AZNAR, ¿POR QUÉ NO TE CALLAS? ALFREDO SERRANO MANCILLA


 ¿POR QUÉ NO TE CALLAS?

El ex presidente español José María Aznar acaba de presentar el informe estratégico de la fundación del Partido Popular, FAES: América Latina: una agenda de libertad 2012. La presentación del documento se ha realizado, curiosamente, en Guatemala, país presidido por Otto Pérez, un general retirado del Ejercito, y pródigamente denunciado como genocida. El ex presidente español ahora convertido en gurú de las grandes fortunas se dedica a pasear por el mundo dando lecciones de libertad, democracia y buena gobernabilidad. La puerta giratoria entre política y el mundo empresarial está finamente engrasada en las filas del Partido Popular. El caso de Aznar es el más exitoso de todos sus correligionarios. 


Tiene una amplia lista de contratos con grandes empresas, muchas de ellas con inmensos intereses en negocios en América Latina. Al señor Aznar, como todos se pueden imaginar, poco le importa el pueblo latinoamericano y sus niveles de vida. Lo que si le concierne es, sin duda alguna, el aumento de la cuenta de resultados de cualquiera de las empresas donde trabaja (esta palabra, en este caso, es un decir). José María Aznar fue, por ejemplo, fichado por la minera Barrick Gold Corporation, la mayor compañía del mundo en la extracción de oro, con mucha presencia en América Latina donde controla unas 25 minas. El amigo de Bush también está fichado por Endesa como asesor externo centrado concretamente en temas latinoamericanos a razón de 200.000 euros anuales. El pluriempleo no acaba en esto, porque además asesora en News Corporation, empresa del magnate Rupert Murdoch, y preside altruistamente (¡claro, así cualquiera!) a la mismísima fundación FAES.

El hombre de las Azores se ha perdido en el tiempo y en el espacio. Su máquina del tiempo le ha tenido que jugar una mala pasada porque ya no estamos a principios de los años 80s en América Latina. La propuesta de Aznar es la relectura del Consenso de Washington (otro eufemismo: fue el menor de los consensos). Pide lo de siempre: más mercado, más austeridad, más flexibilidad, más apertura. Y lo exige en la misma forma de antaño: con reformas estructurales. El alzheimer político de Aznar debe estar muy avanzado para no recordar que todas estas reformas estructurales ocasionaron economías muy desestructuradas socialmente en América Latina. Los planes de ajuste consiguieron desajustar sin piedad las condiciones de vida de las grandes mayorías. La amnesia del ex presidente le impide acordarse que Bolivia, por ejemplo, fue aplaudida por la troika de la época (FMI, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo) por ser el mejor alumno en todas las recetas neoliberales plasmada en el decálogo (mercado, austeridad, flexibilidad, liberalización, aperturismo). Aún más increíble de creer: Bolivia sacó la mejor nota del perversamente llamado Índice de Avance en Reformas Estructurales, algo más de 0.75 de media. Sin embargo, la propia CEPAL, con datos, contradecía el éxito proclamado por las instituciones económicas hegemónicas; los resultados fueron más pobreza, más desigualdad, más exclusión social, más precariedad laboral. Las décadas perdidas (o mejor dicho, sufridas) fueron fruto de las viejas prescripciones del neoliberalismo, ahora retomadas por el Señor Aznar. Lo siento, señor ex presidente, ahora ya sólo preside en FAES, y asesora a grandes transnacionales, y el pueblo latinoamericano ha decidido, en gran medida, hacer las cosas de otra manera, y no escuchar a gente precisamente como usted. Si puede, señor Aznar, ¿por qué no se calla?

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