CARTA DE UN MÉDICO ESPAÑOL
Ayer estuve
de guardia en mi hospital público. Por la tarde me llama la residente de puerta
para que vaya a valorar a una paciente que acababa de llegar. Me encuentro a
una mujer de 45 años con mal aspecto, dolor abdominal, muy delgada…
Tras la
exploración y la ecografía le diagnostico un casi seguro cáncer de ovario avanzado.
Hay que hacerle todas las pruebas urgentes, así que le doy los volantes para
que la citen y sea vista hoy mismo en la consulta de oncología ginecológica,
como hacemos siempre...
Se me
olvidada contaros un pequeño detalle: la mujer se llama Irina y es rumana.
Perdió su trabajo hace un año y con él, hace poco su tarjeta sanitaria. Ese
detalle no lo tuve en cuenta ayer hasta que me avisaron de la Admisión de
pacientes para decirme que no la pueden dar cita para ninguna prueba ni
consulta ya que no tiene tarjeta sanitaria.
Irina no
podrá ser operada en ningún hospital público español y si no me he equivocado
en el diagnóstico, morirá sin atención médica en menos de un año.
Infinita la
impotencia, infinita la rabia. No puedo olvidarme de su mirada al intentar
explicarle lo inexplicable.
Me niego a
mirar para otro sitio cuando sucede una monstruosidad como esta.
ME NIEGO A
CALLAR.
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