A Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) no le
va aquello de "ver, oír y callar". No es para menos. En su más de
cuarto de siglo como fotoperiodista ha conocido los horrores de la guerra y sus
consecuencias a lo largo y ancho del planeta. Desde el levantamiento contra las
dictaduras de América Latina hasta los genocidios en África y los Balcanes. En
el camino se ha dejado a varios compañeros y la esperanza por la tan manida
"paz en el mundo".
Su compromiso con la denuncia de la violencia y su
labor por la justicia le valieron el Premio Nacional de Fotografía en 2009, un
galardón que motiva ahora su exposición 'Antología', que se exhibe hasta el 10
de junio en la Tabacalera de Madrid. Público.es habla con este reportero de guerra
(aunque él no crea merecer tal apelativo) sobre su trayectoria, los conflictos
armados y el negocio de las armas. Sobre política y políticos, periodistas y
medios. Nadie escapa a su objetivo crítico.
En ‘Antología' hay fotografías muy duras
de los conflictos en lugares del mundo muy distintos y en épocas diferentes. Al
final, ¿todas las guerras son iguales?
No me gusta comparar una guerra con otra
porque sería como comparar las víctimas de un conflicto con las de otro. La
gran tragedia de la guerra es que afecta a personas que casi siempre no saben
por qué mueren y por qué sufren. No es tanto que una guerra sea peor que otra,
sino que al final la guerra es lo peor que le puede pasar a una sociedad.
Cuando empecé en América Latina me
parecía que las guerras obedecían a una lógica más entendible. En El Salvador,
Nicaragua y Guatemala un puñado de familias eran las dueñas del país y veías
que la gente se había levantado contra la dictadura de estas familias para
mejorar la situación general. "Los seres humanos seguirán matándose hasta
que no exista nadie sobre la Tierra" Después llegan los Balcanes. Querían
decir que era una guerra religiosa, pero todo el mundo a priori era igual que
el vecino y al final no sabías exactamente por qué estaba ocurriendo. En los conflictos
africanos, la gente se mataba en Ruanda con machetes. No hace falta que haya
armas de fuego para un gran genocidio y te da una idea clara de que los seres
humanos, con armas o sin armas, se matan desde tiempos inmemorables y seguirán
matándose hasta que no exista alguien sobre la Tierra. No hay manera de acabar
con la guerra porque primero, es un gran negocio; y segundo, parece que el
hombre es incapaz de vivir sin la guerra.
Hablando del negocio de la guerra, usted
ha sido muy crítico con el Gobierno de Zapatero por su política respecto a la
venta de armas. Ahora el ministro de Defensa viene de ser consejero delegado en
una de las empresas fabricantes de bombas de racimo. ¿Son tan responsables de
las guerras quienes se enriquecen con ellas como quienes las generan?
Si, evidentemente. Pero yo no he sido
sólo crítico con el Gobierno de Zapatero. Siempre he sido muy crítico con esta
basura del armamentismo. "No hay manera de acabar con la guerra porque es
un gran negocio" Lo hice durante la época de Felipe González, lo hice
durante la de Aznar y por supuesto lo he hecho durante la de Zapatero, porque
ha sido una vergüenza. Zapatero es la persona que más ha instrumentalizado la
palabra paz en toda la historia de la democracia. Ha hablado de paz continuamente
y al mismo tiempo su Gobierno ha permitido que se triplicase la venta de armas
españolas. ¡Triplicase! De 400 millones de euros a 1.200 millones. Y,
evidentemente, para mí es un absoluto insulto a la decencia que Rajoy haya
nombrado como ministro de Defensa a un experto vendedor de armas. Al final,
todos los políticos hacen igual, todos los gobiernos son igual de cínicos y
obscenos cuando se trata de hacer este tipo de negocios sobre la guerra y la
muerte.
Yo considero que un periodista que
trabaja en zona de conflicto tiene que estar dispuesto a sentir el dolor para
poder transmitir con decencia, que para mí es la palabra fundamental del
periodismo, más que la equidistancia o ser objetivo. "Hay que estar
dispuesto a sentir el dolor para transmitir con decencia" Siempre que he
ido a un conflicto sabía que lo iba a pagar, pero no me gusta hablar de este
tipo de cosas, que considero que forman parte de nuestra intimidad. Me molestan
muchísimo los periodistas, hombres y mujeres jóvenes en los últimos tiempos,
que cuando van a cualquier sitio (que a veces no están más que en los aledaños
del conflicto), vuelven y hablan más de lo que les pasó a ellos que de lo que
ocurre allí. Incluso a veces utilizan a las víctimas para hacer su propia
carrera profesional. Y esto está, por desgracia, muy de moda en nuestro país en
los últimos tiempos.
Muchas de sus fotografías se sitúan en
primera línea del conflicto, dejan ver de cerca a sus actores. Hoy, en pleno
conflicto sirio, Homs se ha quedado sin periodistas extranjeros que puedan
documentar lo que está pasando. ¿Cada vez es más difícil conocer de primera
mano lo que ocurre en lugares en una situación de guerra?
Siempre ha sido complicado.
"Siempre he sido muy crítico con esta basura del armamentismo" La
lista de periodistas muertos en las guerras de El Salvador o Nicaragua en los
años 80 es muy alta y en Sarajevo caían las bombas y mataban al que estaba más
cerca, fuera periodista o no. Quizás ahora hay conflictos como el de Siria, muy
complejos, pero ha habido periodistas que han estado dentro, que han hecho un
buen trabajo. Y yo en los últimos años he estado mucho en Irak, es verdad que
en condiciones muy difíciles y con muchos periodistas extranjeros y locales
muertos, pero pasar la línea en los Balcanes era tan complicado como es hoy
entrar en Siria.
¡¿Qué crisis económica?! ¿Cuánto cobran
los consejeros delegados de los medios de comunicación? Por favor... ¡De qué
estamos hablando! La crisis de identidad del periodismo empieza cuanto más
espacio se está dando a la publicidad. "Pasar la línea de los Balcanes era
tan complicado como es hoy entrar en Siria" Cuanto más están poniendo los
bancos, las grandes empresas y multinacionales, más se están comprando
voluntades, periodismo aséptico y libertades que no se atreven a criticar a
estas grandes corporaciones. O sea, dejémonos de rollos y digamos las cosas
como suenan. Antes, los directores [de los medios] eran los que tomaban las
decisiones. Ahora, en su mayoría son personas pusilánimes dispuestas a aceptar
toda la censura que pueda venir, que toman decisiones contrarias a todos los
principios básicos del periodismo y destruyen su esencia. Esa es la clave. No
es que no interese cubrir conflictos o hacer periodismo de investigación, sino
que las empresas periodísticas tienen otros intereses que entran en
contradicción con los intereses periodísticos y con sus principios básicos.
Pero, ¿qué pasa en España en este
sentido? Tenemos el ejemplo del último ganador del World Press Photo, el
español Samuel Aranda, y otros como Ricardo García Vilanova, buenos fotógrafos
españoles que, sin embargo, se están ganando su prestigio en publicaciones
extranjeras...
A nivel fotográfico está pasando eso. No
estamos hablando sólo de Samuel o de Ricardo, sino de otra docena de fotógrafos
buenísimos que están trabajando con medios extranjeros. "Me molestan los
periodistas que hablan más de lo que les pasó a ellos que de lo que
ocurre" En España nunca ha habido interés por el periodismo tal y como se
entiende en el mundo anglosajón. Ni ahora, ni cuando se ganaba más dinero y se
gastaba en otras estupideces y poco en periodismo. Yo llevo 30 años en esta
profesión y me las he visto y me las he deseado para mantenerme a flote
siempre. Los medios han dejado de vigilar el poder para convertirse en amigos
del poder económico y político. Lo único que interesa son los pelotazos
mediáticos, que es la obscenidad llevada a su máxima potencia. Lo demás son
historias, excusas, caminos trillados, mentiras.
En ‘Antología', usted cuenta que la
serie ‘Vidas Minadas' le devolvía la fe sobre los seres humanos porque son
historias de superación, no así en el caso de ‘Desaparecidos', donde retrata a
familiares que siguen con la incertidumbre de no saber qué ocurrió con sus
seres queridos. El caso afecta muy de cerca a España, ¿Tiene fe en que se pueda
superar algún día esa cuenta pendiente con los familiares de las víctimas del
franquismo?
Va a ser muy difícil. Los principales
partidos, pero también los minoritarios, han dado una gran lección de cobardía
al enfrentarse a este problema. La Ley de Memoria Histórica es una auténtica
risa y ha dedicado una cantidad ridícula de dinero a esta cuestión. Una gran
parte se ha ido a homenajes y muy poco dinero a exhumaciones e
identificaciones. Para que se entienda, España ha estado dedicando a la memoria
histórica lo que pagan Ronaldo o Messi de impuestos al año. "Los medios
han dejado de vigilar el poder para ser amigos del poder" Es decir, 4
millones de euros. Porque una cosa es decir que hemos sacado 5.300 cuerpos,
pero sólo se han identificado 800 o 900 y los demás están en fosas. Lo que no
entiendo del Gobierno de Zapatero es que de esos cuerpos, más de la mitad
fueran sacados en el cementerio de Málaga por un alcalde del PP, cuando otros
gobernantes socialistas se han negado a sacar los cuerpos de fosas. Ese es el problema principal de este país.
Ante este panorama desolador, los que quedan son los familiares de las
víctimas, algunos forenses y algún juez. Tampoco las universidades españolas,
los rectorados de Historia o Medicina, han tenido ningún interés por solucionar
este tema y estamos en estos momentos empantanados en un serio problema que va
a dar muchos disgustos.
PUBLICADO EN PÚBLICO
No hay comentarios:
Publicar un comentario