidad en la justificación y construcción de un sistema opresor y explotador.
La Historia no se ha cansado de repetir que dentro de un sistema esclavo no hay escapatoria o pacto posible, no hay lugar más que para reformas, maquillajes y edulcorantes que suavicen las líneas duras y amargas y contenten a los perrillos que ladran hambrientos a los pies del amo. Sólo queda la huida, el éxodo, el viaje hacia una tierra en la que cimentar un nuevo futuro. Un viaje en ocasiones más duro que las penalidades que había que sufrir en régimen de esclavitud.
Entonces, cabe preguntarse, ¿quién genera la riqueza, el crecimiento económico?, ¿los empresarios, los trabajadores, los consumidores?, ¿dónde reside el valor de los bienes producidos? Su valor principal reside en su reparto entre quienes más lo necesitan. Desembocamos al fin en el germen de una teoría distributiva del valor. Es decir, las cosas valen según estén en las manos de quienes más las necesitan, y no de quién más pueda pagar por ellas ni de quien más trabaje en ellas.
Sin embargo, en la historia del capitalismo ha operado y opera también la transhistoria económica a través de principios éticos y psicológicos inherentes al ser humano.
Principios inherentes y connaturales a la persona imposibles de extirpar o eliminar, aunque sí nublar a través de la experiencia mística neoliberal. De forma que es posible identificar estas fases características del religioso neoliberal y analizar transpersonalmente el modo en que pueden ser superadas, trascendidas. En consecuencia podemos explicitar y hacernos más conscientes sobre el modo más justo y solidario de organizar nuestros asuntos económicos.
En suma, frente al individualismo que propugna el sistema económico dominante hay otro principio básico más fuerte y sustentador de las relaciones económicas: la solidaridad.
Tanto el individualismo (egoísta) como la solidaridad (altruista) se basan en diversos factores psicológicos. Así, el individualismo supone la combinación de tres estados psicológicos basados en el miedo, la soledad y la violencia. Además, se asocia la existencia de los mercados a relaciones sociales esencialmente violentas, anónimas y efímeras. Por el contrario, aquellas relaciones sociales solidarias, personales y duraderas constituyen el fundamento de instituciones de tipo comunitario.
En cambio, los Estados nacionales se asocian preferentemente a relaciones sociales coercitivas, anónimas y duraderas. Por último, las relaciones interpersonales excluyentes, efímeras y personales se vinculan con instituciones que podemos denominar “centros de rehabilitación” en sentido amplio, es decir, principalmente instituciones penitenciarias, centros sanitarios de internamiento prolongado e instituciones educativas de domesticación.
A partir de lo anterior podemos definir el viaje místico de la sociedad neoliberal. Ésta puede evolucionar o involucionar, según haya rebasado o no el punto de retorno. Si lo ha rebasado, involucionará según el esquema siguiente:
Esquema del viaje místico de la sociedad Predator Neoliberalensis
Mecanismo progresivo de involución social:
- Nivel Instintivo: Adhesión a incipientes derechos de propiedad privada.
- Nivel Primario: Vinculación a la violencia y el patriarcado.
- Nivel Secundario: Instituciones y sanciones contra la disidencia.
- Nivel Terciario: Racionalización, acumulación y extensión del poder.
- Nivel Avanzado: Absolutización y sacralización de la propiedad privada.
- Nivel Vanguardia: Exacerbación del individualismo y de la ética cínica.
- Nivel Éxtasis: Fanatismo y apología ciega del mercado, neoliberalismo.
En caso contrario habrá lugar para la evolución según describíamos anteriormente como el proceso de extinción del predator neoliberalensis. La clave para un proceso u otro vendrá determinada por la estructura de relaciones de la que sean capaces de dotarse los excluidos del Paraíso Neoliberal, que son los sujetos principales del cambio social y del freno a la involución colectiva de la especie humana.
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