PUNTAL
DE LA DEMOCRACIA
Carrillo ha sido una de las figuras
clave de la Transición de España a la democracia, como secretario general del
Partido Comunista de España. El PCE era conocido como El Partido, porque fue la
única organización política opositora que operó en el interior del país durante
la dictadura. Es curioso que dos personajes con tan escaso pedigrí democrático
como Fraga y Carrillo, fuesen tan importantes en los tres años que pasaron
desde la muerte del dictador hasta la aprobación de la Constitución.
El Santiago Carrillo desaparecido ayer
era un demócrata de pasado estalinista. El Manuel Fraga muerto en enero, un
demócrata de pasado franquista. En la biografía de Carrillo siempre pesará que
siendo responsable de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid durante la
Guerra Civil se fusiló en Paracuellos del Jarama y en Torrejón de Ardoz a miles
de presos a partir del 7 de noviembre del 36, tras el abandono de la capital
del Gobierno de la República, ante el empuje de las fuerzas rebeldes. Carrillo
siempre negó su participación, pero es difícil creer que, aunque no diera la
orden, no supiera nada.
Estalinista en los años 30, 40 y 50,
protagonizó la desestalinización de su partido desde su llegada a la secretaría
general en 1960, lo que no le impidió en el 64 expulsar a dos
"intelectuales cabeza de chorlito" (así los calificó Pasionaria) como
Claudín y Semprún. Se distanció de Moscú tras la invasión rusa de
Checoslovaquia en el 1968. Fundó el eurocomunismo con el italiano Berlinguer y
el francés Marchais. Y tras la muerte de Franco apostó por la democracia,
aceptó la monarquía y la bandera nacional y se convirtió en un puntal del débil
régimen naciente.
Pasaron muchas más cosas después. Una
matanza de abogados laboralistas, militantes del PCE, a cargo de la extrema
derecha en enero de 1977, enterrados de manera solemne, digna, sin un solo
altercado. La legalización del Partido en abril de ese año y un airoso
resultado en las dos primeras elecciones del 77 y 79. Fue uno de los tres
hombres (con el teniente general Gutiérrez Mellado y el presidente Suárez) que
no se tiraron al suelo el 23 de febrero de 1981, cuando un grupo de guardias
civiles al mando de Tejero secuestró al Gobierno y al Congreso. La debacle en
1982, con el arrollador triunfo del PSOE, acabó con su reinado en el partido:
22 años de máximo dirigente, un récord.
En lo personal ha tenido una vejez
lúcida, larga, y razonablemente buena hasta los casi 98 que ya tenía. Gran
conversador, tertuliano en la Cadena Ser, sus diálogos con antiguos adversarios
políticos como Herrero de Miñón y Martín Villa son una muestra perfecta de que
deja una España mucho mejor que la convulsa que vivió en los primeros dos
tercios de su larga vida. Larguísima, para un fumador empedernido, que encendía
un cigarrillo con la colilla de otro.
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