LA ESPERANZA FRUSTRADA. JESÚS MARTÍN OSTIOS.


 LA ESPERANZA FRUSTRADA. LA II REPÚBLICA
En abril de 2007 se cumplieron 76 años de la proclamación de la II República en España. En la actualidad el debate entre los partidarios del régimen republicano y sus detractores continua siendo muy amplio: es mucho lo publicado al respecto y desde diversas posiciones ideológicas: Hugh Thomas, Stanley Payne, Gabriel Jackson, Ronald Fraser, Javier Tusell, Juan Eslava Galán, Pío Moa, César Vidal, Ricardo de la Cierva y un largo etcétera.

No se trata aquí de llevar a cabo un análisis pormenorizado sobre lo que fue la II República, y si de reivindicar un periodo de la historia de España del cual somos hoy claros herederos y sobre el cual quedan todavía muchas cosas por conocer. Partimos en este artículo de un hecho fundamental, la legalidad republicana, incuestionable tras la celebración de las elecciones tanto de 1931 como de 1936.

En la década de los años treinta la situación social y económica en España estuvo marcada por una situación de atraso respecto al resto de países europeos. Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dieron un giro a la situación política del país, con la victoria en las grandes ciudades de los partidos de ideología republicana. Tras conocerse el resultado de las elecciones se proclamaba la II República. Ante la nueva situación, Alfonso XIII suspendía la autoridad real y abandonaba España.

Desde esa fecha, 1931 y hasta 1936, tuvo lugar en la historia de España el periodo conocido como II República. Durante tal tiempo se sucedieron tres diferentes etapas de gobierno. El primer gobierno estuvo integrado por una coalición de republicanos de izquierda y socialistas, entre 1931 y 1933, conociéndose dicho periodo como el bienio reformista debido a la multitud y magnitud de reformas que se llevaron a cabo. El segundo gobierno, formado por el Partido Radical de Lerroux y la CEDA de Gil Robles, abarca desde 1933 hasta 1936, periodo conocido como bienio conservador y durante el cual se anularon y paralizaron muchas de las reformas llevadas a cabo durante el bienio anterior. Finalmente, en febrero de 1936 volvieron a celebrarse unas nuevas elecciones que dieron la victoria a la coalición de izquierdas (los partidos de izquierda se agruparon en el Frente Popular obteniendo el 48 % de los votos; mientras que los partidos de derecha se agruparon en el llamado Bloque Nacional obteniendo el 46.5 % de los votos) que inmediatamente reanudó la política reformista.

El nuevo gobierno de izquierdas salido de las elecciones de febrero de 1936 apenas pudo iniciar su labor, pues un levantamiento militar el 18 de julio de 1936 llevado a cabo por los militares y apoyado por los sectores mas conservadores de la sociedad española daba comienzo a la Guerra Civil Española.

Una vez hecho este breve recorrido por los seis años de duración del periodo republicano, veremos las complejas circunstancias en las cuales nació la II República, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. La República fue recibida por la población con gran entusiasmo y con la “esperanza” de llevar a cabo un cambio importante en la sociedad, economía y política española. No podemos olvidar la situación de atraso generalizado de la población española, especialmente en el campo con el poder de los caciques y terratenientes que anulaba cualquier intento de reforma. Es por ello que las reformas propugnadas por el régimen republicano fueron recibidas por un sector importante de la sociedad, especialmente el campesinado y los grupos obreros, como imprescindibles para paliar la situación de crisis en la que se encontraba España.

Ni que decir tiene, que inmediatamente de la proclamación de la II República, otro sector muy importante de la sociedad, lideró una feroz oposición contra cualquier intento de reforma que supusiera una pérdida de poder. Sector este último liderado por los grupos privilegiados de la sociedad, es decir, la antigua nobleza, la alta burguesía y la iglesia católica.

Durante el bienio reformista, se llevaron a cabo una serie de reformas, necesarias que pretendían dar un giro al sistema, modernizar las estructuras del Estado y sacar a España del atraso social y económico en el que se encontraba. Es por ello que en solamente dos años tuvieron lugar una serie de innovaciones económicas, sociales y políticas que trataban de modernizar a España: reforma de la tierra (expropiación de latifundios y asentamiento de campesinos), reformas sociales y laborales (mejora de las condiciones laborales), reformas educativas (creación de 10.000 centros educativos), reformas militares (con el objetivo de limitar el poder del ejército), laicidad del estado (libertad de cultos, supresión presupuesto clero), reformas autonómicas (descentralización del estado), etc., que quedaron plasmadas en la Constitución de 1931.

Cómo vemos, muchas de estas reformas fueron la base de la España democrática que se inició tras la muerte de Franco. No pretendemos aquí ni mucho menos exaltar a la II República, sino poner las cosas en su justa medida. Es obvio que también se produjeron muchos problemas y que la República no fue la panacea de todos los males.

La II República nació y se desenvolvió en unas circunstancias muy complejas. Además de la oposición de los grupos más conservadores, hemos de tener en cuenta el hecho de que la República nacía en circunstancias difíciles. En el ámbito internacional Europa empezaba a debatirse entre la democracia y el fascismo.

En segundo lugar, en el ámbito interior, la República se apoyó sobre un consenso muy frágil, y además de la oposición de los grupos más conservadores que no pretendían perder sus privilegios y a los cuales ya nos hemos referido (Iglesia, ejército, organizaciones patronales, propietarios de tierras) debemos de añadir la oposición de parte de la izquierda que pretendía un cambio radical del sistema y que se impacientaba por la lentitud de las reformas del primer gobierno republicano, lo cual provocó una oleada de conflictividad muy elevada. Por lo cual la República se vio obstaculizada su desarrollo desde el principio. Ya en 1932 los grupos conservadores intentaron acabar con la II República con el intento de golpe de Estado de Sanjurjo. Mientras que desde la izquierda reclamaron mayores reformas, especialmente en lo que respecta a la tierra (Casas Viejas).

Fue, probablemente, esta falta de consenso interior (republicanos de izquierda, centro y derecha; comunistas; anarquistas; socialistas; monárquicos; Falange Española; Renovación Española; JONS; etc.) la que privó a la II República de un apoyo que era imprescindible para llevar adelante todas estas reformas De este modo, podemos señalar como la inestabilidad política y económica, la conflictividad social, la ausencia de “cultura” democrática y la intolerancia de sus adversarios las que hicieron inviable el desarrollo del régimen republicano desde el principio.

Aún así no podemos dejar de negar la importancia de estas reformas, ya que suponían un salto cualitativo respecto a la historia de España en todos los sentidos Ese cambio era necesario pero también suponía que un sector importante de la sociedad que había adquirido este poder durante siglos perdería muchos de sus privilegios. Y por ello desde el principio boicotearon cualquier plan de cambio. La II República, podemos decir, que suponía acabar, de hecho, con siglos de desigualdad en la Historia de España. No era el remedio que acabaría con todos los males, pero si el principio para intentarlo.

El conocimiento de la Historia se hace imprescindible para avanzar, por eso se antoja necesario una Historia que sea estudiada y analizada críticamente, no utilizada según la postura ideológica, como por desgracias estamos viendo en la actualidad. Como señalaba el poeta José Hierro “Bendito sea quien inventó la memoria”. El 14 de Abril se proclamaba la II República, que venía acompañada, como ya hemos visto de una serie de reformas de vital importancia, además de una nueva bandera, tricolor.
Jesús Martín Ostios

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