CENSURA
Y PLURALIDAD EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
El diario local “La Opinión de Málaga” ha censurado
el último artículo de Juan Torres López, economista de la Universidad de
Málaga, en el que critica a las cajas de ahorros por su “perjudicial lógica
financiera para la economía andaluza” y el “poder indeseable de sus principales
dirigentes”. Como consecuencia, Juan Torres dejará de escribir para ese medio
de comunicación en el que había sido escrito, en total, más de 100 artículos.
El periodista, y también amigo, Jesús Nieto abandonó recientemente el mismo
medio tras verse obligado a rectificar el contenido de un artículo en el que
criticaba duramente la Feria de Málaga.
El caso de Juan es de extraordinaria importancia
porque revela de una forma clara cuál es la verdadera naturaleza de los medios
de comunicación privados, incluso aunque hablemos en una escala local. Su
inmenso poder les capacita para crear opinión y posicionar al público a favor o
en contra de una determinada situación política, pero sutilmente, es decir, sin
llegar a tomar un estilo directo o panfletario. Sin embargo, tras la supuesta
pluralidad y objetividad de la que hacen gala se esconde un filtro politizado
de contenido que impide, como comprobamos con este caso, que ciertas ideas
puedan llegar al lector.
Es en estos casos cuando más claramente puede
comprobarse que adquirir poder político es insuficiente y que, con el auge de
la globalización, los medios han adquirido un estatus especialmente importante
en este sentido. Y hay que recordar que el control de los medios depende, como
no podía ser de otra forma, del poder económico. “La ideología dominante es la
ideología de la clase dominante” afirmó Marx muy acertadamente hace ya siglo y
medio. Sin embargo, no creo que Marx imaginara que la velocidad de transmisión
de esa ideología pudiera llegar a ser tan asombrosa y con, además, un radio de
expansión tan amplio como ocurre hoy en día.
¿Qué podemos hacer aquellos que defendemos unas
posiciones ideológicas enfrentadas con el actual sistema económico y a los que,
en consecuencia, nos niegan el acceso a los medios de comunicación? La
construcción de unos medios alternativos que puedan competir en igualdad de
condiciones con los poderosos es una tarea que requiere un esfuerzo heróico y,
sobre todo, unos ingentes recursos económicos de los que se carecen.
No sé si Internet es la panacea para esta situación
o sólo es un fenómeno ilusorio, pero sí sé que no nos queda otra que apostar
por esta vía de momento, que además resulta ser mucho más democrática y plural.
Ignoro cuál es la influencia real de las bitácoras y los periódicos digitales,
pero aplaudo toda iniciativa en este sentido. Yo, que comencé esta labor con 19
años, no podría opinar distintamente a Juan, quien afirma que después de lo
ocurrido sólo puede “seguir escribiendo aquí [su blog] y tratar de difundir en
la red mis opiniones”. Igualmente, se agradece que ploriferen ambiciosos
proyectos digitales impulsados por gente joven y con muchas ganas, como es el caso
de Tercera Información.
Así, mientras destruimos el mito de la objetividad y
la pluralidad de los grandes medios privados, tan afincado en las conciencias,
creamos alternativas efectivas con las que trasladamos nuestras ideas.
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