NOTICIAS DE CHINA
Llegan buenas
noticias de China. ¿Han decidido los dirigentes chinos dejar de controlar
internet? Nada de eso. ¿Han purgado a los líderes que se están enriqueciendo,
junto a sus familiares, a la sombra del poder totalitario? En absoluto.
¿Cierran sus fábricas contaminantes y dejan de destrozar ríos y paisajes? Qué
va. ¿Van a parar de inundar los mercados del mundo con productos falsificados y
elaborados en condiciones de semiesclavitud? Ni mucho menos... aunque esto
último se aproxima, mediante un rodeo en el tiempo, a la bondad noticiera a la
que me refería al principio.
La novedad
de la actualidad china, que seguramente la mayoría de los chinos desconoce aún,
es que una oleada de conflictos laborales recorre el país. En 1999 se
contabilizaron 200.000 conflictos de carácter laboral; en 2008 se acercaron al
millón. Las huelgas se repiten por todas partes y tienen un denominador común:
se hacen para reivindicar más salario y para cambiar las condiciones de
trabajo. Por supuesto, estas huelgas son ilegales -¿de qué van a protestar los
obreros en un país comunista en el que es la clase obrera la que está
oficialmente en el poder?- y son a menudo reprimidas por la policía y el
ejército. Por supuesto, los sindicatos están prohibidos, pero los trabajadores
han comenzado a organizarse por su cuenta. "La mayoría son asociaciones
espontáneas que surgen en grandes empresas fruto del descontento generalizado
de la plantilla", ha dicho un activista en El País. Perdonen el
atrevimiento, pero creo que fue así como echó a andar, durante la dictadura
franquista, uno de los grandes sindicatos españoles (Comisiones Obreras).
Y qué tiene
de buena noticia eso de que se tensione y desestabilice la gran superpotencia
china, preguntará más de uno. Ahí voy yo: mantengo desde hace tiempo que el
gran cambio que se necesita en el mundo occidental para reequilibrar las
relaciones entre capital y trabajo no se producirá por una improbable rebelión
interna de los precarizados trabajadores de aquí, sino por que millones de
trabajadores chinos -y brasileños, indios, mexicanos, etcétera- se subleven y
conquisten lo que aquí hemos ido perdiendo en los últimos años: trabajo
estable, salario digno, vacaciones, sindicatos no domesticados... Producirán a
coste más elevado y harán así que nuestra economía pueda competir con la suya.
Tengo que
confesar que esta hipótesis mía aún está lejos de confirmarse. Tan lejos como
la presunción de que una dictadura que desarrolla a su país por fuerza acaba
dando paso a la democracia. Todavía no pasó en China.
FUENTE:
MÁLAGA HOY
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