A medida que la ciencia y la tecnología
han ido avanzando se ha ido poniendo de manifiesto nuestra extraña condición
vital en la que no somos el centro de nada. Ha llevado siglos estampar en las
enciclopedias un modelo cosmológico en el que la Tierra no es el centro del universo,
ni el Sol, ni la galaxia Vía Láctea, en la que por ende ocupamos un lugar
remoto.
Llevará mucho más tiempo que nuestra
forma mental incorpore todo ello para dejar atrás el dogmatismo primitivo. No hace mucho
tiempo que han comenzado a surgir, fuera de los ámbitos académicos oficiales,
nuevas tendencias que abren otras formas de comprensión.
En las recientes décadas se subestimó el
trasfondo mítico de los pueblos como eje de las intenciones que operaban por
detrás de los hechos. Una forma mental superficial y estática nos llevó a
focalizar en lo más perceptual, tratando de interpretar el mundo desde los
recursos minerales, energéticos o las coyunturas de poder. Sin embargo, esas
antiguas corrientes místicas de las culturas se expresan en el mundo de hoy
fluyendo hacia la superficie, dejando entrever otra causalidad de los
acontecimientos sociales.
A modo de ejemplo en este artículo se
cita, muy someramente, a la cultura maya, a la tensión en la zona de la antigua
Persia o a la emergente China confucionista como ejemplos de trasfondos que
actúan en el momento actual, lo cual nos lleva a intuir una resonancia mítica latente
que de algún modo conserva su particular vibración original y produce
atracción.
Los Mayas
Quienes ya han pasado por otros fines
del mundo, el del presente año 2012 es uno más; sin embargo, un cierto
escalofrío en nuestra espalda nos advierte que no es uno de tantos. “El tiempo
era todo para los Mayas, por lo tanto sabiendo los acontecimientos pasados y sabiendo
que el tiempo era cíclico, habiendo logrado un conocimiento avanzado sobre
estos ciclos y pudiéndolos medir con exactitud, podían predecir cuándo irían a
producirse nuevamente” explica Víctor Piccininni en La Experiencia del Tiempo.
Cada día escribimos nuevos episodios de
nuestra historia, en la rueda del destino, que a través de millones de bits
informáticos nos llegan en forma de crónica del día a día sobre la crisis, las actitudes
políticas o los accidentes, como gotas que van colmando el vaso hasta producir
el inevitable desenlace.
Con palabras inquietantes V. Piccininni
nos invita a sentir la extrañeza de aquella forma metal de los llamados
“señores del tiempo”. “Este tiempo histórico y lineal estaba integrado con el
tiempo mítico circular en una misma concepción que hoy podríamos intuir como
muy cercana a una concepción evolucionada que podemos denominar de tipo curva o
en espiral. Pero esta concepción mítica del tiempo fue perdiendo fuerza con el
transcurrir de la historia y el desarrollo, apogeo y decadencia de diferentes
civilizaciones y culturas. Todo y, por ende también el concepto del tiempo, se
fue externalizando, el ser humano se fue alejando de la experiencia interna y
profunda del tiempo como algo sagrado”.
Ormuz
En 2012 las voces que hablan de la
posibilidad de una 3a guerra mundial van en aumento y el vórtice del conflicto
situado en el corazón de Eurasia es el Estrecho de Ormuz, ruta vital del comercio
petrolero por donde pasan unos 15 millones y medio de barriles de crudo por
día, cerca de un tercio de los envíos marítimos mundiales.
El libro sagrado de los persas es el
Avesta, atribuido a Zoroastro, filósofo que vivió en el siglo VI a. C.. La
doctrina reconoce un Ser Supremo, Ahura Mazda, que es eterno, infinito, fuente
de toda belleza, generador de la equidad y de la justicia, sin iguales. Del
núcleo de su persona salieron Ormuz y Arimán, principios de todo lo bueno y de
todo lo malo, respectivamente. La creación de Ahura Mazda es la antítesis del
caos. Todo el universo, incluida la humanidad, están implicados en este
conflicto entre el Orden y el Caos. Por otra parte existe el concepto de Ley
Eterna (Daena), cuyo orden ha sido revelado a la humanidad, es el orden
correcto del universo. Dice el Avesta que la lucha entre Ormuz y Arimán ha de
tener un desenlace final, y el triunfo será de Ormuz, el principio del bien. Resulta
significativo el nombre “El Gran Profeta” que Irán ha dado a las maniobras
militares iniciadas este mes de febrero en el estrecho de Ormuz y en el Golfo
Pérsico. El deseo de invadir Irán por parte de EEUU viene de lejos. Se estima
que sus reservas de petróleo son las terceras más grandes del mundo, con una
extracción actual del 5% mundial, lo cual sería un gran botín para los
invasores, pero de imprevisibles consecuencias inmediatas. De entrada, en caso
de llevarse a cabo la amenaza iraní de cerrar el estrecho, la ya maltrecha economía
americana experimentaría un enorme salto en los precios del petróleo, una caída
de un 25% del PIB y un desempleo vertiginoso que como primera estimación
afectaría a 1 millón de personas, según el analista Mike Brownfield. En estas
circunstancias cabe preguntarse si vale la pena esta campaña bélica... O quizá
exista otro interés más profundo en las gestas militares promovidas por EEUU. La
historia nos muestra que la tendencia a constituirse como imperio mundial pasa
tanto por la conquista territorial, como por la fuerza para mantener el
control; tal fuerza no puede ser solamente militar, ya que en algún momento los
pueblos deben aceptar a ese nuevo imperio. Lo sabía Alejandro Magno tomando
como elemento cohesor a la cultura griega y también Constantino cuando
convirtió al antiguo cristianismo en la religión oficial del imperio romano. Pero
lo que hoy vemos es bien distinto: unos Estados Unidos atacantes sumidos en la decadencia,
cuyos logros no van mucho más allá de poner luces de neón en el desierto. Desde
este trasfondo nos brota el recuerdo de historias y leyendas épicas en las que
los ejércitos del mal luchan de modo soez contra el bien que se muestra
escurridizo y complejo.
Como todo necio que quiere tomar los
cielos por asalto los guerreros actuales, cegados por sus espejismos, hacen
acopio de vasijas y reliquias de culturas sagradas en un intento de apresar aquello
que no comprenden, lejos de la virtud que permita captar que lo que buscan está
en el origen e incierto destino de toda la humanidad.
China
“Quien realmente se está preocupando del
mundo del 2050 es China” afirma el catedrático director de la Universidad
Politécnica de Madrid Julián Pavón en una serie de vídeos que han alcanzado el
millón de visitas en Youtube.
“En estos momentos China está preparando
una estación espacial permanente en la Luna para el año 2020 con el fin de extraer
materias primas, mientras que EEUU ha suspendido su programa lunar. Lo que
China busca en la Luna es Helio3, material fundamental para las centrales de
fusión nuclear”, relata Julián Pavón. Se estima que en el año 2050 se contará
con este tipo de reactores, tecnología considerada de ficción por Occidente. Se
calcula que en la Luna hay un millón de toneladas de Helio3, que dotarían a
nuestro planeta de una energía inmensa a través de centrales de
no-fisión-nuclear y por tanto no contaminantes.
El catedrático observa el trasfondo de
la filosofía de Confucio en el desarrollo de China. “Si bien Mao Tse-Tung
combatió al confucionismo, ahora China lo está recuperando, han hecho incluso
una película de enorme éxito sobre la vida de Confucio. La filosofía confuciana
habla de la introspección, considera que el hombre es bueno por naturaleza y
que lo que tiene que hacer es meditar para encontrar la verdad en su interior,
pero al igual que Sócrates, Confucio era peripatético, lo cual implica que su
legado se basaba en el diálogo y, en definitiva, en la búsqueda de la verdad
compartida”.
En el famoso vídeo, Julián Pavón nos
habla con fascinación del periodo del siglo VI al IV a.C. “Son siglos
extraordinariamente ricos que modelaron el pensamiento filosófico y religioso
de la humanidad. Sun Tzu escribe el primer tratado de estrategia militar “El
arte de la guerra” que ahora se está estudiando en las escuelas de negocios
como base de la estrategia empresarial. Coetáneos de Sun Tzu fueron Confucio,
Lao Tse, Buda en la India, Zoroastro en Persia, Homero, Sócrates, Platón,
Aristóteles, Sófocles o Eurípides en Occidente”, prosigue el profesor. Explica
J. Pavón que lo que más le impresionó de Sun Tzu fue el principio que dice: “el
arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin combatir”. “Yo me
preguntaba ¿Y eso, cómo se hace? Obtuve la respuesta 2500 años después del
texto, en un discurso que se denomina La estrategia de los 24 caracteres, de
Deng Xiaoping: “Observa con calma, asegura tu posición, afronta los asuntos con
tranquilidad, esconde tus capacidades y aguarda el momento oportuno, mantén un
perfil bajo y nunca reivindiques el liderazgo”. “China ha sido capaz de
convertir su desarrollo comercial en liderazgo financiero y ahora está en
condiciones de convertirlo en liderazgo tecnológico, lo que quiere decir
liderazgo militar y espacial”, concluye Julián Pavón.
También el periodista Rafael Poch hace
referencia al trasfondo milenario de la emancipación China en su conferencia
Sobre el “comunismo” después de su muerte. “En 1918, Lenin había definido el
comunismo ruso como, “el poder de los soviets, más la electrificación de todo
el país“, una definición más desarrollista y de poder que ideológica. El
comunismo chino fue algo todavía más exótico. Consistió, y consiste, en,
construir una China fuerte y próspera más el Da Tong. El “Da Tong”, es el ideal
confucionista de la cohesión social derivada de una economía próspera y de una
sociedad estable. Para lo que aquí interesa podríamos definirlo como un seudónimo
de esas “características chinas” que los dirigentes de Pekín invocan siempre
como una especie de comodín retórico cuando los occidentales pretenden darles
lecciones”.
“Mientras los occidentales nos rompemos
la cabeza intentando comprender las “rupturas ideológicas” entre Mao y Deng
Xiaoping (el lío ese de qué tiene de “comunista” la actual “China capitalista”,
etc., etc.), la simple realidad es que desde el punto de vista de esa definición,
desde el punto de vista del “comunismo-estrategia desarrollo” Mao, Deng Xiaoping,
Jiang Zemin y Hu Jintao y sus sucesores, son diversas tácticas del mismo
propósito estratégico desarrollista chino común a todas esas generaciones.
Todos siguen con gran coherencia y continuidad la vía del comunismo chino, tal
como lo hemos definido. Mao optó por el comunismo soviético, por la misma razón
por la que Deng optó por la economía de mercado americanizante, y por la misma
razón por la que Hu se hace hoy socialdemocratizante y keynesiano con la
“sociedad armoniosa”, etc.: porque en cada caso esas diferentes opciones son
vistas como las más adecuadas para realizar el “comunismo-estrategia de
desarrollo”; “construir una China fuerte y próspera más la armonía social del
Da Tong”. Eso es el comunismo chino”, concluye Rafael Poch.
El Mito
En Occidente no vemos más que las
sombras de toda esta explosión histórica. “La ocasión que lleve súbitamente a
término el proceso puede ser cualquiera: por ejemplo, la coleta de un chino que
asome por los Urales”, escribía Ortega refiriéndose a Europa en la Rebelión de
las masas. En la mal llamada vieja Europa agonizan la libertad, la igualdad y
la fraternidad, mientras que en Estados Unidos se pierde cual estrella fugaz un
sueño americano que duró un instante, pero que deja tras de sí una pesadilla
para millones en todo el planeta.
“El dólar no es más que chatarra, no
vale nada, para respaldarlo sólo tienen sus 5.000 bombas nucleares”, comentaba
el periodista mejicano Alfredo Jalife en una entrevista para la TV venezolana.
“La globalización geoeconómica ya la ganaron los BRICS mientras que la mercantilista
la ganó China, desplazando a Alemania en el primer lugar de las exportaciones, mientras
que Estados Unidos tiene el control de la desinformación”.
En la misma entrevista Alfredo Jalife da
también una reseña del trasfondo histórico remoto de los acontecimientos
actuales: “ellos llamaron a su ataque a Libia Odisea al amanecer en referencia
a la Ilíada y la Odisea de Homero, con la variante de que se llevaron primero
el dinero del pueblo libio, que lo tenía en la banca anglosajona –137.000
millones de dólares– para finalmente sembrar el caos sobre el terreno y hacer
el expolio total”.
Si en el 2011 hemos visto nuevos
episodios de la ferocidad bélica con la que han golpeado al mundo árabe, todo
indica que en el 2012 prosiguen con las campañas desinformativas y militares en
África y Medio Oriente. Pero desde un plano mayor, inhibiéndonos por un momento
del horror y la preocupación, tan sólo quedan pendientes los capítulos agónicos
de quienes han frustrado su tentativa de convertirse en el imperio mundial, en
su desesperado intento por salvarse y que no hará más que agudizar su declive.
Tomando distancia de los acontecimientos
presentes es que podremos intuir una trayectoria en nuestra historia, con
etapas tan especiales como aquella referida a los siglos IV al IV antes de
nuestra era. Pero no podremos apresar plenamente en que estamos sin captar esta
interrelación de tiempos que operan simultáneamente –momento en el que somos conscientes
de lo alejados que estamos de la experiencia profunda del tiempo.
La palabra “mito”, si bien es
recurrente, resulta ambigua debido a sus diversas acepciones. Silo matizaba que
lo que se acerca es el tiempo histórico (no el tiempo mítico), en una entrevista
con Enrique Nassar el 2 de enero del año 2000. “Lo trascendental necesita de condiciones
sicosociales para que implete en la historia humana; esta irrupción afectará el
tiempo particular de cada persona. Esta es una época de grandes perturbaciones,
esta es una época pre-religiosa”, comentaba en la misma charla.
Con leves reseñas del antiguo legado
hemos llegado al famoso año 2012; sin embargo, nadie con un mínimo de
conocimiento de la situación mundial podría afirmar una hipótesis que describa
nuestro mundo después del sábado 22 de diciembre de 2012, fecha que los Mayas señalaron
como el punto de inflexión del gran cambio.
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