EL PROBLEMA DE LAS SEMILLAS TRANSGÉNICAS
El problema de las semillas transgénicas
Desde siempre el agricultor guardaba parte de la cosecha como semillas. Y con ello tenía asegurada la cosecha del año siguiente. Desde hace años, la investigación por parte de las multinacionales, a veces con el apoyo del Estado, ha conseguido semillas que permiten aumentar la producción. Esta ventaja tiene una cruz y es que pone en manos de las multinacionales el mercado de semillas. Un agricultor ya no elabora sus propias semillas sino que tiene que comprarlas.
Con la aparición de los transgénicos el problema se agrava. Su cultivo se está extendiendo y están desapareciendo las variedades autoctonas. La excusa es que así se produce más y se acaba con las hambrunas al ser estas semillas, por ejemplo, resistentes a las sequías. Sabemos que a las grandes corporaciones les importa un pimiento que la gente se muera de hambre. Su prioridad es el negocio. Las semillas transgénicas son producto de una investigación de laboratorio y por tanto tienen una patente, derechos de autor. Esto significa que solo la empresa puede producir y distribuir dichas semillas por lo que el agricultor nunca podría volver a generar sus propias semillas. Si este cultivo se extiende como está ocurriendo, la agricultura podría acabar en manos de muy pocas empresas. Es decir la producción de alimentos estaría en sus manos.
Especulación de los alimentos
Mientras que nosotros los occidentales venimos gastando aproximadamente un 18% en alimentación, otros países menos agraciados gastan hasta un 70-80% de su presupuesto familiar.
En España seis o siete empresas controlan el 75% de la distribución alimentaria. Esto hace que el intermediario este presionando al agricultor pagándole poco o incluso por debajo del coste de producción y, por otro lado, subiendo los precios al consumidor. En esto las marcas blancas, tan en boga con la crisis, juegan un papel nefasto para consumidores y productores. La calidad se resiente. Un gran distribuidor como Carrefour o Mercadona puede poner en el mercado cualquier producto al precio que quiera. Puede bajar los precios hasta no tener competencia.
Evidentemente el fruto de la agricultura intensiva no tiene la calidad de la de un pequeño productor o distribuidor al que la calidad del producto le importa, porque sabe que hay consumidores que la valoran. El consumidor que compra sus alimentos en grandes superficies no conoce otra cosa que una pera de corcho, madurada en cámara frigorífica o un tomate muy bonito pero sin sabor. Estas grandes corporaciones solo buscan el bissness.
La liberalización de los mercados
El FMI y el Banco Mundial obligan a quitar barreras arancelarias a cambio de préstamos a los países pobres. Sus agricultores han de competir con productos subvencionados que vienen de fuera, de los países ricos de Norteamérica o Europa-todos sabemos la como la UE subvenciona el olivar, el girasol...llevándose el grueso de las ayudas quien menos necesidad tiene, pero esa es otra historia-. Esta competencia desleal ha obligado a mucho pequeño agricultor a pedir préstamos por encima de sus posibilidades terminando por desaparecer-a veces literalmente-.
Los especuladores de bolsa
Uno de los productos financieros que está teniendo mayor éxito tras la crisis es la inversión en el mercado de materias primas. Después de haber puesto por las nubes el mercado hipotecario éste es un frente en el que se puede ganar mucho dinero. Las especulaciones en bolsa han hecho que el grano alcance records históricos. El precio del arroz subió en 2008 un 70%. Imaginad para una familia que dedique un 80% por ciento de su presupuesto a alimentación lo que puede significar.
Especuladores de tierras
Por otro lado hay empresas que están comprando miles de hectáreas. Y no solo las que se dedican a la alimentación. La fábrica de coches Hiunday ha comprado millones de hectáreas en África.
"La también coreana Daewoo firmó un contrato para el uso de 1,3 millones de hectáreas en Madagascar durante 99 años, una adquisición que ha tenido mucho que ver con los disturbios producidos la primavera pasada…"
Madrid sur. Sobra comida y se mueren de hambre.
Por puro negocio. Se han comprado para la producción de alimentos para otros países, biocombustibles, maderas y demás. Frecuentemente para especular como han hecho con la vivienda. En muchas ocasiones obligan a los que viven en ellas a abandonar sus tierras de toda la vida-recordemos "las uvas de la ira"-, arruinando a muchas familias que allí vivían, sin posibilidad de cultivar para comer o ganarse la vida. Muchas de estas transacciones se hacen de manera secreta -otra vez la afición al secretismo-. Hablamos de millones de hectáreas.
"Según el informe de Oxfam, en Uganda al menos 22.500 personas han perdido sus hogares y sus tierras para hacer espacio a la empresa británica maderera New Forests Company (NFC). Muchas de las personas desalojadas contaron a Oxfam cómo les echaron a la fuerza y les abandonaron en la más absoluta miseria, sin alimentos o dinero suficiente para seguir enviando a sus hijos a la escuela. Existen órdenes judiciales en vigor que citan a la empresa pero testigos presenciales afirman que trabajadores de la misma tomaron parte en alguno de los desalojos. NFC niega estar involucrada en ningún desalojo"
Intermon Oxfam. Venta masiva de tierras
Conclusión y salida
Puede llegar un día que el campo sea de muy pocos y que en manos de éstos esté el alimentarnos cómo y cuando les venga en gana ¿Fantasías? A los hechos me remito. Camino de ello vamos si no ponemos remedio. Solo los ciudadanos podemos pararlo ¿Cómo? Mediante consumo responsable de alimentos, preferentemente en mercados de abastos o tiendas específicas, evitando las grandes superficies en la medida que cada uno pueda. Procurar adquirir productos locales y preferentemente ecológicos. Apoyar toda iniciativa de emprendedores que vaya en esa dirección, bien sea perteneciendo a cooperativas, mediante la banca ética-no confundir con la tomadura de pelo de la CÍVICA- o consumiendo sus productos. Además, salir a la calle a protestar pacíficamente en masa cuando sea menester.
Lo que hagamos en esta dirección, sea lo que sea, lo que cada uno pueda, si somos muchos, unidos al margen de ideologías, sexo, nacionalidad, religión, etc. será sembrar la semilla de la sociedad que queremos. Y que no sea transgénica, por favor.
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