QUERIDO PROFESOR
Si estás
leyendo esta carta, querido profesor, quizá haya encontrado un medio de
comunicarme contigo. Soy esa adolescente que se sienta en la primera fila,
atiende durante la clase y levanta la mano para preguntar dudas, aunque siempre
te hagas el despistado. ¿Qué si la novela me aportó más información que la
aportada por ti y el libro de texto? Hombre, teniendo en cuenta que el manual parece
redactado por un alumno de Primaria, y que tus explicaciones eran escasas y
desganadas, pues sí, me aporto lo de siempre: las ganas de ir a la biblioteca.
Porque, a pesar de todos tus intentos por ahogar mis ganas de aprender y
comprender, sigo visitando esos edificios donde guardan tantos libros, y me los
prestan, y los leo, y, quieras o no, voy a adquirir cultura y conocimentos.
Querido profesor, por fortuna hay pocos como tú, y aunque hayas perdido la
ilusión, no te preocupes, yo no pienso tirar la toalla y, quieras o no algún
día pagaré gustosa tu jubilación.
FUENTE:
SEMANAL XL
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