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ALLÁ DE UNA PELÍCULA
En los dos últimos meses miles de personas han
protestado en Egipto contra el Fondo Monetario Internacional, por una educación
pública digna, a favor de un salario mínimo y en demanda de juicios contra la
Junta militar y los criminales de la dictadura. En ellas ha habido
enfrentamientos, personas arrestadas y heridas e incluso un muerto.
En Túnez también se han registrado huelgas y
protestas con demandas políticas. Sin embargo, apenas se ha hablado de ellas en
los medios de comunicación occidentales.
En contraposición, las manifestaciones organizadas
contra una película anti-islámica acaparan portadas. En tan solo unos días han
logrado imponer la narrativa del choque de civilizaciones en el debate público
internacional.
¿Cómo es posible que en tan poco tiempo se haya
homogeneizado el discurso sobre la situación actual en Oriente Medio? ¿Qué hay
detrás de la película contra el Islam? ¿Es este film la única causa de las
protestas?
No es todo por la película
Sería un error ignorar la impopularidad de Estados
Unidos en el mundo árabe y musulmán, y atribuir la causa de los últimos
disturbios única y exclusivamente a la película contra el Islam.
Como indica Shadi Hamid, Director de Investigación
en el Centro Brookings, ‘Obama dice que todo esto es contra una película y no
contra la política estadounidense. La realidad es más bien lo contrario’.
He aquí algunos puntos que ponen en tela de juicio
ciertas generalizaciones:
1.-Libia: 11-S y respuesta a un ataque con drones
En Libia la intervención militar extranjera, con la
entrada de armas procedentes de países como Qatar, ha dejado una sociedad
tremendamente militarizada, con milicias armadas enfrentadas entre sí por el
control de algunos territorios, algunas de ellas islamistas, que recibieron
cobertura militar de las fuerzas de la OTAN.
El ataque contra la embajada estadounidense en la
ciudad libia de Bengasi se produjo en una fecha señalada: El 11 de septiembre.
Al Qaeda defendió dicho ataque -en el que fueron asesinados cuatro funcionarios
estadounidenses, entre ellos el embajador Cristopher Stevens- y lo justificó
como respuesta al asesinato extrajudicial de Abu Yehia al-Libi, número dos de
la organización, muerto en junio en un ataque estadounidense con aviones no
tripulados (drones) en Pakistán.
El modus operandi del ataque contra la embajada de
Bengasi hace sospechar que se trataba de una operación planificada con cierto
tiempo, y no de una reacción espontánea ante la difusión por Internet de la
película anti-islámica. Así lo han reconocido varias fuentes oficiales
estadounidenses.
2.- Tensiones en Egipto
En Egipto existen desde hace tiempo tensiones
políticas y sectarias, azuzadas estas últimas por sectores cercanos al régimen
de Mubarak que pretenden desestabilizar el país y airear el fantasma de la
guerra de religiones para reivindicar el regreso del régimen anterior.
Las propias fuerzas de seguridad egipcias -con un
Ejército que recibe al año 1.300 millones de dólares, la segunda mayor ayuda
que Washington invierte en unas Fuerzas Armadas extranjeras- han ejercido la
violencia contra cristianos coptos.
El capítulo más dramático, conocido como la matanza
de Maspero, tuvo lugar en octubre de 2011, cuando las fuerzas de seguridad
egipcias mataron a 28 manifestantes, la mayoría cristianos, en una clara
persecución contra esta minoría religiosa.
3.- Impopularidad estadounidense
Otra de las causas que no se deben olvidar para
explicar cualquier protesta en la región tiene que ver con la mala imagen de
Estados Unidos en una zona en la que Washington practica intervenciones
políticas y económicas ampliamente impopulares entre la población, así como
invasiones militares y asesinatos extrajudiciales con aviones no tripulados que
en los últimos años se han cobrado la vida de al menos 3.000 de personas,
muchas de ellas civiles inocentes.
4.- Guerra en Afganistán
En Afganistán está creciendo la oposición armada
contra las tropas ocupantes estadounidenses, en la que participan incluso
integrantes de las fuerzas de seguridad afganas que anteriormente fueron
entrenadas por Estados Unidos. Son ataques que se producen desde hace años,
mucho antes de la existencia de la película contra el Islam, y que en los
últimos meses se han recrudecido.
Reciente protesta en Egipto contra el FMI (Foto
cedida por Gigi Ibrahim) La invisibilidad de las protestas políticas laicas
El pasado 27 de agosto miles de trabajadores
egipcios salieron a la calle exigiendo salarios dignos y mejoras de las
condiciones laborales. Las fuerzas de seguridad abrieron fuego. Un joven de 27
años murió y varios más resultaron heridos. Sin embargo, el incidente pasó desapercibido
en la mayoría de la prensa occidental.
Tras ello, se han registrado nuevas protestas
políticas protaoginzadas por profesores, estudiantes, transportistas y obreros
en diversas fábricas del país.
'Mientras los medios de comunicación internacionales
siguen obsesionados con las manifestaciones contra la película, amplios
sectores del país están yendo a la huelga, pero nadie lo cuenta', protestaba
hace unos días el activista egipcio Hossam El-Hamalawy.
Los paros
laborales en diversos puntos de Egipto no han recibido atención en los medios.
Que unas 1.200 personas se concentraran en la plaza Tahrir contra la película
anti-islámica dos días después de las protestas frente a la embajada
estadounidense sí fue noticia.
¿Quién se beneficia?
'¿Quién se beneficia de esta película y de las
protestas contra la misma?', se preguntaba hace unos días, en su despacho de El
Cairo, el periodista egipcio Hani Shukrallah.
'Cada vez estoy más convencido de que la llamada
‘ira musulmana’ es una campaña orquestada y financiada con petrodólares, una
contraofensiva a las revueltas árabes', se contestaba a sí mismo en un artículo
en el diario Al Ahram online.
En los últimos días las conjeturas han corrido de
boca en boca en los países árabes.
'Quienes se benefician son los fundamentalistas
islámicos y los leales a los anteriores regímenes en Libia y Egipto, los que
apoyan a Mubarak y a Gadafi’, responde a eldiario.es la periodista egipcia
Sahira Amin.
'Cuantas más embajadas estadounidenses sean
atacadas, mayores posibilidades tendrá el candidato republicano Romney de ganar
las elecciones estadounidenses', advertía en la Red la bloguera egipcia
conocida como Suzee in the city.
El hecho de que las propias autoridades egipcias
hayan reconocido que algunos manifestantes recibieron dinero para protestar
frente a la embajada de EE.UU. ha servido para disparar todo tipo de
especulaciones.
'Los principales beneficiados de esto son los
enemigos de las revueltas de 2011, incluido Israel -afirma el periodista
Shukrallah- El objetivo de esta película era provocar reacciones violentas para
recuperar el viejo pincel racista y orientalista que barniza a menudo la imagen
del mundo árabe'.
Y añade: 'Lo triste es que siempre hay fanáticos
dispuestos a caer en semejante trampa'.
Protesta contra el gobierno y la Junta militar
egipcios. El Cairo, 1 septiembre 2012 (Gigi Ibrahim)
Unos pocos miles frente a millones
'No creo que la llamada ‘ira musulmana’ necesite
estar orquestada. Estamos hablando de unos pocos miles de manifestantes entre
los millones de árabes musulmanes que hay. Es normal...', ha señalado el
activista egipcio Tarek Shalaby.
También otros activistas han subrayado el carácter
minoritario de estas protestas y han lamentado los intentos que hay por
equipararlas con las revueltas de 2011. En los levantamientos populares del
pasado año participaron millones de personas, frente a los pocos miles -en
algunos países solo centenares- de manifestantes que han salido a protestar
ahora contra la película.
Aún así, el ala más conservadora del republicanismo
estadounidense, ayudada por varios medios de comunicación, ha tratado de
equiparar ambos fenómenos, dando a entender que aquellas demandas políticas y
laicas en las que se exigía ‘pan, libertad y justicia social’ se han
transformado en exigencias fundamentalistas islámicas.
Incluso más de un comentarista ha aprovechado para
defender una tesis que las revueltas de 2011 habían logrado expulsar del debate
público: Que Islam y democracia son incompatibles. Es decir, que los países
árabes musulmanes necesitan ser guiados por dirigentes de mano dura que acepten
las condiciones de las naciones occidentales.
El término ‘ira islámica’, acuñado por la revista
estadounidense Newsweek, se ha convertido en un hashtag en twitter, donde miles
de internautas del mundo árabe y musulmán arremeten contra la islamofobia y
comparten críticas al tratamiento informativo que los medios están haciendo de
una realidad que no es exactamente como se está pintando. La lectura de los
chistes que están surgiendo al respecto es muy recomendable.
'Ira musulmana', portada de la revista Newsweek El
film entra en la campaña electoral estadounidense
La película y los incidentes violentos que se
relacionan con la misma entran en escena en plena campaña electoral
estadounidense, y el Partido Republicano está intentando obtener rédito de
ello.
Oriente Medio se ha convertido, de hecho, en una
herramienta electoral contra el presidente Barack Obama, a quien los más ultras
han llegado a llamar ‘comunista’ o ‘musulmán’. El conservadurismo religioso y
republicano está dando fuelle a tesis reduccionistas y estereotipos centrados
en el choque de civilizaciones y religiones.
El candidato republicano, Mitt Romney, ha reprochado
a Obama ser demasiado blando con Egipto y ha criticado a la Casa Blanca por
haber condenado la película. El senador republicano Jon Kyl ha llegado a
comparar la condena al film con la actitud de quienes culpan a una mujer y no
al violador de haber sido violada.
Un productor
‘porno’ y un extremista de derechas
Detrás de la película antiislámica está Nakoula
Basseley Nakoula, quien en una entrevista se identificó como un israelí judío con
el sobrenombre de Sam Bacile. Posteriormente varias informaciones han indicado
que en realidad Nakoula es de origen egipcio, cristiano copto.
Nakoula contó con la ayuda del productor de
películas pornográficas Alan Roberts y de varios actores que creían estar
participando en un film sobre el antiguo Egipto y desconocían el contenido
islamófobo del mismo.
La película
ha sido defendida en Estados Unidos por el controvertido pastor de Florida
Terry Jones, el abogado cristiano Maurice Sadek y el activista cristiano
evangelista Steve Klein, un ex veterano de la guerra de Vietnam, islamófobo y
extremista de derechas, quien asegura que animó a Nakoula a hacer la película.
Mientras tanto, las autoridades estadounidenses
siguen investigando si hay alguien más detrás del film.
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