¿POR QUÉ NO TE CALLAS?
El ex presidente español José María Aznar acaba de
presentar el informe estratégico de la fundación del Partido Popular, FAES:
América Latina: una agenda de libertad 2012. La presentación del documento se
ha realizado, curiosamente, en Guatemala, país presidido por Otto Pérez, un
general retirado del Ejercito, y pródigamente denunciado como genocida. El ex
presidente español ahora convertido en gurú de las grandes fortunas se dedica a
pasear por el mundo dando lecciones de libertad, democracia y buena gobernabilidad.
La puerta giratoria entre política y el mundo empresarial está finamente
engrasada en las filas del Partido Popular. El caso de Aznar es el más exitoso
de todos sus correligionarios.
Tiene una amplia lista de contratos con grandes
empresas, muchas de ellas con inmensos intereses en negocios en América Latina.
Al señor Aznar, como todos se pueden imaginar, poco le importa el pueblo
latinoamericano y sus niveles de vida. Lo que si le concierne es, sin duda
alguna, el aumento de la cuenta de resultados de cualquiera de las empresas
donde trabaja (esta palabra, en este caso, es un decir). José María Aznar fue,
por ejemplo, fichado por la minera Barrick Gold Corporation, la mayor compañía
del mundo en la extracción de oro, con mucha presencia en América Latina donde
controla unas 25 minas. El amigo de Bush también está fichado por Endesa como
asesor externo centrado concretamente en temas latinoamericanos a razón de
200.000 euros anuales. El pluriempleo no acaba en esto, porque además asesora
en News Corporation, empresa del magnate Rupert Murdoch, y preside
altruistamente (¡claro, así cualquiera!) a la mismísima fundación FAES.
El hombre de las Azores se ha perdido en el tiempo y
en el espacio. Su máquina del tiempo le ha tenido que jugar una mala pasada
porque ya no estamos a principios de los años 80s en América Latina. La
propuesta de Aznar es la relectura del Consenso de Washington (otro eufemismo:
fue el menor de los consensos). Pide lo de siempre: más mercado, más
austeridad, más flexibilidad, más apertura. Y lo exige en la misma forma de
antaño: con reformas estructurales. El alzheimer político de Aznar debe estar
muy avanzado para no recordar que todas estas reformas estructurales
ocasionaron economías muy desestructuradas socialmente en América Latina. Los
planes de ajuste consiguieron desajustar sin piedad las condiciones de vida de
las grandes mayorías. La amnesia del ex presidente le impide acordarse que
Bolivia, por ejemplo, fue aplaudida por la troika de la época (FMI, Banco
Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo) por ser el mejor alumno en todas
las recetas neoliberales plasmada en el decálogo (mercado, austeridad,
flexibilidad, liberalización, aperturismo). Aún más increíble de creer: Bolivia
sacó la mejor nota del perversamente llamado Índice de Avance en Reformas
Estructurales, algo más de 0.75 de media. Sin embargo, la propia CEPAL, con
datos, contradecía el éxito proclamado por las instituciones económicas
hegemónicas; los resultados fueron más pobreza, más desigualdad, más exclusión
social, más precariedad laboral. Las décadas perdidas (o mejor dicho, sufridas)
fueron fruto de las viejas prescripciones del neoliberalismo, ahora retomadas
por el Señor Aznar. Lo siento, señor ex presidente, ahora ya sólo preside en
FAES, y asesora a grandes transnacionales, y el pueblo latinoamericano ha
decidido, en gran medida, hacer las cosas de otra manera, y no escuchar a gente
precisamente como usted. Si puede, señor Aznar, ¿por qué no se calla?
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