MORÍN EN SUS CLÍNICAS:
¿TRITURADOS DE POLLOS?
Hay gente mal pensada -españoles y
extranjeros- y además incrédulos. Si es cierto lo que dice el Dr. Morín y
corrobora su mujer, todo encaja. Por si alguno no sabe quiénes son el médico
peruano Carlos Morín y su mujer María Luisa Durán, enfermera, hay que decir que
tienen un entramado de clínicas en varios puntos de España, entre ellas la clínica Ginemedex y la T.C.B., en
Barcelona. En ellas tenían unas trituradoras, donde según su declaración
trituraban pollos y cerditos después de las prácticas veterinarias. ¿Es normal?
Esas clínicas no son veterinarias, ni es esa su actividad, pero, si ellos lo
dicen…
Recuerden, que fue la recordada Ministra
de Igualdad del Gobierno de Zapatero, quien para defender el proyecto de ley
del aborto que se proponía presentar, en una entrevista a la cadena SER dijo:
"para mí un feto —de trece
semanas— es un ser vivo, claro, pero no podemos hablar de ser humano porque no
tiene ninguna base científica". http://www.youtube.com/watch?v=kXY_0S5Tocg
Según los conocimientos científicos ¿? de la citada ministra, “eso”, podría
coincidir exactamente con lo que apuntan Morín y Cía., es decir, que el feto de
una mujer embarazada podía ser perfectamente un pollo, un cerdo, un ratón o cualquier otro animal fácilmente triturable.
Claro que las clínicas de Morín ¿ginecólogo? sí son abortistas, no empresas de
embutidos.
El proyecto de Zapatero-Aido, terminó
aprobándose por el Parlamento y se conoce como: Ley de Salud Sexual… ¡Está vigente! ¿Por
qué creen que se aprobó ésta Ley de plazos, que permite el aborto hasta la
semana 22 y deja la puerta abierta a otras situaciones? Los abortistas, como Morín y sus clínicas y
sus prácticas ya estaban en el punto de mira, con denuncias tanto en Barcelona
(Ginemedex y TBC), como en Madrid (CB Medical, Isadora) y era necesaria una
cobertura legal. Para ello habían
presionado, ellos y la izquierda progre. ¡Nada anormal, vamos! Al amparo de la
nueva Ley el Ministerio Publico se apresuró, como era de esperar a tratar de
archivar las denuncias, pues quedarían amparadas por la Ley Aido. “La
intervención del Ministerio Público de solicitar el archivo de las diligencias
en los supuestos de aborto practicados
en las clínicas del Dr. Morín en
Madrid confirma la tesis de que la nueva legislación es una norma de punto
final, mediante la que se protege no a las mujeres, ni al embrión, sino
únicamente el inmenso negocio que supone el aborto para determinadas clínicas”
decía J. Pérez-Roldán, portavoz del Centro Jurídico Tomás Moro (12-07-2010).
Lo que no se ve no existe. Solo existe
lo que quieran “hacernos ver”. Lo que no se puede grabar, no se ve. Lo que no
se ve es legal. Pero la cámara oculta de una televisión, extranjera por más
señas, grabó y difundió las “prácticas” de lo que se hacía, en realidad, en
esas clínicas. Las imágenes han servido para denunciarles y acusar a la pareja
y sus colaboradores, de más de cien abortos ilegales en embarazadas de más de
22 semanas. Porque “el hecho de que entrara en vigor una ley del aborto más
permisiva, no significa que los delitos queden impunes”.
El aborto siempre es la muerte de un
inocente a manos de los “doctores muerte”. Se está celebrando al cabo de los
años, el juicio contra Morín por “las prácticas” que revelaron las cámaras. Aunque
las imágenes grabadas con cámara oculta no sirvan como “prueba judicial”, pese
a que murieran y así consta que eran seres indefensos e inocentes. Al no
servir, como prueba, en el juicio, éste
tendrá que basarse en las declaraciones de los testigos y en las chapuzas o
chanchullos: falsificaciones de firmas y sellos, irregularidades en cuanto a
los tiempos de embarazo y la fecha de los abortos. Es decir, no en las muertes
realizadas del ser que llevaban en su seno las embarazadas, con más o menos
semanas, sino precisamente en esos “errores administrativos” y “en las semanas
de más o de menos”. Es decir, en lo accidental.
Resumo lo que supone esa “praxis” y esa
aberración, para los que simplemente sabemos sumar o restar. Cuando la mujer
entra en la clínica hay dos vidas, dos latidos, dos seres humanos. A la salida
de la clínica, con fotos o sin fotos, con grabación o sin grabación, con ecografía
o sin ella, hay un ser humano y, a lo
sumo, algún pollo triturado en la trituradora de la clínica. ¿Sí o sí? Y la cartera más ligera, porque se cobraba a
tocateja: de 2000 a 6000 euros, según el tiempo de embarazo. Le faltó sólo el detalle
sofisticado de José Bretón, la barbacoa.
Al menos con ella la prensa y demás medios, nos habrían puesto al
corriente durante 12 meses. Y no como sucede ahora, que despachan el juicio en
4 líneas. ¿Qué importa más, la vida, o la firma, o mejor: la vida o el sello, o
el plazo? Sólo “por estas minucias” es por lo que pueden caerles a los
encausados según los entendidos muchos años de cárcel. Para que
aprendan lo que son trabajos administrativos, que también tiene su protocolo y
que hay que cumplir. ¡Seguro que eso devolverá la vida al ser que latía en las
embarazadas!
No sé si me expresado con suficiente claridad,
a pesar de tener un doctorado por una universidad europea. Transcribo lo que
respondía un ciudadano en internet, a quien acusaba a Morín de asesino en 115
casos, tan solo en su clínica de Ginemedex y durante un pequeño periodo de
tiempo: “No voy a defender a este hombre porque para eso están sus abogados,
pero en relación a lo que dices de "asesino" voy a hacerte unas
preguntas.
¿A quién dices que ha matado? ¿Qué nombre y apellidos tenían las victimas? ¿DNI? ¿Nacionalidad? ¿Edad? ¿En qué libro de familia aparecían? ¿Donde fueron vistos la última vez?
¿A quién dices que ha matado? ¿Qué nombre y apellidos tenían las victimas? ¿DNI? ¿Nacionalidad? ¿Edad? ¿En qué libro de familia aparecían? ¿Donde fueron vistos la última vez?
Si me puedes contestar UNA de esas preguntas para UNA de las supuestas víctimas de asesinato, te doy la razón. Mientras tanto, se le podrán atribuir muchas cosas (mala praxis por ejemplo), pero asesinatos ninguno”.
Ya lo saben: los seres inocentes que no
lleven documentación que acredite su
identidad (que los hay), que no tengan nombre conocido y apellidos (que
los hay), que no se les haya reconocido una nacionalidad (que los hay), que no
estén inscritos en un libro de familia (que los hay), que estén en el vientre
de su madre o ya paridos, en una clínica o en cualquier calle de un pueblo, en
el bosque o en el desierto, en un barco o en el fondo del mar, en un avión o
arrojado desde un helicóptero, no son seres humanos, no tienen ADN, se pueden
eliminar, es decir, asesinar, por quien quiera y cuando quiera. Son
desechables. Los criminales descerebrados con carnet, ni tocarlos. ¡Faltaría más!
El aborto es el mayor genocidio de la
historia de la Humanidad. Pero por lo
visto, según esa regla de tres, el
verdadero genocidio no ha llegado aún. A Morín, se le puede condenar por hacer
algo ilegal, -simplemente un baile de fechas o por faltar una firma o haberla
falsificado- no por haber dado muerte a cientos de seres humanos inocentes. La
vida, no importa; la ley, sí. Que se pueda demostrar por una grabación que se
ha troceado a un niño, no importa, porque la grabación es “ilegal”; el dar
muerte a un niño, “no”. La “mala praxis” importa, la “conciencia”, no.
Esta es la sociedad que estamos
construyendo; estos los ciudadanos que saben de leyes, incluidos los jueces. Vale
más un papel que una persona. En la ley del aborto, en este país y en otras
naciones: importa más un día, o un mes, que una vida humana. Se permite tales
aberraciones: 14 semanas sí, 14 semanas más 1 día no; 22 semanas sí, 154 día
sí, pero 155, no. Es más restrictiva y defiende mejor la ley a un animal, que a
un ser humano. En todo caso, tenemos que trabajar por abolir las leyes que lejos de hacernos más
humanos, más sociables, más racionales y más acordes con lo mejor que tenemos
que es el corazón y el alma, nos están
degradando a pasos agigantados.
La crisis que padecemos no es principalmente económica, sino vital y de valores esenciales. A escuchar las
mentiras de políticas publicitarias consumistas y de los partidos, pero hacerse
duro y sordo a la voz interior de uno mismo, le llaman: “progreso”.
¿Cuándo hemos olvidando que la vida es
más importante que la ley del aborto? En todo caso, la primera ley que hay que
cumplir, todos sin excepción es, la del derecho a vivir, de todos y de cada uno.
Y siempre los más inocentes e indefensos, primero. La ley del aborto no defiende la vida, permite
atentar contra y eliminar a un ser humano, -sin razón alguna-, y lejos de
defender a la mujer permite la violación
de su dignidad y su cartera, o nos obliga a todos a
pagar con nuestro dinero (vía impuestos) la muerte de su hijo. ¡No estoy
afirmando algo que no se esté haciendo! Por eso hay que salir a la calle y
gritarlo una y mil veces: ¡No a esta ley!
¡Por ley hay que defender y ayudar a la mujer, hay que facilitar la adopción, y hay que fomentar la
responsabilidad de las relaciones sexuales. ¡Saldremos a la calle! El 7 de
octubre, una vez más.
Por favor, políticos y jueces, ¡cambien
las leyes! Prioricen la cultura de la vida. Morín, el de los pollos triturados,
y los papeles amañados, me importa un bledo. Lo importante, en sus clínicas,
antes y ahora, ya no existe. Han sido vidas segadas, seres humanos “triturados”, seres como usted y
como yo, como nuestros hijos. ¡Eso es lo nauseabundo de esta sociedad! Que se le condene o no, importa menos, lo importante es que se
recupere la palabra “crimen” cuando se mata y elimina a un ser humano. Nada de “interrupción
voluntaria” o derecho de “elección”. No lo soportarían ni para los animales. Y
lo ven normal que se haga con un hijo. Son capaces de salir a la calle “contra los
recortes” mientras se presentan “mociones para que no se cambie la ley del
aborto” que recorta tanto que termina matando. ¡Hay que defender el negocio! ¡Puaj!
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