FELICES A NUESTRA MANERA. JOSÉ MANUEL BELMONTE


FELICES A NUESTRA MANERA                               
        Después de un día, especialmente mágico, como es el día de Reyes, me encontré  un amigo particularmente  cabreado con la situación política del país.

-Deja  de amargarte la vida con eso. Hasta que vuelvan a pedirte el voto podías olvidar un poco.  Seguro que para entonces habrás decidido no volverles a votar, o cambiar el destino de tu voto. No te digo que calles, sólo que hables cuando hay que hablar.

-Pero es que hay gente que me busca las cosquillas. Esta mañana mismo…

-Y tú, que eres un masoquista entras al trapo como los miuras.

-¿Qué soy… qué?


-Un masoquista, como muchos españoles.  Un  masoquista  es “la persona que disfruta con un pensamiento, una situación o un hecho desagradable o doloroso”.

-Yo disfruto hablando de lo que hay. Si no me quejo de ello ¿de qué voy a hablar?

-Venga, vamos a tomar algo aquí mismo. (Entramos en un Centro de Recreo. Había algunas personas leyendo la prensa mientras tomaban algo).  Al volver la cabeza hacia los que estaban sentados, me llamó la atención una coincidencia. Alguien tenía un diario abierto de un ejemplar atrasado de La Razón, del día 5 de enero. Un titular: “A los españoles  nos va mucho la tragedia”,   de una entrevista a Luis Rojas Marcos.   Lo curioso es que de espaldas a nosotros, otro vecino leía El Mundo de esa mañana,  día 7.  El titular destacado era: “El instinto de felicidad funciona incluso en las situaciones más difíciles”. Palabras del mismo Luis Rojas Marcos, en otra entrevista. Me volví hacia mi amigo y le dije, ¡fíjate, justo lo que veníamos hablando!  ¡Nos va la tragedia, pero somos felices! Nos acercamos para entablar conversación con los lectores, que eran viejos conocidos.

Por lo visto, el psiquiatra español, residente en Nueva York, estaba  de  paso por España para promocionar su último libro “Secretos de la felicidad”  y había concedido sendas entrevistas. Ante la pregunta del periodista, de por qué escribe sobre la felicidad,  Rojas respondía que el optimismo, la felicidad  y las cualidades positivas influyen en la curación de las enfermedades.

-Ese tío, viene a hablar de felicidad, en plena crisis. Pero él vive en América.

-¿Qué tiene que ver una cosa con la otra, hombre? El afirma algo muy importante, “que la felicidad está en los genes”.  Eso  quiere decir que está al alcance de todos, y no es sólo para ricos o para situaciones de prosperidad, o para países privilegiados. Una vez que las necesidades básicas están cubiertas, cualquiera, puede ser feliz. No hay más que  fijarse en los niños.

-Decirlo es  fácil, pero  la vida es dura, y los políticos, los impuestos y la corrupción, están ahí para amargarla.

-Tampoco exageres.  Es cierto que aquí hay mil huelgas diarias, pero los bares, los restaurantes y los estadios de futbol están llenos. ¡Solo se amarga el que quiere!, que no son muchos.

-El paro, los desahucios, la corrupción y todo lo que tú quieras, son reales y no se pueden negar.

-Vale, pero ni son generales, ni creo que sean situaciones permanentes. Por lo que yo he leído hasta que habéis llegado, Rojas Marcos, dice que la esperanza está en los genes, y también, que la ilusión y el instinto de superación son la mejor baza y la mayor protección, para salir delante de una situación personal desfavorable. Eso me parece interesante.

-Es decir, que se puede salir y no hay que ser masoca. Y tú que eres del Atleti, lo deberías saber, por experiencia.

-Sí pero,  los crímenes y los suicidios…

-Es cierto que  los maltratos y los suicidios, son  el fracaso de la felicidad. Pero hay medios de prevenir las situaciones que provocan la desesperación. Y hay servicios de denuncia, de ayuda, de búsqueda de horizontes más favorables.  La felicidad, pese a todo, es una realidad, no un sarcasmo. Nos ayuda a sentirnos menos mal, incluso en tiempos o situaciones muy duras. Cuando la felicidad está amenazada, crecen los cambios, las adaptaciones e incluso la emigración. La juventud intenta buscarse la vida.

-Pues las noticias que nos llegan diariamente no son nada optimistas.

-Dicen que los pensamientos negativos ayudan poco. Pero los periodistas, en general, son pesimistas y saben que eso vende, cierto, pero ellos “son optimistas viviendo”. Hay mucha gente a quien le aburren las noticias buenas. Como lo que importa es la audiencia, hay programas televisivos que encadenan al morbo, a las noticias más duras, y mantienen la atención del público durante meses y meses.

-Es verdad.  Pero  si preguntas a los presentadores, - ellos y ellas-, y los espectadores de esos programas, responderían  que son felices, e incluso se darían una puntuación alta en felicidad. Es así en  todos los países. Siempre intentamos sentirnos bien. Es lo natural.

-Sin embargo tú y yo y los espectadores todos, sabemos que lo que nos hace felices es apartarse de lo que les hace daño.  Sin embargo muchos se clavan en la tele y ven lo que le gusta a la mayoría. La felicidad no tiene nada de pasivo.  Es un sentimiento placentero, apacible y de satisfacción en la vida, y eso está cerca de la familia,  de la amistad y de hacer algo por alguien.

-Déjate de tonterías eso es una utopía.

-Si quieres decir que es irreal, no.  Pero si entiendes la Utopía como el principio  del progreso o el motor del cambio, estoy de acuerdo.  Y no estoy defendiendo a Rojas Marcos, ni a sus ideas. Yo hablo de mi  experiencia. Aquí, hay miedo a decir que “uno es feliz”.  En América, no. Lo he podido comprobar, incluso en países menos desarrollados, o más pobres. Con pocos  medios, e incluso con menos dinero que los norteamericanos, la gente afirma que es feliz, está alegre, ríe y canta.  Eso lo he visto y lo he escuchado yo, en otros países. Es un poco cuestión de autoestima.

-O sea que… ¿en esos países no había gente deprimida?

-Pues claro que la había y, la habrá. Lo mismo que la hay aquí y en Estados Unidos.  Pero, incluso de los estados de depresión se puede salir. Y a esas personas se les puede ayudar. Hay que encontrar puntos o parcelas en que la autoestima pueda crecer y encarar con esperanza el futuro, la vida. No hay que sentarse en el fondo del pozo. Hay que salir. El mismo ejercicio es importante.

-Espera, espera, una persona sin trabajo, ¿puede ser feliz?

-Tú lo que quieres es pillarme. Pues tengo que decirte que, depende.  Tal vez si le preguntas  a él, te llevarías una sorpresa.  Tal vez te responda, como dice Rojas Marcos: “Aunque no tengo trabajo tengo la suerte de que mi familia me ayuda, y me entiende, y también me he organizado mi día, hago deporte, leo más... Del cero al 10, estoy en un 6. El instinto de la felicidad funciona incluso en las situaciones más difíciles. Nacemos con esa necesidad de sentirnos bien. De forma instintiva echamos mano de protectores”. Estamos aquí para ser felices y para aprender y para ser solidarios.

-Eso se dice muy bien. Tú no tienes trabajo, pero tampoco lo necesitas, porque estas jubilado. Por eso hablas así.

-Sí, estoy jubilado, pero soy capaz de pensar y de ser  solidario. Y afirmo que el salir de casa, el contacto con la gente, y  la apertura son importantes. Podemos salir de la crisis como personas y como nación. Y lo vamos a hacer, y si hace falta echar una mano hay que hacerlo. Dicen que nacemos con la necesidad de sentirnos bien. Pero además buscamos eso mismo para nuestros hijos. El premio de la felicidad, como el de la libertad, es importante.

-Yo también creo que cuando uno no se encierra con su resentimiento y  no deja que se apodere de él el rencor, o el fanatismo, es más capaz de ver salidas. Recuerdo una frase, que me parece era de  Abraham Lincoln, creo que decía: “la gente es capaz de ser feliz cuando abre su mente”.

-A lo práctico.  Tiene que responder cada uno, si os parece. ¿Tú eres feliz o no? Feliz de 5 a 10 y lo contrario de 0 a 4.

- Pues yo, 7.

-Yo me pondría 8.

-Yo 6,5

-Pues yo, 7,5.

-Bueno, pues no está mal la puntuación, a pesar de la crisis, los recortes, y la situación política.

-Eso quiere decir, que… para ser felices “pasamos” mucho de política, ¿o no?

-Y en el fondo, que la herramienta para ser felices, es hablar, comunicarse con los amigos, e incluso escribir, como hace Rojas Marcos. Y darse algún capricho de vez en cuando. Seguro que es una forma de aclarar las dudas y ver alguna ventana abierta cuando se cierra una puerta.

-Brindo por eso.

-Toma, y yo. (Es el camarero, que ha seguido con interés nuestro debate).

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