CUESTIÓN DE EDUCACIÓN. CARLOTA MUÑOZ

CUESTIÓN DE EDUCACIÓN
El Gobierno va a inyectar a Bankia, el exbanco de Rodrigo Rato, la escalofriante cifra de 33.000 millones de euros. Los “pequeños esfuerzos” que pide el presidente a los españoles en temas tan sensibles como la educación y la sanidad (10.000 millones) son pecata minuta para lo que necesita la entidad bancaria para salvarse de la quema y, con ella, todo el sistema financiero, responsable último de la crisis económica sin precedentes que vive España.

En estas mismas páginas, el jefe de Economía de El Correo contestaba a todos los millones de españoles 2.0 indignados con la operación rescate de Bankia con dinero público. Decía Juan Rubio en su tribuna semanal La siega: “Me preguntan por qué hay que destinar recursos públicos a bancos y cajas caídos en desgracia y por qué, como cualquier otra empresa en ruina, no se cierran y punto. La razón, sencilla: cuesta más asumir la cartera de clientes de una entidad –el dinero depositado y el dinero prestado– que ayudarla a salir del atolladero”. Pues ya está, estamos cogidos “por los collons”, como diría el presidente extremeño, José Antonio Monago.

Pero, nuevamente (y ya son tantas que asusta), este Gobierno se escabulle, evita dar explicaciones tan sencillas como las arriba citadas. Los ciudadanos no son estúpidos, señor Rajoy. Pero el presidente del ni sí, ni no, sino todo lo contrario, prefiere hacer mutis por el foro. Así es normal que le estallen los conflictos. La huelga general del 29 de marzo se quedará en anécdota con los paros y manifestaciones que se avecinan en el ámbito educativo. Sin ánimo de jugar a ser adivinos, el conflicto se veía venir. El peor ministro de Educación (al tiempo) ha conseguido lo que nunca en democracia: que todos los sindicatos de todas las etapas educativas se pongan de acuerdo a la hora de convocar un paro el próximo 22 de mayo.

El apoyo a las medidas de presión se testará mañana mismo. Porque siendo los recortes en sanidad injustos e inhumanos, la situación se puede enderezar. Hay más margen de maniobra. Pero en educación, los recortes de hoy tendrán un efecto no a corto plazo, que también y mucho, sino dentro de décadas.

Las universidades saben que dentro de unos meses, cuando termine el curso y empiecen a planificar el siguiente, tendrán que empezar a comunicar a los profesores asociados, ayudantes, colaboradores… que, por imperativo legal como diría el flamante vicepresidente andaluz Diego Valderas, deben prescindir de sus servicios. Sus clases las asumirán los profesores contratados sin un sexenio de investigación. Estos, como no podrán meterse en el laboratorio, jamás conseguirán ese sexenio y este país seguirá condenado a estar a la cola de la I+D+i… Por no hablar del efecto que tendrá el hecho de que las tasas se suban cerca de 600 euros sin que eso venga acompañado de una política de becas potente.

La campaña de desprestigio de la educación pública en todas sus etapas ha echado a andar y no es improvisada. El PP apuesta por una enseñanza en la que los mejores (que no tienen que ser necesariamente los que tengan notas más brillantes) reciban todo tipo de atenciones. Todavía recuerdo cómo un instituto sevillano decidió un año separar a los alumnos de primero del entonces BUP en función de las notas que traían de EGB. Tortas hubo en el Claustro de profesores para quedarse con el grupo de los escogidos. Al final del curso, los mejores se quedaron en resultones y, al año siguiente, no hubo más disgregación por calificaciones. Esto es real y es el modelo al que aspira el PP con la reforma que ha planteado.

Y como siempre que se trata de educación, los populares pierden las formas. El ministro Wert, lejos de llamar a la calma y de sentarse a explicar con luz y taquígrafos cuál es la situación y cuáles los peligros, se tira al monte y arremete contra los que defienden lo contrario a él. Los sindicatos son unos “mentirosos” y “groseros” que lo único que quieren es desgastar al Gobierno y hacerle la campaña a la izquierda.

Es muy difícil de digerir que haya que recortar sí o sí en educación 3.000 millones para que, tal y como salen, entren en las arcas de Bankia infectadas de activos inmobiliarios tóxicos en los que poco han tenido que ver las miles de familias que se preguntan ahora si podrán seguir pagándole a sus hijos los estudios y garantizándoles con ellos un porvenir. ¿Sería mucho pedir que el Gobierno, por una vez y sin que sirva de precedente, explicara por qué hay que rescatar a un banco en plena oleada de “pequeños sacrificios?”. Aunque sea por una cuestión de educación.

PUBLICADO EN RAZÓN DE MÁS

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