PATRONES
San
Francisco de Sales vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII, hizo vida
pastoral en los Alpes, allí en la frontera entre Francia y Suiza, entre Annecy
y Ginebra. Es patrón de los periodistas desde el siglo pasado, así lo ordenó
Pío XI. San Francisco de Sales combatía el calvinismo con una profusa obra
epistolar diaria con temática moral. De ahí el patronazgo, el periódico como
tal aún no existía, aunque las bases sí ya estaban puestas.
Ayer era el
día de San Francisco de Sales. Es mal momento para el periodismo en general
justo cuando más demanda de información existe. La crisis se ha llevado por
delante muchos miles de puestos de trabajo, pero escudarse en la economía es
como quejarse siempre del árbitro. También se han hecho muchas cosas mal que no
se han sabido reconocer, atajar o corregir. Al desprestigio de la profesión
hemos contribuido los periodistas y los medios. Aprendí a leer con un
periódico, el que había en mi casa o en la de mi abuelo, quizá de ahí venga que
un día quisiese dedicarme a esto. Entonces debía esperar un día y medio para
saber cómo habían quedado los Bulls de Jordan y hoy se puede ver cualquier
partido de la NBA en directo.
Los tiempos
han cambiado y aún no se ha digerido. La precipitación por ofrecer primero una
noticia permite situaciones grotescas. Aunque, paradójicamente, las portadas de
papel siguen marcando agendas y provocando convulsiones. Esta última semana es
un buen ejemplo, hay varios ejemplos. Ayer, el presidente de una de las mayores
instituciones deportivas del mundo, que rara vez comparece públicamente, salió
a desmentir, expresamente, una portada de periódico.
El
periodismo, recuerda la RAE, es la "captación y tratamiento, escrito,
oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera de sus formas y
variedades". Muchas veces se olvida el motivo original de esto. Y no sólo
ha llegado el periodismo hooligan, también el lector o comentarista de noticias
en internet hooligan. Si no se escucha lo que se quiere, a atizar. La
autocrítica no sólo debe aplicarse al periodismo. Lo triste es que hay seis
millones de parados. Y parece que no pasa nada.
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