SITUACIÓN INSOSTENIBLE. CRISTÓBAL VILLALOBOS

SITUACIÓN INSOSTENIBLE
Hay semanas en las que cuesta mucho escribir. No porque esté todo dicho, ni porque se acaben las ideas, sino porque, desde hace ya algún tiempo, la actualidad nacional se enroca en un terrible círculo vicioso del que no se vislumbra la salida. Los titulares de hoy son casi idénticos a los de hace unas semanas. El paisaje resulta tan desolador como aburrido.

Este viernes el Gobierno veía la situación "insostenible" y la prima de riesgo "inabordable", asumiendo por fin en público lo que ya pensaban desde hace mucho tiempo. La Bolsa se hunde, la prima se dispara, Valencia pide el rescate, mientras se prevé recesión y más paro para el año próximo. Y ya van unos cuantos de esta guisa.

Se aprueban los nuevos recortes draconianos. La gente sale a la calle, con aires de otros tiempos, a pedir que paguen otros la cuenta del despilfarro de estos años pasados. Cuando los ministros decían que el dinero público no era de nadie, los ciudadanos no pensamos en que, al final, las deudas teníamos que pagarlas entre todos. Y parece que seguimos sin entenderlo.

¿Cómo pagamos la deuda? Al Gobierno no le ha quedado otra que hacerse el haraquiri político, obligado por la situación y por Europa, pero debería haber tomado otra serie de medidas, aun cuando resulten de carácter cosmético en el cómputo global, antes de que las clases medias recibieran la dura y pesada carga de la herencia socialista.

Pero no ha sido así. Quizás movidos por lo apremiante de la situación, que por otra parte parece que no ha variado a mejor, el Gobierno ha tomado las últimas medidas antes de realizar algunas otras muy necesarias, y que serían mejor vistas por los ciudadanos.

Estas medidas se resumirían en una reorganización de la Administración del Estado con el fin de reducir el déficit y emplear de forma eficiente nuestros ingresos, por otro lado cada vez menores. Hablando en plata: antes de meter mano en el bolsillo de todos los ciudadanos, incluyendo a las clases más desfavorecidas, habría que haber cerrado las televisiones autonómicas, las empresas públicas, las Diputaciones y un largo etcétera de instituciones y organismos que siempre serán, por mucho que nos digan lo contrario, menos necesarias que garantizar las pensiones o la calidad de nuestro sistema sanitario.

Pero no se ha hecho de esta manera, con lo que se ha dado la oportunidad a socialistas y sindicalistas de aparecer en los primeros puestos de las manifestaciones, como si ellos no hubiesen sido gran parte de los responsables de esta situación. Mientras los funcionarios protestan por su bajada de sueldo, a los parados sólo les queda rezar y esperar que el Gobierno esté en el buen camino.

PUBLICADO EN MÁLAGA HOY

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