MALOS TIEMPOS PARA LOS NIÑOS; PEORES PARA LAS NIÑAS. JOSÉ MANUEL BELMONTE


MALOS TIEMPOS PARA LOS NIÑOS; PEORES PARA LAS NIÑAS

Malala Yousaffzai, de 14 años, defensora de la educación de las niñas en Pakistán, sobre vive a la furia talibán. La amenazaron de muerte por querer ir al colegio. Fue tiroteada, al volver del colegio junto a otras dos compañeras, en la escuela de su región natal. Sigue en el hospital en estado crítico. Esta niña ya había recibido en 2011 el Premio Nacional de la Paz del gobierno de Pakistán. Con sólo 11 años había comenzado su lucha en un Blog en la BBC, en Urdu, enfrentándose a los talibanes.


        El derecho a la educación es un Derecho Fundamental, recuerdan la ONU y la UE. El de la Educación lo es, pero hay que recordar el primero y básico Derecho Fundamental, es el de la Vida y la dignidad. ¡Nadie es demasiado joven para tener esos derechos, ni para defenderlos! Ella, era un referente que despertaba  la conciencia de la mujer y de los líderes. Por eso KidsRights la había propuesto para el Premio Nobel de la Paz para niños. El cobarde atentado ha dado esta niña, a su lucha y a su valentía una escalofriante dimensión internacional.

        Es hora de despertar, porque no es un caso aislado. En 2008 en una escuela de Kabul fue atacada con granadas y murieron más de 100. En 2010, 13 niñas y sus profesores fueron rociados, por los talibanes,  con ácido. Dos niñas quedaron ciegas. En 2011 se produjeron más de 185 ataques a escuelas. Este mismo año 2012,  150 alumnos y 3 profesores fueron envenenados por los talibanes y tuvieron que ser hospitalizados. El fanatismo es ciego e insaciable.

        Digo que no es un caso aislado, y si la presión internacional no se intensifica, el nulo respeto a los Derechos Humanos, termina por tratar a las niñas como objetos de propiedad, como animales o como moneda de cambio. En estos días una simple disputa tribal lo ha desvelado. Hemos sabido que:“ 13 menores de entre 4 y 16 años de edad y del mismo clan han sido entregadas para ser casadas con hombres de otra familia en el centro de Pakistán, a raíz de una disputa entre las dos tribus por un homicidio, informan hoy medios locales. La asamblea tribal o 'yirga' convocada para resolver la disputa decretó una compensación de tres millones de rupias (unos 30.000 dólares) y las trece menores. Es una tradición conocida como "vani" y que es habitual en la resolución de choques tribales en Pakistán”.

        Si no se respeta la vida, ni el derecho a la educación, pisotear la dignidad de la persona humana en general y de la mujer en particular, es el siguiente paso. ¿Humanidad? Unas costumbres miserables, que no son castigadas por las autoridades, además (algo inaudito) parece que cuentan con el consentimiento de los padres de estas criaturas. ¿Estamos en el siglo XXI?

        No veo ni entre los árabes, ni entre el feminismo de las sociedades occidentales una manifestación de protesta por estos atropellos a la niña y a la mujer. Ni los jueces estrella, ni los otros, se interesan  ni toman en sus manos la causa de las desfavorecidas.  A lo sumo, en occidente, se llega a un gesto de asombro hipócrita seguido de un silencio cómplice, cuando estas noticias llegan al gran público.

        Y llueve sobre mojado. ¿Alguien recuerda a algún grupo feminista, jueces, o políticos que fueran más allá de una condena verbal en 2009?  Si en ese año, se produjo un acontecimiento capaz de sonrojar a los políticos, a los jueces y a cualquier ser humano con entrañas. Un dirigente palestino de entre los organizadores, lo reivindicó de este modo: “Así le decimos al mundo y a los Estados Unidos que los palestinos tienen derecho a la felicidad y la alegría”. ¿Recuerdan cual era ese derecho a la felicidad y a la alegría? Pues que 450 niñas menores de 10 años fueron entregadas en matrimonio en una ceremonia multitudinaria organizada por Hamas.

        Las fotos y los videos de aquella ceremonia dieron la vuelta al mundo. Se podía ver a hombres adultos con un traje negro llevando de la mano a pequeñas niñas de vestido blanco.  No eran padres con sus hijas. Eran hombres con sus esposas en pederastia legal. ¿Alguien alzó la voz entre los musulmanes, vivieran en países musulmanes o residieran en países occidentales? ¿Dónde está el amor y el respeto por la mujer y por la propia hija? ¿Comprar a una niña para casarse con ella es parte del poder adquisitivo de un varón? ¿A eso le llaman felicidad? Ellos, los varones, los esposos, recibieron encima 500 dólares de Hamas. Ellas, las niñas, las novias, las menores de edad, nada, ni pudieron festejarlo debido a su edad.

        ¿Alguien, entre los palestinos, entre los amigos de los palestinos, entre los independientes, de países extranjeros se ha preocupado por el paradero de esas 450 niñas, porque lo siguen siendo, después de 3 años? ¿Tenía alguien el derecho de propiedad sobre ellas,  para robarles su infancia, su educación y su futuro? ¿Y en Irán? ¿Dónde está la justicia y el Derecho Internacional Humanitario? ¿Ningún juez o dirigente político tiene una hija de 7 años que le mire a los ojos y le pregunte, por qué esa violación de los derechos de una niña de su misma edad? ¿Pueden imaginarse las consecuencias del trauma psicológico de esas criaturas?

        Si a lo dicho añadimos, como escribí en su día (“Que se vea: lo que no se ve no existe”) la discriminación negativa contra el nacimiento de “niñas” en grandes países, tenemos un panorama bastante oscuro para ellas.   Hay que añadir que según la Organización Mundial de la Salud, 140 millones de niñas y mujeres sufren en la actualidad las consecuencias de la mutilación genital femenina.

        De Iberoamérica, el 12 de octubre de 2012 (en Elmundo.es),  Salud Hernández Mora desde Bogotá ofrecía unas cifras  escalofriantes: “214 niñas fueron asesinadas en Colombia en el 2011. De ellas, treinta y tres eran menores de nueve años. La inmensa mayoría de esos crímenes pasaron desapercibidos, sólo en contados casos son noticia en una sociedad que tampoco se alarmó por las 18.077 pequeñas que sufrieron algún tipo de agresión sexual en ese mismo periodo. De éste grupo, 2.172 contaban con edades que oscilaban entre cero y cuatro años”.

        “Así mismo, -añade-, las menores de edad son las que llevan la peor parte en los hogares cuando son violentos. Cada dos horas una niña sufre maltrato en su familia. Si sumáramos a los anteriores los casos que jamás llegan a una denuncia, habría que multiplicar por dos o tres, puesto que la mayoría de las víctimas prefiere guardar silencio. Y ahí no acaba la desgracia de las niñas. Cerca de medio millón, según señala el Ministerio de Educación, no van a la escuela por quedarse en casa cuidando de otros hermanos o haciendo trabajos domésticos. Tampoco son alentadores los números de adolescentes embarazadas -una de cada cinco- y cada vez es menos raro en Colombia encontrar madres de once o doce años de edad”.

        Claro que si un pueblo -como España- sale a la calle para que se defienda a los más inocentes, los no nacidos, que son condenados a muerte en el vientre de su madre, por su propia madre, ¿de qué nos vamos a extrañar? Si aquí, cada día mueren, cruel y violentamente, más de 300 concebidos y el partido con mayoría absoluta, que llevaba en su programa cambiar la injusta Ley Aido, después de 10 meses en el poder sigue sin cumplir su propio compromiso, ¿qué podemos esperar? El 23 de febrero de 1994, en una carta al Presidente de Estados Unidos Bill. Clinton, Teresa de Calcuta le dijo: ”el mayor enemigo de la paz es el aborto. Si todo un país acepta el aborto entonces se trata de un país que no sabe amar”.

        Si en occidente, tampoco se respeta la vida, lo más hermosos que tenemos, ¿qué porvenir nos espera? ¿Son el desprecio a la vida, la vulneración del derecho a la educación y la dignidad de una hija, el maltrato a la mujer, independientes de la crisis mundial o están en la misma raíz del problema? ¿Para cuándo la regeneración? ¿Va a venir de fuera? “Puedes optar por mirar hacia otro lado, pero nunca más podrás decir que no lo sabías” (W. Wilberforce). La crisis económica a la que todos intentan dar respuesta, con ser importante, es sólo una variante de la crisis de valores humanos que padecemos. El mayor precio de la crisis lo pagan siempre los inocentes.

        Parecía tan lejano,  pero… está a la puerta. Acabamos de saber, que hay un total de 760.000 hogares españoles con niños, donde ningún adulto trabaja, lo que supone 46.000 más que hace un año. Traducido,  o en lenguaje  más crudo: uno de cada cuatro niños está en el umbral de la pobreza. Aunque, "ser un niño pobre en España no significa pasar hambre, es poder estar malnutrido; no significa no acceder a la educación, pero sí tener dificultades para afrontar gastos o abandonar de forma temprana los estudios" afirma la directora del estudio realizado por Unicef. En la Unión Europea, tan solo Rumanía, Bulgaria, Letonia e Italia, superarían a España. ¡Para pensar! ¿No para cambiar?

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