Había
ido a pasear e iba pensando… si humor más metáfora, suele ser la greguería; un
día como hoy, día del trabajo y de descanso, día de puente y de familia, parece
algo así. En todo caso, un poco de
pimienta, y el dedo en la llaga, nos mete en la realidad más cruel.
Casi
me doy de bruces contra los parados. No era la cola del paro. No recuerdo
ninguna oficina del Instituto Nacional de Empleo (INEM) en esa zona. Pero la cola era larga y de gente bien
vestida.
Intrigado, como todos, pregunté cual era
el motivo, de esa hilera de gente bien que charlaba con su vecino alegremente,
como si se conocieran de toda la vida.
Alguien respondió:
-“Las
joyas”.
Pero siguió su camino. Sin entender nada,
quedé aún más perplejo. Ahora ya tenía interrogantes duplicados y dudas más
profundas. Tuve que acercarme un poco más a la fila. Las señoras llevaban
aretes y colgantes, pero parecían de
bisutería o de “de rastrillo”. Nada de importancia. Algunos bien diseñados,
pero los engarces eran irrelevantes, y
las piedras semi-preciosas.
No cuadraba mucho. Seguía sin entender.
Se avivaba mi deseo innato de saber. Incluso la vena periodística, me indicaba
que allí podía estar fraguándose una noticia. Había dejado la cámara de fotos
en casa. No podía captar gráficamente lo que estaba viendo. Si lo contaba, ¿me creerían? No me quedaba más
que la palabra y de nada serviría si no le echaba imaginación, para aclarar las
cosas. Le eché cara. Me acerqué a una señora, que llevaba a un niño de la mano,
y que estaba en la cola.
Señora, por favor, estoy admirado de
esta larga fila, y de las personas que en ella están. ¿Podría decirme a qué se
debe? Una persona que pasaba a mi lado me dijo algo de “joyas”, pero sigo sin
entender nada, ¿puede decirme por qué están aquí?
-Es muy sencillo. Hemos recibido un
mensaje en la Red. La verdad es que no sé de donde partió, porque yo lo he
recibido reenviado, de una amiga.
De facebook tal vez o de twitter?
-Yo lo recibí en twitter. Pero sé que se
han recibido también en Face, e incluso en el Twenti.
Me deja usted gratamente sorprendido. ¿Puede
indicarme, qué ponía o cual era el motivo de ese mensaje?
-Pues nada, que con motivo del 1 de
mayo, invitaban a pensar en los que han perdido el trabajo. Que en lugar de ir
con las banderas a escuchar las bobadas de los sindicatos, podíamos traer
nuestras joyas a los puntos de Compra de oro, y donarlas para que los casi dos
millones de familias que tienen todos sus miembros en paro, puedan comer y llegar a fin de mes.
¡No es posible! ¿De verdad?
-Sí, joven, no sea tan incrédulo. No se
olvide que muchas de estas joyas han sido simple regalo a nosotras o a nuestras
parejas, mientras hemos estado ejerciendo cargos públicos. No es que nos
sobren, pero… hay mucha gente que ha tenido que hacer esto. Ha llevado sus
alhajas a las casas de Empeño. Pero ya no tienen qué empeñar, ni van a recuperarlas,
porque no tienen trabajo. ¡Eso decían en la Red! No tiene más que fijarse en la
cantidad de Oficinas o chiringuitos que compran oro y joyas. Aunque te engañen
algo, pagan al contado. ¡Hay mucha gente que lo está pasando mal! ¡Están
empeñando hasta las alianzas!
Señora, me deja usted de piedra.
-No se crea. Las Redes son un buen
invento. Es rápido y en un momento se pude llegar a mucha gente. Como puede
comprobar, la gente ha captado el mensaje. Bueno, quiero decir que no sólo lo
ha entendido sino que ha respondido. ¿No le parece una buena iniciativa?
Señora, me parece una idea genial. Le
doy a usted mi más cordial enhorabuena. ¿Sabe si hay alguien de los Sindicatos
en la fila?
-La verdad es que no. Ellos defienden
otras cosas. Bueno, no quiero darle demasiada importancia. Para nosotros no
supone demasiado. Creo que mi marido ni
se enterará. (Y me guiñó un ojo, haciendo un gesto de silencio hacia el
chiquillo).
¿Pero no han recibido ellos también
muchos regalos?-me refiero a los sindicalistas-.
-Es posible, pero ya sabe, ¡cada uno
hace con lo suyo lo que quiere!
Evidentemente, señora. Muchas gracias.
¿Puedo preguntarle su nombre?
-Me llamo... pero mejor no lo escriba, por favor. La gente me
conoce, y perdería sentido lo que estamos haciendo en este Primero de Mayo
Especial. El que no lo entienda, que siga esas banderas rojas que van para
allá.
Pensativo me alejé del lugar. Juro que
cosas así, no dejan indiferentes. No sé
si mañana los periódicos harán que la gente se desayune con la última foto de
los líderes sindicales en la tribuna de oradores, o con estas cosas que casi
nunca pasan. Podría ser una sátira elocuente.
Por esas casualidades de la vida, antes de
llegar a casa aún encontré otra larga fila, un poco más amorfa, casi como una
aglomeración de gente a la puerta de un establecimiento. No había caras
alegres. Pude ver la palabra Banco en la fachada, por entre las cabezas de la
gente y no acerté a distinguir de qué Banco se trataba. Tampoco me parecía
normal aquella gente amontonada a la puerta de un Banco.
¿Pasa algo?, le pregunte a la persona
más cercana.
-¡Na!, que estamos aguardando, porque es
el día de reparto en el Banco de Alimentos, ya sabe…
No es una burla, pero lo parece.
Mira que ¡llamarle Banco...! ¡Hay nombres, personas y situaciones
increíbles! ¿Cuál de las dos situaciones es más real? La paradoja no se da sólo
un día, el primero de mayo. ¡Ojala!
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