Las Vegas es conocida coloquialmente en
EEUU como “la capital del vicio” o, según algunos, “la capital del mal”,
expresión utilizada no sólo por los conservadores, sino también en bastantes
círculos progresistas. Y una de las causas de esta valoración negativa por parte
de los progresistas es el profundo anti-sindicalismo de la industria lúdica
basada en tal ciudad, junto con una gran discriminación en contra de los
trabajadores latinos, que representan una cuarta parte de toda la fuerza
laboral de tal industria lúdica. Las Vegas está hoy en medio de un gran
conflicto laboral, resultado del intento de los trabajadores de los casinos y
casas de juego de sindicalizarse.
En EEUU, la ley Taft-Hartley Act,
aprobada por el Congreso de EEUU en los años post II Guerra Mundial (a pesar
del veto del presidente Truman), resultado de una alianza entre el Partido
Republicano y los congresistas del Partido Demócrata del Sur de EEUU (la zona
más conservadora de aquel país) prohíbe a los sindicatos de EEUU comportarse
como sindicatos de clase. Es decir, que cada grupo de trabajadores (dividido en
miles de categorías) debe espabilarse por su propia cuenta, sin poder contar
con la movilización de otros grupos que tengan en común las mismas condiciones
de trabajo y las mismas reivindicaciones. Tal Ley debilita enormemente a los
sindicatos, como aparece ahora claramente en Las Vegas, donde, a pesar de la
gran simpatía a nivel popular que la movilización laboral para poder establecer
tal sindicato ha despertado, es muy poco lo que otros sindicatos pueden hacer
en su apoyo.
Es una lucha dura y enormemente
desequilibrada, pues frente a los trabajadores que intentan sindicalizarse hay
los grandes intereses empresariales de tal industria, financiados, por cierto,
por los grandes bancos (como el Deutsche Bank y JP Morgan entre otros), que
tienen a su vez gran número de cajas de resonancia mediática movilizadas para
desacreditar a los trabajadores. Uno de los ejes de la campaña anti-sindical es
acentuar que la sindicalización sería un desastre para los trabajadores y para
la industria (los trabajadores de la industria lúdica de Las Vegas están entre
los peor pagados en EEUU). El mundo empresarial envía mensajes a los
trabajadores, que rezan como sigue: “No pidas la sindicalización. No firmes la
petición a favor de la sindicalización. No pongas en peligro tu trabajo, sobre
todo ahora cuando, si miras alrededor de ti, verás que no hay otros puestos de
trabajo disponibles” (“Don’t sign a union card. Don’t put your job in jeopardy, specially when there
is no job outside”. Labor Notes. September 2012).
La movilización empresarial se
caracteriza por una gran brutalidad, que se ejerce con la complicidad de las
autoridades públicas y la policía estatal (150 personas ya han sido detenidas).
El Estado de Nevada, donde está situada Las Vegas, tiene como primer sector de
empleo el sector lúdico de tal ciudad, lo cual explica que existan relaciones
muy estrechas entre tal industria y las autoridades -llamadas representativas-
de aquel Estado (el Estado de Montana es uno de los pocos Estados donde está
legalizada la prostitución), y también, por cierto, del Estado central federal.
En EEUU, donde el proceso electoral está privatizado y las campañas electorales
son financiadas, en su mayoría, por fondos privados procedentes de grandes
empresas, la clase política está sumamente influenciada por los intereses de
los que la financian. El mayor propietario de Las Vegas, el Sr. Sheldon Adelson
(que quiere establecer Eurovegas en España), es uno de los mayores
financiadores del Partido Republicano. En el primer viaje que hizo el actual
candidato a vicepresidente de Estados Unidos, el Republicano Paul Ryan, máximo
exponente del Tea Party, fue a ver al Sr. Adelson, después de ser nombrado para
tal candidatura (la cual recibió una donación de respaldo de 100 millones de
dólares por parte de Adelson). Mientras, los trabajadores, liderados por los
trabajadores de la cocina de los restaurantes y casinos –el sindicato de los
empleados de las cocinas, Culinary Union, que tiene 55.000 miembros- continúan
presionando para poder tener el derecho de organizarse en defensa de sus
intereses.
Una última observación. Mucho se ha
escrito sobre los méritos y deméritos de establecer en España (bien en
Cataluña, bien en Madrid) un centro lúdico, referido en los medios como
Eurovegas, propiedad de la empresa del Sr. Adelson. En un momento de elevado
desempleo, es comprensible que tal desarrollo se vea por sectores de la
administración pública, tanto autonómica como municipal, con buenos ojos para crear
puestos de trabajo.
Ahora bien, en la evaluación de los pros
y los contras de este centro debería también tenerse en cuenta su impacto
económico, laboral, social y político. La industria de la cual la empresa
Adelson es un importante componente, es conocida por sus posturas profundamente
conservadoras, siendo uno de los principales financiadores del Tea Party –la
ultraderecha estadounidense- y uno de los mayores proponentes de las medidas
económicas sumamente reaccionarias propuestas por tal movimiento (favorable a
la eliminación de la universalización de los derechos laborales y sociales),
incluyendo su oposición a la sindicalización de sus empleados y trabajadores.
Tal postura, bien conocida en EEUU, reforzará, sin lugar a dudas, a la
ultraderecha en España, pues es característico del comportamiento de tal sector
intervenir activamente en el contexto político donde su ubica para optimizar
sus beneficios empresariales que considera unidos a la promoción de su ideario
político. Su decisión final dependerá, en gran manera, de la afinidad política
del Sr. Adelson y Co. con las autoridades gubernamentales del lugar de su
ubicación. Sería un error que las fuerzas progresistas apoyaran tal proyecto.
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