CAMBALACHE, MÁS QUE UN TANGO
Aunque Cambalache es un tango
argentino compuesto en 1934 por Enrique Santos Discépolo para la película “El
alma del bandoneón”, me interesa, la palabra, de la que tomo el título, y
también el texto. Cualquiera puede saber que, con distintas parejas, el baile se repite muchas veces aquí y allá,
día tras día, año tras año, siglo tras siglo.
El baile del hombre y la mujer, o de la
mujer y el hombre, con sus luces y sombras, amores e infidelidades, sueños y
caprichos, libertad y poder, desafío y opresión, cuerpo contra alma y alma
contra carne, se mire por donde se mire, sigue siendo un cambalache.
Por eso, del tango aquel me interesa el
nombre, y su significado. “Cambalache”
es desorden, mezcla confusa de cosas o de objetos. Es equivalente a trampa,
chanchullo. Sin música y sin arte, seguro que
lo ven ustedes cada día, a este lado del mar y al otro, en estamentos
públicos y privados. Reconocerán que hay mucho cambalache. No es lo mismo, pero
a veces, se confunden.
“Es lo mismo
el que labura
Noche y día
como un buey,
Que el que
vive de los otros,
Que el que
mata, que el que cura,
O está fuera
de la ley...”
Que un pueblo olvide la dignidad y
otorgue su voto a acosadores, ladrones, y corruptos… Que los elegidos en las
urnas por unas siglas, por un partido y un programa, por la ambición, por
pactos o prebendas, se olviden de sus promesas, sus vecinos y sus siglas…Que
cambien de partido, se atropelle el derecho del más débil, que se llame negro a
lo blanco, y que las victimas aunque ganen la batalla judicial, perezcan o se
tengan que exiliar, es que la sociedad está enferma o se lo debe analizar.
“Igual que
en la vidriera
Irrespetuosa
De los
cambalaches
Se ha
mezclado la vida”.
Que los administradores infieles y
corruptos pidan indemnizaciones o sigan en su silla de por vida, cobrando la
sangre de los pobres… que los jueces se disputen causas debido al relumbrón
mediático…, que anden libres los
ladrones y asesinos, que salga el terrorista de la cárcel sin cumplir sus
penas, y que los bien-pensantes pidan legalización y amnistía para ellos...más
que absurdo, es un atropello, un cambalache.
“Si uno vive
en la impostura
Y otro roba
en su ambición,
Da lo mismo
que sea cura,
Colchonero,
Rey de Bastos,
Caradura o
polizón.
¡Qué falta
de respeto,
Qué
atropello a la razón!
Cualquiera
es un señor,
Cualquiera
es un ladrón...”
Que se desangre, quiebre o desintegre
una nación, se persiga la lengua del estado, se recorten bienes sociales y se
aprueben, a capricho de unos pocos, reformas y leyes que consagran
desigualdades entre los pueblos o derechos de unos sobre otros, con el apoyo de
partidos que dicen una cosa en una ciudad y lo contrario en otro lugar del
territorio, parece un baile desquiciado
de ciudadanos deshonestos, tarados o malnacidos.
“Siglo…,
cambalache
Problemático
y febril...
El que no
llora no mama
Y el que no
afana es un gil”.
Que todo sea una danza de hombre y de
mujer, un juego de tener y poseer, de ser más y no de ser. Que en las pruebas
de selectividad para Maestros, los aspirantes (ellos y ellas) mayoritariamente,
no sepan responder preguntas de cultura exigibles a niños de 12 años, es…para
desgarrar el alma de “bandoneón”. ¿Qué hemos hecho si se baja de nivel de la
enseñanza, para que no haya tantos suspensos, y
nadie se preocupa de aprender?
“Hoy resulta
que es lo mismo
Ser derecho
que traidor,
Ignorante,
sabio o chorro,
Generoso o
estafador...
¡Todo es
igual!
¡Nada es
mejor!
Lo mismo un
burro
Que un gran
profesor”.
Cambian las parejas, las leyes, los
actores, los tiempos, los lugares y las notas, lo que se llevan unos, lo que
consienten otros, lo que sabemos pero
creen que nunca se va a saber, lo que sufren con todo eso los de siempre. La
misma música terrible del tango argentino ¿del siglo pasado? No. El cambalache sigue, cruza los mares,
las fronteras, y aún suena… aquí y ahora. Sin embargo, aún es posible la
utopía…
“¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!”
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