RECORTES DEL GOBIERNO ANDALUZ
Es normal que tanta gente se haya
escandalizado y esté sorprendida de la magnitud del recorte que acaba de hacer
del gobierno andaluz. Dos mil quinientos millones menos de gasto son muchos y
cuando se anuncia que van a producir, entre otras cosas, una disminución media
de 3.000 euros anuales en el sueldo de los funcionarios, resulta lógico que una
gran parte de la población se indigne y crea que haber formado un gobierno de
coalición que decía enfrentarse precisamente a este tipo de recortes, no ha
servido para nada (aunque también se podría decir que quizá no se habría tenido
que llegar a tomar estas medidas si muchas más personas, y sobre todo
funcionarios, se hubieran indignado con anterioridad, desde que se empezaron a
recortar sus derechos).
Vaya por delante que estamos radicalmente en contra de
que se lleven a cabo este tipo de medidas. Las rebajas salariales, la
paralización de obra pública, y la disminución de los recursos destinados a
financiar los programas de guarderías, libros de texto gratuitos o fomento de
empleo tendrán un inevitable efecto negativo sobre la demanda y contraerán aún
más la economía andaluza, ya de por sí con un pulso muy bajo y en crisis
profunda. Harán que se pierdan más empleos en las pequeñas y medianas empresas
y que se aleje la expectativa de la recuperación económica. Además de muy
injustas, son contraproducentes e ineficaces para salir de la crisis. Y otras
de las medidas, como las de copago, seguramente no permitan ningún ahorro a
medio y largo plazo, tal y como se desprende las investigaciones científicas
que se han hecho para conocer su incidencia efectiva.
También creemos que de ninguna manera se
puede decir que se trate de medidas “inevitables” porque se podrían haber
evitado si los poderes públicos no vinieran haciendo una política tan esclava
de los grandes poderes financieros desde que empezó la crisis. Como se ha
demostrado en libros y escritor de todo tipo, hay alternativas a estas
políticas que, en lugar de llevarnos de nuevo a la recesión o a la depresión a
donde vamos, nos hubieran permitido salir de la crisis. Es importante no
renunciar nunca a la pedagogía, explicando claramente a la población lo que de
verdad está ocurriendo.
Dicho esto, creemos, sin embargo, que se
debe ser inteligente y no caer en una crítica descontextualizada de lo que hace
este gobierno que solo favorecería al PP y a los poderes económicos.
Desgraciada, o mejor inevitablemente, para transformar la realidad y sobre todo
sociedades tan complejas como las nuestras en estos momentos históricos, no
basta con hacer discursos retóricos o emitir condenas moralizadoras, sino que
hay que hacer política, en el sentido de incidir en los factores concretos de
los que dependen que ocurran o no las cosas que están ocurriendo. Precisamente
por eso apoyamos la creación de un gobierno de coalición de izquierdas como el
actual.
Y, desde ese punto de vista, creemos que
para valorar adecuadamente las medidas que ha tomado el gobierno andaluz hay
que tener en cuenta algo más que su propia inconveniencia, que acabamos de
subrayar.
En primer lugar, no podemos olvidar que
Andalucía no es un Estado sino una comunidad autónoma y que las políticas de
ingreso y gasto que como tal lleva a cabo son una especie de resultado en
cascada de las que toma el gobierno central, y mucho más en las actuales
circunstancias, cuando éste último ha adoptado una posición muy beligerante
contra las autotomías y cuando impone como de obligado cumplimiento medidas tan
restrictivas como las que ahora condicionan las decisiones del gobierno andaluz.
En segundo lugar, y en relación con lo
anterior, hay que tener en cuenta que estas medidas del gobierno andaluz no se
realizan por voluntad propia sino como resultado de la obligación de no superar
un déficit público superior al 1,5% contemplado en los Presupuestos Generales
del Estado aprobados e impuestos por la mayoría absoluta del PP. Una obligación
que si no fuese cumplida llevaría consigo la intervención de la Junta de
Andalucía y consecuencias mucho peores y que es necesario evitar en todo caso.
Por eso resulta verdaderamente
desvergonzada la posición política del Partido Popular andaluz cuando critica
el recorte del gobierno andaluz obviando que ha sido ese partido el que
realmente lo ha impuesto a través de su gobierno de Madrid.
En tercer lugar, hay que valorar
positivamente el esfuerzo que hace el gobierno andaluz (y que esperamos que sea
acertado en su aplicación efectiva y no solo sobre el programa) para que el
recorte se aplique sin pérdidas directas e inmediatas de empleo (indirectas las
va a haber, como queda dicho), con efecto más suavizado sobre los empleados con
niveles más bajos de renta y afectando lo menos posible a servicios públicos
esenciales que se hubieran deteriorado en mayor medida de haber aplicado
directamente las propuestas del gobierno central.
En cualquier caso, y aun cuando podamos
entender que se trata de una medida obligada, tal y como hemos señalado, no
podemos dejar de manifestar que es lamentable la falta de comunicación y la
escasa complicidad de los partidos que forman el gobierno con la población y en
especial con la que ha apoyado su constitución.
Nos parece un error fundamental -y mucho
más en las circunstancias en las que estamos- que este gobierno actúe
simplemente como una oficina de gestión. Lleva muy poco tiempo en ejercicio
pero ya se ha podido comprobar que no es lo suficientemente transparente ni
participativo como se debe ser para conseguir que la población comprenda lo que
hace y le arrope cuando adopta decisiones tan difíciles como las de ahora o como
la que seguramente va a tener que tomar más adelante. O este gobierno es más
valiente y cercano a la hora de hablarle a la ciudadanía, y más movilizador, o
fracasará con rapidez. Y para serlo debe buscar con más acierto y apertura las
complicidades y alianzas así como señalar mucho más claramente, en la práctica
y no en el papel, la frontera que lo separa de la derecha y de los poderes
financieros que realmente son las responsables de estos recortes.
Andalucía, debe ser un referente y no
precisamente de sol, ferias y playa, sino de coherencia y defensa de los
intereses sociales y democráticos. Si en Francia hay movimientos; si en Grecia
se consolida la izquierda tras las próximas elecciones; si en Europa hay otras
regiones rebeldes frente a la estafa neoliberal; si hay movimientos sociales y
populares dispuestos a enfrentarse a esta debacle generalizada, no podemos
permitirnos que fracase nuestro gobierno andaluz. Claro que para ello es
imprescindible que los partidos que lo forman sean los primeros en hacer bien
las cosas y que se apoyen en mayor medida en su base social y electoral.
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