¿QUÉ HAY DETRÁS DEL PARO JUVENIL?
La tasa de
paro juvenil en nuestra economía (52,3% al finalizar el tercer trimestre de
2012 55,1 al finalizar el cuarto trimestre de 2012) causa alarma con razón y
refleja un problema económico dramático. Pero creo que se desenfoca cuando es
analizada.
Lo primero
que hay que tener en cuenta es que su magnitud depende de la forma de
definirla.
La más
difundida (de donde sale el 52,3% aludido) resulta de dividir el número de
parados, en este caso menores de 25 años, entre la población activa de esa
edad, siendo ésta última la que se encuentra o empleada o parada y buscando
activamente empleo.
Sin embargo,
también se puede definir de otro modo: dividiendo la población desempleada por
la población total de una determinada edad.
La
diferencia está en que siguiendo el primer procedimiento el denominador es más
reducido, porque quedan fuera los jóvenes que están estudiando o que no buscan
trabajo por alguna razón. Y, por tanto, en igualdad de número de parados, la
primera tasa será siempre bastante más alta mientras que utilizando la segunda
definición se obtiene una tasa más baja (del 23,4% en el mismo tercer trimestre
de 2012 el 22,6 el cuarto trimestre de 2012).
En el caso
de los jóvenes, utilizar la primera parece bastante inadecuado, porque lo
normal e incluso lo conveniente es que una gran proporción de ellos y ellas se
dediquen a estudiar y formarse.
Aunque en
cualquier caso no se puede decir que una tasa del 23,4% 22,6% sea aceptable
creo que sí conviene tener en cuenta lo anterior para entender que el problema
no es tan desmesurado como se plantea.
A mi juicio,
el asunto gravísimo que hay detrás del paro juvenil radica en otros tres
fenómenos.
El primero
es que la población juvenil no se dedica a adquirir formación en toda la
proporción en que se sería deseable.
El segundo,
que una gran parte de la población juvenil escolarizada no está adquiriendo los
conocimientos y habilidades que le podrían proporcionar los mejores recursos
para encontrar empleo o para crearlo el día de mañana.
El tercero,
que los jóvenes empleados están fundamentalmente especializados en dos tipos de
empleos. Unos, los de condiciones muy precarias y desalentadoras, recibiendo
como media el 47% del salario medio total, que empobrecen y desalientan la
especialización y la movilidad social y que incluso desincentivan la
incorporación al mercado laboral. Otros, son los que abundan en momentos de
expansión (como ha sucedido en la época de la burbuja inmobiliaria) pero que
también tienen un efecto perverso, porque retiran de la formación a muchos más
jóvenes de los deseables pero sin vincularlos a la ocupación de forma
permanente sino solo en función del ciclo. Razón por la cual terminan siendo,
al mismo tiempo, una fuente a posteriori de desempleo y de generación de población
sin apenas formación alguna.
La
combinación de esos tres fenómenos es la que provoca el mayor problema juvenil
de nuestra época que yo creo que no es solo el de la cuantía del paro sino el
de la existencia de una juventud desalentada, sin horizontes, equivocadamente
orientada en lo académico y lo laboral y empobrecida justo cuando empieza a
trabajar. Y en el corazón de este drama social se encuentran los llamados
ni-ni, los jóvenes que no están ni en un sitio ni en otro, que en estos momentos pueden ser más o menos uno de cada
cinco de los que tienen entre 16 y 24 años y uno de cada tres de los que se
están entre 25 y 29 años.
Si se
tratase de un problema de falta de empleos (que en cualquier caso lo es) lo
necesario sería hacer mucho más igualitaria la pauta de distribución de la
renta para aumentar el mercado interno y así incrementar los recursos
productivos y la demanda efectiva. Pero como se trata de algo más, es
imprescindible también poner en marcha otro tipo de políticas dirigidas a
empoderar y a enriquecer cultural, profesional y personalmente a estos millones
de jóvenes que ahora, malempleados, estudiando la mayoría sin decisión ni
confianza o simplemente dejando pasar el tiempo, constituyen el gran vacío
social de nuestra época, una especie de agujero negro donde podemos acabar
destruyéndonos. Y lo grave del caso es que los gobiernos no están haciendo ni
una ni otra cosa, sino justo todo lo contrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario