El Eurogrupo anuncia medidas para los
bancos españoles rescatados que figurarán en el memorando a punto de firmarse:
reestructuración del sector (cierre de oficinas, ajuste del personal,
segregación del negocio inmobiliario -el llamado banco malo-, etc.) y
supervisión bancaria, es decir, control del negocio de la banca. Es el inicio,
por fin, de un supervisor europeo con plenos poderes sobre los bancos centrales
nacionales. Porque no sólo los bancos españoles están en dificultades, también
lo estarían los bancos franceses e italianos si se sometieran a las pruebas de
resistencia que ha soportado la banca española.
A ese BCE de verdad debemos añadirle el
Tribunal de Justicia Europeo con la obligación de control de todos los
presupuestos de los estados de la Unión, y otros organismos similares de los
que hablaba la canciller Angela Merkel hace unos meses en una entrevista a seis
medios europeos (les recomiendo su lectura, pues allí se encuentra
perfectamente marcada la hoja de ruta de lo que será la Europa federal).
Porque aquí, de verdad, lo que se está
discutiendo por encima de resolver los problemas acuciantes de determinados
estados, es si queremos esa Europa federal o seguir con el paripé que tenemos
actualmente (una moneda única y poco más, y no para todos). La clave la sigue
teniendo Francia, tan recelosa de ceder un ápice de soberanía nacional en pos
de ese ilusionante proyecto (al menos hasta la llegada de Hollande), porque la
locomotora alemana tiene muy clara su postura al respecto.
Yo, qué quieren que les diga, estoy
deseando ver en mi país a los hombres de negro, que es lo que tendríamos con
una Europa de verdad, y les explicaré por qué.
La corrupción, el ventajismo, la
picaresca, el engaño, el triunfo de los mediocres, la falta de honradez… están
instalados en nuestra sociedad actual a todos los niveles. Los últimos
acontecimientos en la más alta magistratura de nuestro sistema judicial, los
infinitos casos de corrupción política destapados y por destapar, la constante
oposición de los sindicatos y asociaciones empresariales a cambiar su estado
actual (¿alguien puede explicarme por qué debemos los ciudadanos mantener estas
organizaciones con nuestro dinero?), el mantenimiento de estructuras
administrativa duplicadas y hasta triplicadas, bancos que engañan a sus
clientes, y, para no cansarles, la desidia y la falta de compromiso de todos
nosotros con nuestro propio país y su estructura organizativa. Sí, todos
necesitamos un rescate, necesitamos una evaluación externa permanente para
saber lo que somos y poner las bases de lo que queremos ser.
La educación en España es un desastre
mayúsculo; por ejemplo, nuestras universidades son demasiadas y casi todas
mediocres, la secundaria un desastre… Hay que poner orden aquí con un criterio
muy sencillo pero muy eficaz: "Si vales te quedas; si no, te vas",
válido para estudiantes y profesores. Verán: ¿qué tal si los exámenes los ponen
los hombres de negro? "Usted no pasa de curso si no se sabe la materia y
usted queda despedido por no saber enseñarla". Apliquemos el mismo rasero
a la sanidad pública, al funcionariado, a las empresas, a los profesionales, en
fin, a toda la sociedad, en pos de que los mejores gobiernen la nave por su
excelencia, preparación y ganas.
Ayuntamientos, diputaciones, autonomías,
Administración central serían codirigidas por "los hombres de negro"
apartando a los corruptos, ineptos, chupatintas e incapaces y afianzando en sus
puestos a los honestos, preparados y comprometidos por el bien común.
¿A que es un bonito sueño? Siento vergüenza
ajena cuando unos bárbaros destrozan unos monumentos aprovechando unas
legítimas celebraciones. La auténtica enseñanza de nuestra selección de fútbol,
ya que estamos, permanece oculta: preparación, colaboración, esfuerzo,
generosidad, juego limpio, saber ganar, no humillar al contrario (¡ese pasillo
de nuestros jugadores a los abatidos italianos! O ese grito de Íker al árbitro
-"Páralo ya, respeto al adversario"- me llenan de orgullo y es
entonces cuando me alegro de que ganar les posibilite a ellos estos gestos de
caballerosidad y hombría de bien.
Los hombres de negro de repente se han
convertido en hombres de blanco, que nos traen, aunque sea en sueños, la
posibilidad de lograr cambios justos y ordenados, lógicos y sensatos para un
país como el nuestro anclado en el pasado y reacio a cualquier movimiento.
¡Bienvenidos sean!
No hay comentarios:
Publicar un comentario