FÚTBOL NO ES FÚTBOL. JAVIER GÓMEZ


FÚTBOL NO ES FÚTBOL
No es la primera vez que el Málaga o el jeque, lo mismo es, se ofrecen a comprar La Rosaleda por un precio simbólico. En enero de 2011, este periódico publicó el documento de la primera propuesta a las tres instituciones propietarias (Junta de Andalucía, Diputación provincial y Ayuntamiento). En los cuatro folios enviados a las administraciones, el club ofrecía pagar "el precio en su día abonado por la compra de dicho estadio actualizado a la fecha de formalización de la correspondiente escritura pública en el IPC general que cada año hubiera sido fijado desde su adquisición". Casi 3,3 millones de euros -el estadio, obsoleto, costó 350 millones de pesetas en 1995-. Teniendo en cuenta que los tres organismos públicos invirtieron luego en su reconstrucción completa 36 millones de euros, y que las plusvalías de aquel suelo previstas en el nuevo PGOU se calculan entre 20 y 30 millones de euros, aquella oferta podía considerarse simbólica, aunque al menos en aquellos documentos había una cláusula por la que el club se comprometía a cambio a construir un nuevo estadio de 45.000 localidades. Se hablaba del Catar Stadium, e incluso de vez en cuando se filtraban unos bocetos de colores para ilusionar al personal.


Tras el escándalo que supuso el precio de saldo que Al-Thani pretendía abonar por un estadio con apenas cuatro años de uso desde su inauguración, el club se apresuró a negarlo todo, pese a la prueba innegable que constituían los documentos con su membrete oficial. Era el principio del romance, cuando todo lo referido al jeque era un misterio pero prácticamente todo el mundo salivaba en esta ciudad, en esta provincia y en esta comunidad al olor del dinero que se le intuía al magnate. Con una llamada, no él, sino su secretario, el ahora desaparecido Abdullah Ghubn, consiguió lo que no habían logrado los grandes problemas de esta ciudad: reunir en torno a una mesa -y en su despacho de La Rosaleda- a los responsables políticos malagueños. Una foto para el recuerdo.

El jeque, previo pago al lobby sevillano de turno, también consiguió un encuentro con el presidente de la Junta y con varios consejeros. En la cita en San Telmo les trasladó su interés por hacer del puerto de La Bajadilla un segundo Banús, pero los cargos autonómicos le recordaron que habría un concurso público al que podía presentarse, como todo el mundo. Lo haría de la mano del Ayuntamiento de Marbella y, lógicamente, ganó. Casi dos años después, la Junta no para de ponerle multas a la empresa de Al- Thani por impagos e incumplimiento de los compromisos firmados; el Consistorio de Marbella, que nunca debió de ser socio, poco menos que insinúa que el Gobierno andaluz debería prevaricar o saltarse a la torera los pliegos del concurso público -a eso se refiere el equipo de gobierno de Ángeles Muñoz cuando pide "flexibilidad" con el jeque-, el Ayuntamiento de Málaga se ha cansado de pedirle al Málaga CF que redacte el proyecto de la Academia y el plan especial de los suelos de Arraijanal, y el alcalde se ha entrevistado dos veces con el embajador de Catar -suponemos que para preguntar de qué va este hombre-. Pero no importa, en las charlas de barra de bar, en las gradas del estadio, el sentimiento generalizado es que el empresario catarí se ha cansado del Málaga, ha dejado de invertir y lo ha convertido en uno de los clubes más morosos de Europa, porque se ha hartado de los obstáculos de las administraciones públicas. ¡Cuando en realidad éstas le han puesto una alfombra roja!

Cuesta, y mucho, encontrar alguna buena noticia en este 2012 que ahora despedimos. Las únicas las ha proporcionado el Málaga C.F. en los campos de juego, con una temporada histórica. Miles de aficionados han disfrutado de la obra de arte futbolística que ha creado Manuel Pellegrini con los fichajes que permitió el jeque, aunque luego muchos no se pagaran en tiempo y forma.

En los despachos, sin embargo, el Málaga no ha parado de dar disgustos. El último, y gordo, la expulsión de las competiciones europeas por un año por parte de la UEFA por sus reiterados incumplimientos. El castigo puede parecer desproporcionado, pero el Málaga está pagando ahora sus deudas gracias al dinero percibido de la Champions. Y formó una plantilla que le permitió disputar la Liga de Campeones sin pagarla íntegramente. Parece una evolución deportiva del esquema Ponzi: compras sin pagar tu viaje y tu entrada al casino y pretendes devolver el dinero con las ganancias que logres en la ruleta. Pero si pierdes...

Ahora el club blanquiazul ha vuelto a plantear la compra del estadio de La Rosaleda a las instituciones a un precio "simbólico", según su director general. Vicente Casado vincula a esa compra-regalo la viabilidad de la entidad, que, según sostiene, necesita activos y patrimonio para hacer frente a las adversidades. Para hacer frente a las deudas y posibles futuros préstamos, quiere decir. O sea, que si el jeque mantiene sus costumbres de mal pagador, los bancos acabarán quedándose con La Rosaleda y quizás tengamos un desahucio deportivo para llenar los telediarios.

Como malagueño empadronado en la capital, como residente en la provincia y como andaluz que paga aquí sus impuestos, me corresponden 31,5 euros de los 39 millones que se gastaron las instituciones en La Rosaleda. Yo soy dueño del estadio. Como usted. Como cualquier malagueño o andaluz. Tanto o más que Griñán, Alonso y De la Torre. Algo que no deberían olvidar los dirigentes políticos que supuestamente nos representan cuando acudan nuevamente prestos a la llamada de club, cuando sucumban otra vez a la demagogia y al populismo, cuando vuelvan a hacer el ridículo como el que han hecho firmando un manifiesto sin saber muy bien contra qué firmaban. Aunque sí sabían que firmaban contra Hacienda. Que somos todos, o eso nos dicen.

Con 39 millones de euros se pueden dar muchos menús, muchos días, a los que hacen cola en los comedores sociales; se pueden evitar muchos desahucios, se puede contratar a mucha gente parada, financiar bastantes proyectos de investigación y spin-offs universitarios, abonar las nóminas de muchos cuidadores de dependientes, incluso lo que se debe a las guarderías y colegios concertados desde la Junta. También acelerar el pago a proveedores o incluso, por qué no, abonar muchas pagas extra de funcionarios ahora eliminadas.

Algo así quiso decir el otro día en Twitter el humorista malagueño Dani Rovira, tras dar un maratón solidario para recaudar fondos para distintas ONG e incluso participar en la entrega de alimentos en Nochebuena de Los Ángeles de la Noche: Tenemos muchos problemas más importantes y nadie se mueve tanto por ellos. Lo crucificaron.

Si ya fue cuestionable que se gastara tanto dinero público en un estadio para una sociedad anónima, resultaría inadmisible que ahora se regalara. Aunque sea por Navidad.

FUENTE: MÁLAGA HOY

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