LA
MEMORIA COMO PROYECTO SOCIAL Y CULTURAL
En febrero de 1937, María, de 12 años,
salió de Málaga en un autobús camino de Almería. Ante el avance imparable de
las tropas franquistas, la niña fue trasladada a una colonia al sur de Francia.
Allí, a petición de una organización cuáquera de ayuda humanitaria, la pequeña
refugiada plasmó en un dibujo sus recuerdos de la evacuación. Con trazo
infantil, la niña pintó dos autobuses, uno de los cuales llevaba la bandera
republicana en la parte trasera, y unas casas bajas como las que ocupaba la
burguesía en la parte este de Málaga. Al pie, María puso la siguiente
inscripción: “Cuando salíamos de Málaga antes de entrar los fascistas”.
El dibujo es el número 26 de los 142 que
ha estudiado el catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga (UMA),
José Antonio Gallardo, para su libro El dibujo infantil de la evacuación
durante la Guerra Civil y es el que más ha impresionado a su autor.
“Observándolos no se puede saber si el niño que ha vivido y dibujado un
bombardeo está más traumatizado que el que ha plasmado una evacuación y ha
dibujado un sol y unas flores. No se puede comprobar el estrés, pero sí se
observa que en ninguno de los dibujos existe la sonrisa”, afirma Gallardo, que
ha dedicado casi diez años a la recopilación y análisis de los trazos infantiles.
Gallardo ha manejado más de 2.200
piezas. La mayoría procede de la organización cuáquera que, en 1937, viajó a
España para recoger los dibujos de niños republicanos evacuados a diferentes
colonias dentro y fuera de España. Estos sirvieron de base para una exposición
en la planta baja de los grandes almacenes Lord&Taylor, en la Quinta
Avenida de Nueva York. La subasta de alguna de estas obras y el catálogo de la
muestra, con prólogo del escritor Aldous Huxley, sirvieron para recaudar fondos
para el Gobierno republicano.
Gallardo localizó los dibujos en las
universidades de California-San Diego y de Columbia, en Nueva York, en una
librería privada de Ontario (Canadá) y en la Biblioteca Nacional de España,
entre otros fondos. Finalmente, optó por las obras en las que los niños, de
entre seis y 15 años, reproducían su evacuación. “Es el acontecimiento en el
que el impacto psicológico de la guerra se muestra con mayor claridad, y sobre
el que existe mayor bibliografía”, afirma el catedrático.
Un rasgo frecuente es la ausencia de
algunos miembros corporales en los personajes pintados por los niños. “En uno
de ellos sale gente corriendo y ninguno de ellos tiene brazos. Karen Machover,
una psicóloga norteamericana experta en dibujo infantil, ya recogió en los años
50 del siglo pasado que este era un signo de estrés postraumático”, asegura
Gallardo.
Las piezas reflejan tanto la tristeza de
los niños como el miedo y la incertidumbre de los adultos. Ricardo, de 12 años,
pintó a su madre planchando. “La figura da miedo, la cara refleja la ansiedad y
el temor de la madre al saber que su hijo se va de casa sin saber por cuánto
tiempo”. En el dibujo número dos, de Antonio, sale el padre con un vendaje en
la cabeza “y un hundimiento moral completo”.
Uno de los aspectos más originales de la
investigación ha sido el cálculo del “sonido latente” en los dibujos. Con la
ayuda del doctor en Ciencias Físicas de la UMA Pedro Galán Montenegro, Gallardo
ha implantado un procedimiento logarítmico y un test de 44 preguntas para
traducir a decibelios las imágenes. El libro ha sido editado por la Universidad
de Málaga y la recaudación irá destinada íntegramente a la Cruz Roja.
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