EL SISTEMA EDUCATIVO Y EL PATRIMONIO CULTURAL. JOSÉ MANUEL BAENA GALLÉ


EL SISTEMA EDUCATIVO Y EL PATRIMONIO CULTURAL
En anteriores colaboraciones en esta revista he intentado poner de manifiesto diversos aspectos que me preocupan en torno al patrimonio y su defensa, entendiendo éste desde un punto de vista amplio que comprende tanto elementos de carácter histórico, artístico, ambiental, como etnográfico, y en líneas generales, elementos culturales.

Marcaba la importancia del papel que el sistema educativo posee para la formación de nuestros jóvenes, de los movimientos ciudadanos y del voluntariado para lograr una efectiva defensa patrimonial. Siguiendo con esa línea me gustaría en esta ocasión hacer un somero y rápido análisis de los nuevos planes de estudio andaluces y lo que éstos suponen en esta línea de defensa del patrimonio. Partimos del supuesto de que sólo se defiende lo que se aprecia y que sólo se aprecia lo que se conoce. Por lo tanto es fundamental el papel del aprendizaje en las primeras etapas de nuestra vida en esa función.

Así, en primer lugar habría que señalar como la Ley Orgánica de Educación (L.O.E.) establece en su artículo 2 como fin fundamental del sistema educativo español “La preparación para el ejercicio de la ciudadanía y para la participación activa en la vida económica, social y cultural, con actitud crítica y responsable y con capacidad de adaptación a las situaciones cambiantes de la sociedad del conocimiento”.

Asimismo, marca la necesidad de integrar al alumnado con su entorno y facilitar su conocimiento en todas las etapas educativas; de esta forma se observa como en Educación Infantil (artículo 13.b) se marca el objetivo de observar y explorar su entorno familiar, natural y social. En Educación Primaria (Artículo 17.h) se establece como elemento fundamental el conocimiento y valoración del entorno natural, social y cultural así como las posibilidades de acción y cuidado del mismo.

En Educación Secundaria obligatoria aparece como objetivo (Artículo 23.j) el conocer, valorar y respetar los aspectos básicos de la cultura y la historia propias y de los demás, así como el patrimonio artístico y cultural. Por último, la etapa de Bachillerato plantea la necesidad de desarrollar la sensibilidad artística y literaria, así como el criterio estético como fuentes de formación y enriquecimiento cultural del alumnado (Artículo 33.l).

Del mismo modo, este nuevo ámbito legislativo aporta y desarrolla un elemento fundamental como es el concepto de competencias básicas. Se parte de la base que estas son aquellas capacidades que todo ciudadano debe poseer para poder usar de forma global el conjunto de los conocimientos adquiridos, vivir plenamente en nuestra sociedad y colaborar en su mejora. Entre ellas destacaríamos fundamentalmente la Competencia cultural y artística, entre cuyas dimensiones han de integrarse conceptos como creatividad, manejo del lenguaje artístico o valoración del patrimonio, entre otras. Todo ello se ve ampliado y concretado en Andalucía por la publicación de la reciente ley de Educación en 2007.

Desde un punto de vista teórico estas actitudes se integran en el proceso de enseñanza-aprendizaje a través de las diversas materias del currículo. Así, en Andalucía para el caso concreto de la Educación Secundaria tenemos el Decreto 231/2007, de 31 de julio, que en su artículo 4.f establece como objetivo “Conocer y respetar la realidad cultural de Andalucía, partiendo del conocimiento y de la comprensión de Andalucía como comunidad de encuentro de culturas”. Además, establece que el currículo debe incluir “Contenidos y actividades relacionadas con el medio natural, la historia, la cultura y otros hechos diferenciadores de Andalucía para que sean conocidos, valorados y respetados como patrimonio propio y en el marco de la cultura española y universal”.

En el caso de Bachillerato, nos encontramos con el muy reciente Decreto 416/2008, de 22 de julio, que en su artículo 4.e establece como objetivo de la etapa “El conocimiento, valoración y respeto por el patrimonio natural, cultural e histórico de España y de Andalucía, fomentando su conservación y mejora”. Planteando asimismo que el currículo deberá incluir “Contenidos y actividades relacionadas con el medio natural, la historia, la cultura y otros hechos diferenciadores de Andalucía, como el flamenco, para que sean conocidos, valorados y respetados como patrimonio propio y en el marco de la cultura española y universal”.
En principio, no podemos sino felicitarnos por esta clara apuesta por las enseñanzas de elementos patrimoniales según nuestro sistema educativo, pero sin embargo hay algunos puntos oscuros que nos gustaría plantear a modo de debate.

El primero de ellos, es señalar como a pesar de las afirmaciones que hemos visto anteriormente se echa en falta una apuesta mas decidida por este tipo de contenidos (en el sentido amplio de conceptual, procedimental y actitudinal). Anteriormente existía como oferta obligada en todos los centros la optativa de Patrimonio cultural de Andalucía que se podía impartir en 3º o 4º curso de Educación Secundaria Obligatoria.

En la actualidad su existencia ha quedado relegada a la voluntad de los propios centros educativos, la voluntad de sus equipos directivos y educativos, y sobre todo a las disponibilidades horarias que se tengan en cada momento. Lo cual, si no se remedia, puede suponer su desaparición casi total del panorama educativo. Es cierto, que dicha materia no se impartía en todos los centros andaluces, pero su oferta obligatoria hacía que siempre fuera posible su existencia, al menos de forma teórica.

El segundo de los problemas, es que para impartir y lograr esos fines y objetivos que nos plantea la legislación se parte del principio que el profesorado va a integrar esos aprendizajes y el logro de las competencias básicas, en el ritmo ordinario de clases y del proceso de enseñanza. El conocimiento del patrimonio, su valoración y su defensa pasa a formar parte así de una serie de materias (fundamentalmente Geografía e Historia) lo cual hace que sea una parte evaluable de los conocimientos y destrezas del alumnado.

La gran pregunta es ¿está el profesorado preparado para integrar esos aprendizajes? Es mas, ¿dependerá de su voluntad o aficiones? Una posible solución radica en plantear en 4º de forma práctica estas cuestiones en la materia optativa denominada Proyecto Integrado, aunque en gran medida la indefinición legal en la que nos encontramos en esta cuestión puede invalidarla, al menos, por el momento.

Conforme el tiempo nos responda a estas dudas y preguntas podremos saber si estamos formando a nuestros jóvenes en la dura, difícil y hermosa tarea de conservar nuestro patrimonio, o si, por el contrario, lo único que estamos es dándoles nuevos parámetros de consumo (en este caso cultural).

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