PACTAR
Que la aprobación definitiva del aumento de impuestos y los recortes contenidos en el plan de ajuste del Gobierno de la nación haya sido seguido de una subida de la prima de riesgo hasta un nivel récord y una caída de los valores bursátiles retrata la gravedad de la situación de España. Ni el ajuste de Zapatero, en mayo de 2010, ni las reformas de Rajoy ni sus propios planes de ajuste están logrando, a pesar de su dureza y su elevado coste social, el objetivo perseguido: calmar a los mercados financieros para que puedan colocarse bonos españoles en condiciones aceptables y renegociarse la deuda exterior.
Sólo el rescate bancario parece asegurado. El Gobierno ha quedado colocado en una situación muy comprometida, ya que las medidas adoptadas le están enajenando la simpatía popular a marchas forzadas, con sólo medio año de mandato, sin que acabe por mejorar a cambio la credibilidad de España. La desconfianza se ha instalado entre los inversores, y el remedio no está en abandonar la política de reformas y austeridad, lo que agravaría el problema. El error de Rajoy ha sido no haber explicado desde el principio cómo estaban las cosas y no intentar consensuar con los partidos de la oposición las líneas maestras de los sacrificios ineludibles en esta coyuntura. Incluso en los momentos de mayor enfrentamiento, el socialista Rubalcaba le ha tendido la mano para que intentase alcanzar un pacto mínimo sobre medidas de ahorro. Las recetas de PP y PSOE son diferentes, pero no tanto como para el desacuerdo en todo que hemos visto reflejado estos días. Pactar los sacrificios hubiera hecho más fácil conseguir otro gran objetivo: los sacrificios compartidos, es decir, repartir de manera equitativa y solidaria los esfuerzos que se está pidiendo a la sociedad española. Ahora da la impresión de que no se aprieta por igual a todos los sectores sociales. Este mismo pacto nacional, que tan difícil se antoja, es perfectamente predicable también en Andalucía, donde la Junta repite los esquemas del Gobierno sobre su específico plan de ajuste: no se negocia con la oposición y se culpa de todos los males a otros (la herencia recibida, según Rajoy, y el Gobierno central, según Griñán). Así será más difícil que avancemos.
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