LUCES
Y SOMBRAS
La clase política y los partidos"
volvía a figurar entre los tres primeros problemas de este país en el último
barómetro del CIS correspondiente al pasado mes de junio. Así lo situaban casi
una cuarta parte de los encuestados. El alto porcentaje es casi similar al que
se registró hace un año. Entonces, con unas elecciones en el horizonte,
asistíamos a los estertores del Gobierno de Zapatero. Ahora apenas han pasado
siete meses desde que saliera de las urnas un Ejecutivo con mayoría absoluta.
El paro y los asuntos derivados de la
situación económica encabezan las preocupaciones de los españoles. Pero es muy
posible que si el CIS en su sondeo recuestionara a los ciudadanos por quiénes
son los responsables del endémico desempleo o la aguda crisis que padecemos,
seguramente también los políticos volverían a liderar el ranking.
El riesgo de exacerbar las críticas
contra los partidos es el de fomentar la aparición de extremismos que beban del
desencanto, la frustración y la rabia de esta sociedad, que ha dictado sentencia
contra los que presume culpables de que se haya desmoronado en muy pocos años
su mundo. La posibilidad de que capitalicen ese profundo malestar fenómenos
como, por ejemplo, el que permitió el acceso a la Alcaldía de Marbella de Jesús
Gil. Porque la gente ya da claros síntomas de desesperación después de ver como
sus gobernantes han ensayado un modelo y luego el contrario con el mismo
frustrante resultado. El límite de la paciencia se sobrepasa cuando colectivos
o personas llegan a la conclusión de que ya nada tienen que perder. Entonces
aumenta la posibilidad de que se produzcan episodios execrables.
Por eso es incomprensible cómo las dos
principales fuerzas políticas, PP y PSOE, siguen en su burbuja. Sin plantearse
la necesidad de acometer una, y profunda, regeneración democrática; de
reconocer ese autismo endogámico que les ha llevado a este repudio social del
que es difícil regresar.
PUBLICADO MÁLAGA HOY
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