NECESITAMOS
UNA IDEA DE PAÍS, SI NO QUEREMOS IR A LA DERIVA
“El político piensa en la próxima
elección; el estadista, en la próxima generación”. Otto Von Bismarck
Hace unos días tuve una de las conversaciones
más interesantes del último año. Coincidí con una de las personas con mayor
capacidad y visión más clara para solucionar problemas que conozco. El punto de
vista que me transmitió, creo que debido a su experiencia internacional, me
resultó muy interesante. Su conclusión: “sin una idea concreta de país, todo
serán medidas aisladas, que no harán sino empeorar la situación”, y luego me
repasó la historia reciente de España.
Una empresa, un país, un profesional,
respecto a su carrera, necesita una idea clara que transmitir al resto del
mundo para inspirar confianza y resultar atractivo a la hora de “atraer”
recursos y riqueza. Todo lo que no sea mandar ese mensaje, es dar palos de
ciego, esperando que uno de esos bastonazos rompa la piñata y caigan los
caramelos.
Me decía que esto es válido tanto
respecto a cualquier empresa, dado que triunfan las que ofrecen algo concreto,
valioso, innovador, distinto, personal… como a un país.
Luego me invitó a reflexionar sobre la
historia de España reciente. Su punto de vista se puede compartir o no, pero me
hizo pensar.
Fernando -me dijo-, después de la guerra
civil, en España mandaba Franco, un hombre con escasas (por decir algo) ideas
de economía. Sólo pretendía mantener al país bajo su control y recluirlo en una
especie de país agrícola/ganadero anclado en el pasado histórico-folclórico.
Obviamente eso, en un contexto de modernización del resto de Europa, pasada la
II guerra mundial, nos condenó a la pobreza. Llegando incluso a la posibilidad
de colapso total, al no poder comprar, por ejemplo, más petróleo por falta de
dinero.
Ante la información de un ministro sobre
la situación de dependencia energética y falta de capacidad de compra, no le
quedó otra que ceder a una “cierta modernización”. Y, entonces, creamos otra
idea nueva de país. Le dijimos al mundo que éramos 3 cosas:
a)
Un país con mano de obra barata y paz social donde traer sus fábricas.
Hoy hubiéramos dicho un país para deslocalizar en él industrias.
b)
La huerta de Europa, con calidad y buenos precios.
c)
Un país de turismo barato, un clima envidiable, mucho monumento
histórico y mucho tipiquismo (toros, flamenco, paella…). Idea que se viene
atribuyendo a la influencia de Fraga (al margen de otra serie de consideraciones).
Y así se implantaron muchas fábricas de
todo tipo (coches, textil, calzado…), los paradores, miles de hoteles… Y la
riqueza comenzó a llegar y se notó.
El primer gobierno de la democracia, con
Suarez, tuvo un contenido casi exclusivamente político. Había que implantar la
democracia, que no era fácil, y ese desconcierto y falta de seguridad, se
trasladó a la economía, no se sabía económicamente hacia dónde íbamos, y la
cosa se puso difícil.
Los siguientes gobiernos de González se
centraron en la entrada en la Unión Europea (entonces CEE) y en el cambio de
los hábitos políticos. Comenzó a entrar dinero a espuertas en ayudas. Nació la
cultura de la subvención, del subsidio del paro, del enchufismo en la
administración… Y, sobre todo, la del PELOTAZO. ¿Recordáis a Solchaga diciendo
aquello de que España era el país donde era más fácil hacer dinero de forma
rápida? Nació lo de “hay que tener carnet para colocarse”, que ya no
abandonamos, y las Comunidades Autónomas
comenzaron a crecer y crecer. Los partidos políticos pasaron a ser una suma de
varonías y oligarquías autonómicas y permitimos, para instalar el clientelismo,
la hipertrofia institucional. Había mucho margen y entraba mucha pasta. España
era un país que caía simpático. Las olimpiadas, la Expo, la movida… Era un país
de moda. Pero eso dura lo que dura. La corrupción ya llegó a unos niveles muy
preocupantes, institucionalizándose, y económicamente habíamos avanzado muy
poco hacia la solidez.
Llegó Aznar y potenció el ladrillo
(ahora vemos las consecuencias) y le pilló la época de la apertura del crédito
a nivel mundial. Con lo que el supuesto “milagro económico español”, no era más
que un gigante con pies de barro. Luego quiso jugar a montar centros de
influencia mediáticos paralelos y opuestos a los que ya tenía el PSOE. No sólo
no cortó la corrupción, sino que en sus áreas de influencia se consolidó, para
ejemplo Caja Madrid. Al mundo le dijimos que éramos un país para invertir en
ladrillo y todo lo que eso generaba, las plusvalías eran enormes y bastaba
hablar con el alcalde o concejal de urbanismo de turno, para trincar, o con el
consejero de cualquier comunidad, para llevarte suculentos contratos, cazo por
medio. Como se movía tanto dinero, había pingües recaudaciones vía impuestos y
demás subvenciones que seguían entrando.
Ésta fue la última pseudoidea económica
de país, una idea poco afortunada y no sostenible. Con lo que se concluye que,
no sólo se necesita una idea, sino que además esa idea tiene que ser buena. No
vale cualquier solución cortoplacista.
Y entonces llegó Zapatero con su circo,
y se encontró con la bolsa llena y un grupo de palmeros trincones. Sólo había
que seguirle la corriente... Dedicó la primera legislatura a la memoria
histórica, educación para la ciudadanía, el Estatuto de Cataluña, la alianza de
civilizaciones, el matrimonio Gay y otras ideas políticas. Y, además, dinamitó
el último soporte del desastre, permitiendo a las comunidades autónomas
endeudarse, con lo que, no sólo abrió la caja de Pandora, sino que hizo irreversible
el desastre. Su segunda legislatura la dedicó a buscar brotes verdes negando la
crisis, presumiendo de bancos y cajas de ahorro, y a estar noqueado cuando ya
le obligaron a tomar medidas, llegando a decir que la tierra pertenecía al
viento. ¿Qué puede pensar cualquier inversor del mundo ante estas afirmaciones?
¿Alguien invertiría en una empresa donde el gerente dice estas cosas y uno de
sus ministros cree que en dos tardes puede explicarle la economía?
Y entonces, llegó Rajoy, que es un señor
con mentalidad de registrador. Hay que tener paciencia y empeño para aprobar la
“oposición a presidente del gobierno” y luego a vivir. Para eso hay que tratar
de no cabrear a nadie. Y cree, porque le obligan, que recortando lo va a
arreglar. Ya se está viendo que no. Primero están recortando donde menos se ve
(infraestructuras…), pero se comprueba que es insuficiente, y a subir impuestos (algo que había jurado y
perjurado no hacer). Ni una sola idea para generar recursos, como país, en 6
meses. ¿Alguien cree que aparecerán las ideas? Se necesita VISIÓN y LIDERAZGO.
Y, ¿cómo nos ven desde el exterior? Como
un país sin rumbo. Como nosotros vemos a Grecia, para entenderlo. Con una
estructura institucional insoportable económicamente, las comunidades
autónomas, que ya el propio Mitterrand vaticinó a Tarradellas hace muchos años,
que llevarían a España a la ruina, porque ni Francia se lo podía permitir. Un
país en que hemos convertidos en “derechos adquiridos” situaciones mantenidas
artificialmente en base a subvenciones, y en el que nadie quiere renunciar a
sus privilegios, pero ve insoportables los del resto de la gente, que es como
si en una familia de economía maltrecha, cada uno quisiera seguir
despilfarrando y viviendo a todo trapo, pero viera los despilfarros de su
hermano, injustificados e intolerables.
Como ves, desde el punto de vista
económico, no hemos tenido demasiada suerte. Nos hemos gobernado como si el
futuro no importase, y lo que tenemos son las consecuencias de esa actitud.
Hemos desperdiciado mucho tiempo y muchos recursos. Los políticos creen que
gobernar es el arte de permanecer en el poder, no de mejorar la situación de
los pueblos…
Y mientras tanto, Fernando –continuaba-,
el mundo no se detiene. Va a una velocidad terrible.
Me invitaba a reflexionar cómo vendería
al resto del mundo la idea de España como país atractivo para invertir. ¿Cuál
es la idea económica de España? ¿Qué ofrecemos en un contexto mundial? Urge la
respuesta.
Si tuvieras 1.000 millones de €, ¿en qué
invertirías en España? (Tópicos patrióticos o patrioteros aparte). ¿Qué le
podemos vender al mundo que el mundo quiera comprar? Salvo excepciones muy
puntuales y brillantes.
O le damos al mundo un mensaje claro y
entendible o, simplemente, nos dejarán al margen de todo, convirtiéndonos en un
país arruinado, incapaz de pagar sus deudas, que es mucho peor, que un país
pobre sin deudas, porque la capacidad de reacción del segundo es mucho mayor.
En el próximo post contaré cómo me
sugirió las posibilidades de crear una idea económica de un país, y el
beneficio directo e inmediato para las pymes, y por ende, para toda la
sociedad. Este post quizá ha sido demasiado extenso, pero no he sabido
resumirlo más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario