RAJOY Y EL BOE
A Aznar le empezaron a abuchear en la calle en al final de su segundo mandato, por la guerra de Iraq. A Zapatero también se le encrespó la calle ya en la agonía de su segundo gobierno (aparte de la ritual pataleta de la extrema derecha en el día de las Fuerzas Armadas). Rajoy lo está consiguiendo en poco más de seis meses.
Ninguno de sus predecesores, sin embargo, afrontó estas expresiones agresivas del malestar social con tan poca gallardía como Rajoy, capaz de precipitar la clausura del congreso del PP andaluz sólo para evitarse unos segundos de pitada de los funcionarios, convenientemente separados y controlados por la Policía. Encima le dice a los delegados populares que no tienen por qué avergonzarse y que salgan con la cabeza bien alta. Para agachar la cabeza y rehuir la gresca ya está él...
Naturalmente, lo grave del recortazo es el recortazo mismo, en eso no caben dudas, pero las formas son también importantes. La forma en que Mariano Rajoy está encarando los sucesivos ajustes dirigidos a salvar la economía nacional lo retratan como un gobernante mentiroso y escurridizo, que rehuye los debates en el Congreso, se explica lo menos posible y cree que la mayoría absoluta obtenida legítimamente en las urnas es mayoría absolutoria, suficiente para no dar la cara ante los ciudadanos que se la prestaron. Por eso camina aceleradamente hacia una impopularidad nunca ganada en tan poco tiempo.
No es ya que haga todo lo que se comprometió a no hacer (ha aceptado y reconocido que es así), sino cómo lo pone en práctica: en fascículos y con tortura psicológica a las víctimas. No hay recorte que no haya sido negado, contemplado como excepcional, filtrado, anunciado oficialmente y, al final, corregido y multiplicado en sus efectos devastadores. Cada estadio de despliegue de una medida de ajuste incrementa un poco el sufrimiento colectivo hasta llegar a la apoteosis. Piensen en el último caso. Parecía que lo que anunció el presidente hace una semana en el Congreso era el no va más en materia de recortes, nada podía ser peor. Pero llegó el Consejo de Ministros y lo agravó. Y ahí no acabó todo: mirando el Boletín Oficial del Estado del día siguiente nos enteramos de cosas que no nos habían dicho ni el presidente ni su Gobierno. Como el nuevo tajo en las ayudas a la dependencia, como que la paga extra que se quita a los funcionarios será reintegrada en 2015 sólo si se han cumplido los objetivos de déficit público, como que la rebaja en las cotizaciones de las empresas a la Seguridad Social desequilibrará la financiación de la misma, como que se podrá suspender el cobro del desempleo ante la mera presencia de indicios de fraude...
Rajoy le ha perdido el respeto a los que lo pusieron donde está.
PUBLICADO EN MÁLAGA HOY
No hay comentarios:
Publicar un comentario