PERDÓN. PABLO BUJALANCE

PERDÓN. PABLO BUJALANCE
El Rey pidió perdón por haberse ido de safari a cazar elefantes. Los responsables del banco Novagalicia pidieron perdón a sus clientes por lo que definieron como una gestión "mejorable". En el debate sobre un posible cambio en la política penitenciaria respeto a ETA se considera imprescindible que los presos pidan perdón a sus víctimas. Y Ana Fabra también terminará pidiendo perdón, si es que no la hecho ya, por su "Que se jodan" (por cierto, da igual que fuera dirigido a los parados o los socialistas: lo dijo en el Congreso de los Diputados y por tanto su expresión atañe a todos los españoles). Quién sabe, es posible que RNE pida perdón algún día a Juan Ramón Lucas. O la mejor la Comisión Europea pide perdón a los parados españoles por haber jaleado y palmeado cada medida aprobada desde el Gobierno contra ellos y sus familias. El perdón es un argumento ético inefable. Es señal de nobleza en emperadores y de autoridad en personas de moral intachable.


El cristianismo hizo del perdón su categoría esencial cuando declaró a todos los hombres pecadores desde su nacimiento y a Dios el único capaz de eliminar esa culpa. Pero hasta el cristianismo (y me refiero al pensamiento cristiano en su origen; los curas y la Iglesia hacen lo que pueden, o lo que quieren, como todo el mundo) señala a la justicia como condición sine quanon para el alumbramiento de la paz, que es fruto del perdón. Es decir, por mucho que éste se pida y se alcance, ningún orden humano puede sobrevivir sin lo que atañe y corresponde a cada uno, como quería Platón. Así que la gentuza que nos ha metido en todo este lío puede pedir todo el perdón del mundo a los ciudadanos, y éstos son muy libres de concederlo. Pero ni siquiera eso puede evitar que paguen por haber sumido a un país entero en la desgracia. No se trata de llorar cuando se dan malas noticias. Se trata de aliviar el sufrimiento que su incompetencia y su mala fe han ocasionado. Por derecho.


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