EN EL EXTERIOR, ESPAÑA. JOSÉ AGUILAR


EN EL EXTERIOR, ESPAÑA
La Junta de Andalucía y el Gobierno de la nación están negociando un acuerdo para que algunas oficinas de la Agencia Andaluza de Promoción Exterior se integren en la red que el Instituto de Comercio Exterior mantiene en el extranjero. Con eso Andalucía no perderá nada de autonomía y los contribuyentes se ahorrarán duplicidades, es decir, gastos innecesarios. Todos contentos.

¿Habrá algo más normal que el hecho de que las comunidades autónomas que necesiten presencia en otros países la tengan utilizando las sedes, el personal y los recursos que el Estado financia en cada nación? Vale también para las representaciones diplomáticas: ¿a cuento de qué hemos de aguantar, y costear, la proliferación de embajaditas autonómicas allí donde existen y funcionan embajadas de España que, en principio, defienden los intereses de todos los españoles, pertenezcan al territorio al que pertenezcan? A cuento de las ínfulas y megalomanías de algunos virreyes autonómicos y del no querer ser menos de los restantes virreyes.


El Gobierno se ha decidido a poner coto al expansionismo diplomático de las autonomías partiendo de una premisa inobjetable, a saber, que la Constitución reserva al Estado las competencias exclusivas sobre la política exterior. Prepara un proyecto de ley que le facultará para emitir un informe, no vinculante, antes de que cualquier comunidad autónoma abra oficina propia en un país extranjero, y obligará a los gobiernos autonómicos a comunicar al Ministerio de Asuntos Exteriores sus propuestas de viajes, intercambios y otras actuaciones de proyección exterior y a atender las recomendaciones de este departamento.

Como era previsible, la iniciativa del Gobierno ha sido inmediatamente rechazada por Artur Mas -¡por quién si no!-, como una muestra más del nacionalismo "rancio" español que impulsa la recentralización del Estado y, más en concreto, el boicot a la internacionalización del proyecto soberanista de Cataluña que ha impulsado la Generalitat. Pura manía persecutoria, vamos. Con lo fácil que es entender que una representación del Estado español con todo sus avíos resultará más útil y fructífera para Cataluña, y para todas las comunidades, que una minirrepresentación a cargo de una parte del Estado.

Celebro que Andalucía no haya seguido ese camino. Hay cosas en las que es mejor ser cola de león que cabeza de ratón.

FUENTE: MÁLAGA HOY

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