COSPEDAL, DEMAGOGA
LA secretaria general del Partido
Popular a tiempo completo, Dolores de Cospedal, ha propuesto una idea como
presidenta de Castilla-La Mancha, que lo es a tiempo parcial: reducir el número
de diputados autonómicos y quitarles el sueldo. Naturalmente, en nombre de la
austeridad.
Vamos por partes. La iniciativa de bajar
de los 49 parlamentarios regionales actuales a 25 -que implica reformar el
Estatuto de Autonomía y la legislación electoral- supone un cambio radical,
porque en mayo Cospedal proponía lo contrario, aumentar en cuatro el número de
escaños. Es defendible en sí misma, porque una autonomía de territorio
manejable y población escasa quizás no requiera de tanto diputado. Desde luego,
es más razonable que el intento de IU, por ahora en la recámara tras su pacto
con el PSOE, de incrementar los representantes en el Parlamento de Andalucía.
Pero la sustancia de la idea de Cospedal
está en la otra medida. En la supresión de los sueldos a los diputados, que, de
salir adelante la iniciativa, dejarían de percibir una remuneración fija y
cobrarían solamente dietas por su asistencia a plenos y comisiones. "Para
que vivan de sus profesiones y no de la política", dijo la osada
presidenta-secretaria general, revistiendo con el manto del ahorro y la ejemplaridad
de los políticos lo que no es más que una operación de devaluación de la vida
política y de selección elitista de sus agentes.
Costó mucho tiempo a la democracia
parlamentaria española superar el sufragio censitario, que reservaba el derecho
de voto a los que tenían cierto nivel de renta. Ahora Cospedal se propone
introducir otro factor de discriminación clasista, no entre los electores, sino
entre los elegibles. Sólo los ricos, los empresarios y los profesionales
acomodados no sujetos a horario pueden permitirse el lujo de dedicar parte de
su tiempo al trabajo parlamentario sin cobrar por él. ¿Qué empleado o
trabajador por cuenta ajena estaría en condiciones de faltar continuamente al
trabajo del que vive para acudir al parlamento castellano-manchego a cambio de
una dieta?
Cospedal ha envuelto su propuesta en un
celofán sibilino y demagógico: así los políticos vivirán de su profesión y se
acercarán a las necesidades de la gente. Pero hay otros mecanismos para
dignificar la política, evitar el apoltronamiento y suavizar el alejamiento de
los ciudadanos. Por ejemplo, la listas abiertas que permiten a los votantes
elegir al diputado que mejor les represente, la limitación de los mandatos de
todos los cargos electos o la exigencia de productividad parlamentaria para que
ninguno se limite a calentar el escaño y votar como le mande el aparato.
Esta iniciativa es un disparate.
PUBLICADO EN MÁLAGA HOY
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