NICOLÁS SALMERÓN. EDUARDO MARTÍN


Nicolás Salmerón

El 20 de septiembre pasado fue el centenario den la muerte de Nicolás Salmerón, presidente de la I República española, natural de la provincia de Almería y fallecido en Pau (Francia) en 1908.

Durante su mandato llevó a cabo una gran represalia a los cantones anarquistas, a pesar de ello se vio forzado a firmar unas sentencias de muerte, que le condujo a renunciar al mandato por negarse a hacerlo. Sin duda alguna es este el hecho más destacable de toda su vida política, que incluso queda reflejado en su epitafio escrito por el primer ministro francés Georges Clemenceau.

Pensando en este innegable acto de nobleza, me planteo si existe en la actualidad una clase política capaz de renunciar, ya no al poder, si no al dinero por tal de no firmar un papel, hablo de recalificaciones, corrupción, rechazar sumas de dinero. ¿Seria hoy en día capaz un político de renunciar a todo eso?

Sin duda y ante mi ejemplo más cercano, y viendo las continuas noticias que llegan de infinidad de localidades españolas, la corrupción no es un caso aislado, sino un hecho muy extendido. En mi ciudad, sin ir mas lejos existe un gran paraje silvestre en los límites naturales de la ciudad, donde por orografía es imposible que la ciudad siga creciendo por esta zona. Ante estas circunstancias una asociación de vecinos y el colegio de arquitectos, propusieron la creación de un gran parque peri urbano o cinturón verde, hecho al que se oponía la alcaldía aunque el suelo no sea propicio para la construcción.

A pesar de todo, desde el comienzo del verano desde mi ventana observo una máquina que lucha por cambiarme el paisaje, que desmonta una colina, por la que más de un vecino ha paseado debido a las magníficas vistas que tiene de la ciudad y de todo el golfo de Almería. Un terreno vendido al mejor postor, ya que los trabajos empezaron antes de que el Ayuntamiento anunciara la decisión de dedicar una parte a viviendas y otra al parque. En resumen, la máquina trabajando, el barrio anonadado y los bolsillos del alcalde y concejales llenos.

Por otro lado, en esferas más altas la lucha ya no se centra en quien engrosa más su bolsillo, sino por acumular poder, todos los partidos quieren gobernar, imponer sus jueces y crear sus leyes, es decir en controlar los tres poderes, una ambición que corrompe y donde todo vale.

Hemos llegado a un momento donde las líneas que separan las convicciones e ideales se difuminan, porque ya no existen, las diferencias entre partidos es ínfima y ante esta situación el desencanto de la gente aumenta. Intentan engañarnos y la ilusión se pierde, y se pierde porque cuando llegó el 20 de septiembre y se recordó la vida de Salmerón, más de uno nos dimos cuenta que una vez existieron unos políticos con unas convicciones y unos principios que iban mas allá del dinero y el poder, unos políticos que ilusionaban, inconformistas, que luchaban por un cambio, al fin y al cabo y como reza en la tumba de Salmerón, un político que “Dejó el poder por no firmar una sentencia de muerte”
Eduardo Martín Ruiz

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