CARTA
AL DUEÑO DEL BALÓN. ANTONIO DE MIGUEL ANTÓN
Una de las cosas que más me sorprenden
cuando veo jugar a los niños, es como
intentan cambiar las normas del juego cuando pierden. Lo hacen por puro
interés, con el objeto de seguir ganando, de seguir mandando. Hay veces que
hasta deciden que como es suyo el balón,
se juega de la forma que ellos consideran oportuno. Y amenazan y meten miedo a
sus propios amigos con que el juego terminará mal- sin balón- si no se juega a
su modo y manera.
El juego democrático me recuerda mucho
al juego de los niños. Nuestros políticos son los dueños del balón y como ahora les hemos dicho que
estamos cansados de sus promesas incumplidas, de cambios que no llegan, de
reglas de juego injustas, de que malgasten dinero público a base de
enriquecimiento personal, de estatutos jurídico- económico privilegiados; vamos
de su estilo de juego, pues resulta que nos meten miedo, nos amenazan, con que
ponemos en peligro el juego democrático y el estado de bienestar de la
democracia. Vamos que si no jugamos a su manera, posiblemente, nos quedaremos
sin balón y sin juego. ¡Son como niños!
La enemistad y la antipatía que está
naciendo a la clase política, viene por la misma razón por la que detestábamos
y odiábamos a aquel dueño del balón, que quería imponer sus normas. Mi
distanciamiento y mi antipatía con ese niño, y con los que tenían el mismo
proceder, era muy grande. No escuchaba
nuestras demandas para mejorar el funcionamiento de aquel juego tan divertido.
No nos gustaba lo que veíamos, lo que sentíamos, a lo que jugábamos. Nos
cansaba los privilegios que poseía, por ser simplemente dueño del balón. Solo
queríamos seguir jugando, pero de una forma más justa y más libre. Con unas
normas iguales para todos. ¿Eso es tan peligroso?
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